El nuevo movimiento santuario abraza al inmigrante desde gobiernos locales, iglesias y escuelas

Si bien el origen del "santuario" fue siempre un movimiento de fe para proteger a comunidades vulnerables, la era de Trump está creando un movimiento mucho más amplio que incluye a cientos de ciudades, estados, iglesias, escuelas y universidades.

El domingo antes de Navidad, unos 200 activistas y líderes religiosos de todo el sur de California se reunieron en Union Church of LA, una iglesia presbiteriana en Little Tokyo, para un “entrenamiento” sobre cómo proteger a los inmigrantes vulnerables en la era de Trump.

La oradora principal fue Alexa Salvatierra, una pastora luterana mejor conocida por sus muchos años en el activismo de fe a favor de los inmigrantes.  Salvatierra explicó las posibles acciones del gobierno de Donald Trump y cómo las iglesias pueden activarse para ayudar a inmigrantes en sus comunidades.

Allí se trazaron varios objetivos y acciones para los miembros de congregaciones participantes, de las cuales al menos unas 50 estaban representadas ese día.

“Tratamos de modelar la reunión como las que hacía Cesar Chávez o Martin Luther King: combinando la oración con la organización social”, dijo Robert Chao Romero, pastor de Estudios Cristianos de Consciencia, quien dirige junto con su esposa el Movimiento Mateo 25 del Sur de California.

“Lo organizamos con la urgencia del momento y no sabíamos quien vendría, y nos sorprendió la cantidad y diversidad de gente que vino a participar”, dijo Chao Romero.

El movimiento se hace llamar “Mateo 25” o Matthew 25, como referencia al evangelio de San Mateo, capítulo 25, en el que Jesús habla de recibir al forastero y de hacer el bien a Dios, por medio del  “más pequeño de mis hermanos”.

Mateo 25 es similar o paralelo al llamado “nuevo santuario” y en el sentido amplio de la palabra es parte del creciente movimiento para hacer frente al prometido embate contra los inmigrantes indocumentados y otros en la era del presidente electo Donald J. Trump.

“Mateo 25 es similar al “nuevo santuario” pero más concentrado hacia los evangélicos”, apuntó Romero. “Nuestro deseo es cuidar y servir a la comunidad inmigrante, porque esto es lo que Jesús nos digo que tenemos que hacer”.

El nuevo santuario cobra fuerza

El movimiento del “nuevo santuario” está cobrando fuerza de nuevo con el triunfo de Trump, aunque algunos grupos e iglesias ya llevan al menos una década de haber declarado su lanzamiento, en medio del auge de leyes anti inmigrantes y deportaciones que comenzaron hacia 2006.

Su historia moderna data de mediados de los años 80, cuando grupos religiosos, comenzando con los cuáqueros en Tucson, Arizona, ofrecieron ayuda legal, financiera y física a refugiados centroamericanos, que estaban siendo injustamente deportados como “inmigrantes económicos”, y llegó a involucrar a más de 500 congregaciones en el este, centro y suroeste del país.

“El santuario tiene una larga tradición religiosa, especialmente pero no exclusivamente judeo-cristiana, y originalmente viene de la edad media”, dijo David Cook Martin, sociólogo y profesor  de Grinnell College. “También incorporó tradiciones de la época abolicionista”.

Esta vez, sin embargo, las iglesias no están hablando principalmente de acoger a inmigrantes en sus edificios para esconderlos de las autoridades, aunque hay algunas que están haciendo eso en estos momentos y lo han hecho por años.

“La estrategia ha cambiado”, dijo Chao Romero, quien aparte de pastor y activista es también abogado y profesor de estudios chicanos y asiático-americanos en UCLA.   “Lo que pasaba antes es que muchos inmigrantes terminaban literalmente presos dentro de las iglesias durante meses”.

Lo que las iglesias ahora pretenden hacer es asistir a los inmigrantes en muchas dimensiones: con sesiones informativas, asistencia para llenar papeles y formularios, referirlos o proporcionar ayuda legal, hacer activismo público y alertar a sus congregaciones sobre peligros o fraudes.

Martín García, pastor y activista comunitario de Los Angeles, y uno de los fundadores de la organización COPALA (Coalición de Pastores de Los Angeles), dijo que desde el triunfo de Trump, se notó un aumento en la preocupación de la comunidad evangélica.

“Yo recibí llamadas de pastores, no solo de LA sino de muchas partes del país, preguntándome qué podían hacer, sí sabía algo de recursos disponibles, etc”, dijo. “Sus comunidades están bastante alteradas y esto también los hace vulnerables ante potenciales estafadores. Nosotros como organización queremos ser un instrumento de información para que la gente pueda saber la verdad de lo que sucede”.

Tras la sesión de entrenamiento en Los Angeles se trazaron algunas líneas de acción, explicó Chao Romero: asistir a inmigrantes individuales con largo tiempo en el país a presentar propuestas de acción diferida y ayudarles a llenar papeles; cabildear a directores locales de ICE para que tomen decisiones discrecionales y crear grupos en vecindarios para responder a deportaciones.

A esto se incluiría recabar fondos para liberar a inmigrantes bajo fianza, por ejemplo.

No hay un listado definitivo de cuántas iglesias estarán participando de Mateo 25 y cuantas del llamado “Nuevo Santuario”, pero es probable que ya se cuenten en varios cientos, sobre todo tomando en cuenta que más inmigrantes y más latinos que nunca están participando en grupos religiosos cristianos, católicos y otros.

No sólo las iglesias

Pero el movimiento santuario esta vez no solo se encuentra en las iglesias, o en una ocasional ciudad, como Berkeley en los años 80s, sino que su impacto se está haciendo sentir en estados, ciudades, condados, escuelas, colegios comunitarios y universidades, y hasta en restaurantes.

Por lo menos 300 jurisdicciones locales han manifestado su intención de proteger a su comunidad residente inmigrante de diversas maneras. Algunas se hacen llamar “ciudades santuario”, como Santa Ana, quien recientemente aprobó la designación. Otras simplemente toman acción sin usar la etiqueta, aunque la Administración Trump las engloba a todas bajo el mismo mote cuando habla de “retirarles fondos federales”.

Activistas exigen que el concilio vote a favor de ser una ciudad santuario afuera del Ayuntamiento de Santa Ana.
Activistas exigen que el concilio vote a favor de ser una ciudad santuario afuera del Ayuntamiento de Santa Ana.

No hay una sola definición de lo que es una “ciudad santuario”. En algunos lugares, significa que los funcionarios de la ciudad y la policía se abstienen de preguntar sobre el estatus migratorio de los residentes. En otros, implica no retener a los inmigrantes detenidos en las cárceles a petición del ICE sobre los llamados “detainers”.

En la mayoría de las ciudades que recientemente han aprobado ordenanzas o resoluciones convirtiéndose en “ciudades santuarios”, la decisión no significa que estén creando nuevas políticas o que impidan la entrada de las autoridades ICE de sus vecindarios.

En realidad, la acción más obvia que han propuesto muchas de esas ciudades hasta la fecha implica dedicar una cantidad de fondos del gobierno para ayudar a los inmigrantes con representación legal en un caso de deportación. Ciudades con muchos inmigrantes, como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, han iniciado estos fondos legales.

En cuanto a los centros de estudios, ya son docenas de universidades y colegios comunitarios los que han manifestado activamente su apoyo a los inmigrantes y a las familias musulmanas, ante la promesa de deportaciones y posible exclusión de musulmanes inmigrantes.

Distritos escolares en California, desde Los Angeles, San Francisco hasta Sacramento, han aprobado resoluciones declarando que harán todo lo posible para proteger a familias y estudiantes de las posibles acciones del próximo gobierno en sus centros de estudio.

Shiu Ming Cheer, del National Immigration Law Center, ha preparado un “modelo de resolución gubernamental” para que otros distritos escolares y universidades sigan el ejemplo, pero indicó que, en general, no están creando una nueva ley sino que se trata más de una declaración de principios.

“La ley actual dice que no puedes arrestar a alguien sin una orden, ICE no tiene acceso ilimitado a una escuela o universidad sin una orden judicial, también se trata de reiterar leyes de confidencialidad, que no obligan a las universidades o escuelas a compartir información de estudiantes”, dijo Cheer. “Algunas escuelas están haciendo más cosas, como ofrecer fondos para recursos informativos y legales y condenando acciones de odio”.

El Rector de California State University Timothy P White reafirmó recientemente el compromiso universitario de ofrecer una comunidad de enseñanza que sea “segura y abierta” para los miles de estudiantes sin papeles y otros inmigrantes.

Cal State, dijo, “no entrará en ningún acuerdo con agencias estatales o locales o cualquier otro departamento federal para la aplicación de leyes migratoria. Tampoco honraremos solicitudes de detención de inmigración ni contactar o detener a individuos en nuestros centros de estudios”.

Ante los ataques de Donald Trump contra las ciudades santuario, en San Francisco hay movilización social en defensa de los inmigrantes y los indocumentados.
Ante los ataques de Donald Trump contra las ciudades santuario, en San Francisco hay movilización social en defensa de los inmigrantes y los indocumentados.

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