Los gastos ocasionados por Trump

La preocupación del presidente Donald Trump por reducir el gasto del gobierno contradice su estilo de vida desde que llegó a la Casa Blanca. Si en los próximos años mantiene el ritmo día de hoy, él será presidente más caro para el contribuyente.

A esto se le suma el conflicto de interés que surge cuando un proveedor de servicios, que permite el movimiento del presidente, pertenece al mismo Trump y cuando el fondo público protege al negocio familiar.

Cada viaje de Trump a lo que él llama la “Casa Blanca invernal” o la “Casa Blanca del Sur”, en West Palm Beach Florida, cuesta al erario público tres millones de dólares.

En un mes de gobierno de Trump hizo tres de estos viajes a su club de golf Mar-a-Lago, lo que representa nueve millones de dólares.

El costo surge de un estimado de la Oficina de Contraloría General realizado en 2013 cuando el ex presidente Obama hizo un recorrido similar al que Trump hizo este fin de semana largo.

Es inevitable ligar las frecuentes visitas al centro turístico con el que el club duplicó el precio de su membrecía a 200,000 dólares desde que es presidente. Y que sus instalaciones se alquilan a organizaciones privadas con el atractivo de que el presidente pueda pase a saludar.

Por otra parte, la estadía de la Primera Dama Melania Trump y su hijo Barron en Nueva York es un costo adicional ya que el presidente planea  viajar seguido allí. Ahora solo la seguridad cuesta medio millón de dólares al dí, o sea 183 millones al año.

Un presidente necesita una estructura logística en donde permanece seguido. En Nueva York, el Pentágono y Servicio Secreto considera alquilar un piso en la torre Trump, a un costo de 1.5 millones de dólares anuales.

Es usual que los hijos del presidente gocen  protección del Servicio Secreto. Un reciente viaje de Eric Trump a Uruguay para ver un edificio Trump costó cerca de 100,000 dólares en seguridad extra. Aquí, como en otros viajes de este tipo que se asoman, los estadounidenses subsidian un gasto de un viaje privado para negocios personales que benefician a la familia.

Esto es irónico porque Trump fue un crítico duro de la frecuencia de los viajes de Obama y de su costo, cuando estos palidecen ante los del millonario. El lema de esta administración parece ser: haz lo que yo diga, no lo que yo haga.

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