Cada vez menos hombres usan condones…¡y eso es peligrosísimo!

Los fabricantes de preservativos apuestan a convertirlos en juguetes sexuales como estrategia para contrarrestar la caída en las ventas

Nunca nadie lo quiso. Sólo faltaba que el imaginario popular se librara de las imágenes de los íconos del espectáculo muertos en manos del VIH/sida en las ya lejanas décadas del 80 y del 90 para que el preservativo cayera en desgracia. Así surge de una reciente encuesta que señala que cada vez menos argentinos recurren a este elemento de látex a la hora de mantener una relación sexual. En su lugar, ganan terreno los anticonceptivos hormonales -la píldora, al igual que los modernos dispositivos subcutáneos o intravaginales-, como también el no cuidado, que al parecer es una práctica extendida entre los más jóvenes. En tiempos en que la prevención de las enfermedades de transmisión sexual (el VIH/sida, pero también la sífilis y la gonorrea, afecciones que hoy están en franco ascenso) parece haberse quedado fuera de la cama y de la agenda pública, los fabricantes de preservativos apuestan a convertirlos en juguetes sexuales como estrategia para contrarrestar la caída en las ventas.

“El VIH/sida se cayó de la agenda, ya no escuchamos hablar del tema, como si se hubiera solucionado”, afirma Miguel Pedrola, subdirector para Latinoamérica y Caribe de AIDS Healthcare Foundation (AHF), ONG que esta semana dio a conocer una encuesta que muestra que sólo el 14.5% de los argentinos recurre al preservativo cada vez que tiene sexo. “Hace tan sólo tres años, el porcentaje era el 35%, y el año siguiente fue del 25%”, agrega Pedrola, que señala como causas del retroceso la falta de políticas públicas de prevención y la pérdida de conciencia en torno a lo que implica la infección por VIH/sida: “los jóvenes de hoy no vivieron la época dura del sida, por lo que infravaloran el tema”, sostiene.

De los titulares que hablaban de la muerte de Rock Hudson o de la de Freddie Mercury en manos del VIH/sida a la fecha, suficiente tiempo ha pasado como para diluir la impronta de sentencia de muerte que se asociaba entonces a contraer este virus. Y si bien es cierto que los actuales tratamientos antirretrovirales permiten cronificar la enfermedad en la mayoría de los casos, la epidemia sigue su curso y cada año se diagnostican unos 6,500 nuevos casos.

“A pesar de que nos hemos acostumbrado, el VIH/sida sigue siendo una epidemia que no está bajo control”, recuerda Carlos Zala, a cargo de la Dirección de VIH/sida y Enfermedades de Transmisión Sexual del Ministerio de Salud de Argentina. “Fuera del 1° de diciembre (que es el Día Mundial de la Lucha contra el Sida), es muy dificíl hoy encontrar un lugar en la agenda cotidiana para hablar de este tema”, coincide Mar Lucas, directora de programas de Fundación Huésped.

El no uso del preservativo incluso se verifica en el crecimiento de nuevos casos de otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), como la sífilis o la gonorrea. Las estadísticas más recientes de los Centros de Prevención y Control de las Enfermedades (CDC), de los Estados Unidos alertan sobre los casi 20 millones de nuevas infecciones anuales sólo en ese país, en su mayoría en personas de entre 15 y 24 años. Esos números se dan a la par de una caída significativa del uso de preservativos en esta misma franja etaria.

En la Argentina, la situación es la misma: los jóvenes de entre 15 y 25 años conforman uno de los grupos que experimentan un mayor aumento de nuevos diagnósticos de VIH/sida. Para la médica ginecóloga y sexóloga Sandra Magirena, “el aumento de las enfermedades de transmisión sexual en los jóvenes responde a que si bien hay conocimiento sobre la importancia del uso del preservativo, las estadísticas muestran que se usa poco. Y en buena medida esto se debe a la no conciencia durante el momento de la relación sexual asociada al consumo de alcohol y de drogas”.

Al mismo tiempo, señala Magirena, hay un desplazamiento de la búsqueda de herramientas para prevenir enfermedades de transmisión sexual al pedido de métodos para evitar el embarazo: “las consultas de las mujeres están ligadas a cómo evitar el embarazo. Las jóvenes solicitan métodos hormonales, como las píldoras, que son los más difundidos. Pero también métodos más modernos, como los anillos vaginales, los implantes subdérmicos o los dispositivos intrauterinos de larga duración”.

Lucas coincide en que hoy la búsqueda de métodos de prevención del embarazo se antepone a los métodos de prevención de ETS: “No vemos que haya interés en cómo cuidarse en la sexualidad, y sí en un interés concentrado en la prevención del embarazo. En las parejas estables queda afuera el uso del preservativo, aún cuando a veces ‘estable’ puede ser sinónimo de una relación de dos semanas… Incluso están los llamados ‘fieles seriales’: están en pareja, luego cortan, vuelven a estar pareja, y nunca se cuidan porque mientras están en parejas son fieles. Pero nunca se habla de la posibilidad de cuidarse por haber tenido parejas anteriores”.

En síntesis, para Pedrola el razonamiento que hoy prima se resume de la siguiente forma: “¿Para que voy a usar un preservativo si para el VIH/sida hay tratamiento, si la sífilis o la gonorrea se curan con un par de inyecciones y si para evitar el embarazo uso píldoras?”. Las altas tasas de embarazo adolescente, el aumento de las ETS (incluso de formas que son resistentes a los tratamientos convencionales) y el constante número de nuevos casos de VIH/sida parecen sugerir que la ecuación es (bastante) falible.

Te cuida y te divierte

“Los jóvenes, los millenials, tienen un acercamiento al sexo completamente superador a las generaciones anteriores: lo viven como algo completamente naturalizado”, sostiene Felipe Kopelowicz, presidente de Kopelko, firma que produce los preservativos Tulipán, y que durante 2006 experimentó una caída del 10% de sus ventas. “Pero esa naturalización tiene un lado negativo, que es el hecho de no cuidarse; hoy el uso de preservativo en los más jovenes cae significativo versus otras generaciones, como las de los baby boomers”.

Un reciente estudio realizado en los Estados Unidos por una firma de condones halló que el 48% de los millenials no usa nunca o usa raramente estos productos. Los CDC, por su parte, observaron una baja del 63% al 57% del uso de preservativos en estudiantes secundarios norteamericanos en la última década.

Ante este panorama, las firmas productoras de preservativos apuntan a ofrecer sus productos ya no como elementos de protección -“no nos podemos ubicar del lado de la prevención, porque eso aleja al consumidor de nuestros productos”, es el lema de la industria del látex-, sino como un elemento más del repertorio de los juguetes sexuales.

“Buscamos en los jóvenes acercar los preservativos al placer y a la diversión”, agrega Kopelowicz. Los ejemplos están en la góndola de la farmacia y del kiosko: “preservativos con diferentes sabores para el sexo oral, o con diferentes formatos para generar más placer y comodidad, tanto para el hombre como para la mujer. Para ellas, con texturas, tachas, tántrico; para ellos, mucho más finos para que sientan más”.

Pero si los jóvenes adoptan o no el uso del preservativo del mismo modo en que suman a sus encuentros sexuales un sex toy es algo que difícilmente se traduzca en un ejercicio consistente del cuidado de su vida sexual. “El uso del preservarivo porque sí no creo que sea tan importante -concluye Lucas-, hay que trabajar en un cambio cultural donde hablar sobre el cuidado en la sexualidad sea una charla más cotidiana.”

(Por Sebastián A. Ríos / La Nación)

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