“No queremos plata, no queremos oro, queremos el agua”: así es Cajamarca, Colombia

El pueblo frenó a un enorme proyecto de extracción de oro de AngloGold Ashant

Desde la carretera, cuando se entra al límite del municipio, se ve un gran cartel gastado y con herrumbre que dice: “Cajamarca, despensa agrícola de Colombia”.

El municipio es más alto y más frío que otras partes del departamento de Tolima, en el centro del país. El casco urbano está a 1,600 metros sobre el nivel del mar, pero partes llegan a los 3.900.

Las condiciones son buenas para cultivar en esas laderas verdes que se ven a un lado y otro de la carretera y del pueblo, con esas texturas contrastadas entre los diferentes tipos de cultivos.

Aquí se produce de todo, desde arracacha (un tubérculo), hasta tomate, ahuyama (calabaza), zanahoria, café, papa y cítricos.

“Cajamarca es frijolero”, me dice Cielo Valencia, de pie en la puerta de la precooperativa frijolera de la que es dueña junto a su marido.

A lo largo de uno de los laterales del edificio, que está sobre la carretera que corta el pueblo, más de diez mujeres separan sobre unas mesas los frijoles m orados buenos de los malos , del tamaño de una pepa de oro, destinados a ser embolsados y vendidos.

Por una casualidad geológica, las tierras de Cajamarca también son buenas para la minería de oro. Tan buenas que aquí podría estar uno de los yacimientos más grandes de Su r américa , pero con el metal muy disperso en la roca.

Dicen que aquí en cada tonelada de roca puede encontrarse el equivalente aproximado a un frijol de oro; como una aguja en un pajar, pero muchas muchas agujas.

La oportunidad minera llamó la atención de la empresa internacional AngloGold Ashanti (AGA), que comenzó hace casi una década tareas de exploración para una mina de oro llamada La Colosa, sobre unas 5.000 hectáreas de verdes colinas de este municipio.

“Regalo” de cumpleaños

Pero el proyecto acaba de ser frenado por la comunidad de unos 20.000 habitantes, en una consulta pública que tuvo lugar el domingo, en el que casi el 98% de quienes participaron le dijeron no a la minería en Cajamarca .

La campaña por el No fue encabezada por varias organizaciones agrupadas en el Comité Ambiental.

Una de esas organizaciones es el Colectivo Socioambiental Juvenil de Cajamarca, del que forma parte Robinson Mejía, un ingeniero forestal y defensor de derechos humanos de 28 años.

Dice que la consulta unificó al pueblo. Y el pueblo celebró un día por adelantado el aniversario de su fundación, que era este lunes : “Las celebraciones fueron ayer, nos llegó como un regalo”.

“Acá la gente se siente muy orgullosa de que la comida que tiene en su plato venga de su finca “, explica en referencia a la defensa de la vocación agrícola de estas tierras de abundancia.

Además de que la mina a cielo abierto modificaría la montaña y dejaría esas tierras sin uso para la agricultura, la gran angustia de la comunidad tiene que ver con la potencial contaminación del agua .

“Nos preocupa harto a nosotros que aquí nace la cuenca del río Coello”, dice Robinson en referencia a un curso de agua que alimenta varios municipios y que él teme que pueda verse afectado por la mina.

En un comunicado AGA dijo ser respetuosa de los medios legales por los cuales los ciudadanos pueden participar en el uso responsable de los recursos naturales del país.

Y agregó: “Seguimos creyendo que la minería responsable será un motor importante de crecimiento para la economía colombiana a largo plazo”.

¿Knockout?

Mientras Robinson me habla le señalo que en su hombro tiene un cucarrón, un tipo pequeño de escarabajo.

“Sí, yo los asocio con esta época en que se viene Semana Santa”, señala.

Estamos en época de cucarrones, están por todas partes, muchos tirados por el piso, knockout.

A Robinson también le gusta la metáfora boxística, pero para hablar de la mina de oro de AGA: “Yo creo que el proyecto minero La Colosa está en el momento antes del knockout “.

Dice que aunque desde el Ministerio de Minas salieron a decir que la consulta tiene validez solo sobre el uso del suelo y determinar el uso del subsuelo le corresponde a la Nación, ellos seguirán adelante.

“Nosotros vamos a hacer una solicitud formal ante el Ministerio de Minas para que se deroguen los títulos mineros”.

Los primeros diez días del alcalde

En un pasillo de la alcaldía de Cajamarca hay un enorme cartel con una foto aérea del casco urbano. Muestra las montañas verdes, una cascada, los clásicos jeeps, la iglesia y el casco urbano. Y dice: “Agroprosperidad, lo que nos une”. Y también: “Despensa agrícola de Colombia”.

La puerta al despacho del alcalde está al lado del cartel.

Adentro está Pedro Pablo Marín, quien llevaba diez días en el cargo cuando se realizó la consulta popular.

“Cajamarca tiene unas oportunidades de oro para salir adelante”, dice. El oro no es una de ellas, pienso. ¿Cuáles son entonces? “Agroturismo, el campo”, señala.

“El pueblo cajamarcuno se ha manifestado y yo pienso que ese es el sentir del pueblo”, dice.

Ahora le toca a él tramitar la decisión popular y al Consejo Municipal tomar las medidas legales correspondientes. Estima que se demorarán dos meses.

Él no votó, se abstuvo. Lo que pasa, explica, es que se concentró en garantizar una buena jornada de votación y, agrega, hubo activistas que lo increparon, que lo llamaron corrupto, que lo señalaron de favorecer a la empresa minera y prefirió retirarse.

Mineros tradicionales

No fue el único que se abstuvo, de un padrón de cerca de 16.000 personas un a s 10.000 no votaron ; de todos modos el No alcanzó el umbral para ser aprobado.

Hubo toda una campaña por la abstención. Uno de los que la promovieron fue Carlos Rengifo, quien trabaja en AGA como técnico ambiental.

Él dice que la campaña no la hicieron por la empresa: “Lo primero que hicimos fue mirar la problemática no tanto de AGA, sino de los barequeros del río (mineros tradicionales, artesanales, de oro y materiales de construcción)”.

Su preocupación era -me dijo por teléfono- que como la pregunta de la consulta fue reformulada por las autoridades para abarcar toda la minería , los artesanales, se verían afectados también.

“Buscaré otra actividad”

Caminando desde su casa al río por un sendero entre árboles le señalo a Flor Alba Castellanos una planta de hojas verdes con puntos lila. Se llama “lluvia de oro”.

Pero oro es lo que no le va a llover a Flor Alba, cree ella.

Primero, porque votó contra la mina y, segundo, porque sospecha que ese voto convertirá en ilegal su trabajo de minera tradicional de material de arrastre para la construcción (piedras, arena y otro material que recoge del río).

Hace más de 20 años que trabaja en esto, al igual que otras 30 familias de Cajamarca. ¿No le preocupa perder esta fuente de ingresos?

“Buscaré otra actividad”, dice. “Me parece súper, porque así aprendemos a valorar cuánto vale este río “.

Pero reconoce que no todos los que se dedican a la minería artesanal de arrastre y de oro piensan igual: “Hubo gente que no salió a votar porque le dijeron que la pregunta era para sacarlos”.

Robinson Mejía cree que no deberían preocuparse, que como es minería de subsistencia está protegida por la Constitución . De todos modos, dice que le pedirán a Consejo Municipal que incorpore una excepción al implementar lo votado en la consulta popular.

Cuando hablaba con el alcalde Marín me dijo que sí tienen que preocuparse porque toda la minería quedaba prohibida .

Pero luego aseguró que verán cómo pueden asesorarse para ver si incorporan una excepción.

Los campesinos

Uno de los elementos centrales de la campaña por el No era proteger el modo de vida campesino de Cajamarca.

En su finca desde la que se ve el casco urbano del municipio, Eder Olivera, con un machete y una radio atadas a su cinturón y un sombrero tapándole el sol, recoge un planta de arracacha.

“Este es el fruto que nosotros los campesinos consideramos nuestro verdadero oro”, me dice orgulloso.

Nació aquí mismo hace 38 años y en estas cinco hectáreas de cultivos piensa terminar sus días: “De aquí a mí me sacan muerto” .

No todos los campesinos son como él.

Para empezar están las decenas de familias que le vendieron sus tierras a AGA.

Luego, las cuatro familias campesinas que se encuentran en uno de los caminos de entrada a las tierras de la mina La Colosa, a poco más de 20 minutos del casco urbano.

“Aquí en el pueblo han ayudado harto”, dice Jorge Sicachá, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Paloma (ya cabeza de una de esas cuatro familias), por la que pasa ese camino. “En agricultura, en ganadería, en edificación”.

No votó, y asegura: “Los recursos naturales son para explotarlos” .

Emiliano Carreño tampoco votó: “Es aburridor tanta votación”. Carreño, de 76 años, se dedica a la ganadería en sus 20 hectáreas de campo.

Para él La Colosa es buena para Cajamarca: “El proyecto le da mucho trabajo a la gente que necesita” .

A él, por ejemplo, la empresa le paga -dice- un millón de pesos por mes (US$340), desde hace seis años, por usar el paso que se encuentra frente a la entrada de su finca. Recibe dinero por la entrada.

Y asegura que si AGA le quiere comprar su tierra se la vende.

Unos metros más allá de donde conversamos está José del Carmen Cárdenas cortando leña. Es un jornalero de 64 años, criado en estas tierras, que trabaja en las fincas como la de Carreño.

Él piensa distinto: “No queremos plata, no queremos oro, queremos el agua” .

Además, cuando un finquero vende, él y otros como él se quedan sin empleo.

Así que Cárdenas votó que no a la minería.

Monumento

Hace unos años, en otro aniversario de Cajamarca, cuando el pueblo cumplió los 100 años, se erigió en la plaza principal un monumento al campesino.

¿Seguirá allí cuando cumpla los 200, prevalecerá la voluntad de los habitantes de este municipio o triunfará el proyecto del Estado nacional de impulsar la locomotora mineronergética y será reemplazado por una estatua al minero?

Mientras siguen separando frijones en la precooperativa de Cielo Valencia, se forma un corrillo de gente; me cuentan con entusiasmo que votaron que No, que no quieren minería de gran escala y que nunca va a haber de eso aquí.

Y me recuerdan una vez más que Cajamarca es la despensa de Colombia.

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