Pilsen enfrenta especulación desenfrenada ante silencio de ciudad y políticos

El acto de borrar los murales en la fachada de la antigua Casa Aztlán, en Pilsen, ha desatado una serie de protestas contra la gentrificación, el desplazamiento y por la consideración de otras opciones para moderar la actividad de los inversionistas de inmuebles que han desplazado a 10,000 habitantes hispanos, en su mayoría mexicanos, de esta comunidad.

En las subsecuentes protestas el gran perdedor ha sido el concejal Danny Solís, quien ha sido el blanco de fuertes críticas  y a quien los activistas acusan de ser el primer responsable de la drástica situación en Pilsen.

Varios activistas, inclusive, acusaron a Solís de haber olvidado sus raíces de inmigrante y aliarse al lado de los inversionistas estadunidenses quienes están comprando edificios en el área y que, al renovarlos y mejorarlos, desalojan a los rentistas al subir las rentas a alturas inasequibles para los mexicanos.

“Estamos viendo desalojos arriba de desalojos, necesitamos que la gentrificación termine,” señaló Magda Guzmán Castañeda, de la Alianza de Pilsen, una organización que defiende a esta comunidad.

Los manifestantes como Castañeda apuntan que 5,000 de las 10,000 personas que han sido desplazadas han sido desalojadas de sus apartamentos ya sea a través de las cortes o bajo amenazas de elevar sus rentas.

El sábado pasado la organización El Proyecto Resurrección llevó a cabo una marcha compuesta de jóvenes bajo el título de “Love Pilsen”, ama a Pilsen, quizás para apaciguar la furia de las otras protestas anteriores.

Pero una contraprotesta de la comunidad esperó a la marcha de Proyecto Resurrección justo al pasar frente a Casa Aztlán y la abordó hasta la 18 y la Avenida Blue Island.

Ahí la marcha de “Love Pilsen” desembocó en una “yarda” en donde el Proyecto Resurrección brindó una fiesta a los jóvenes, en donde Solís supuestamente iba a hablar.

La contraprotesta sin embargo se apostó cerca de ahí y micrófono en mano fuertemente criticó a Solís, haciéndolo responsable de lo que ocurre en Pilsen además de acusarlo de recibir algunas donaciones de los desarrolladores de inmuebles.

“Los desalojos no son amor, los desalojos son odio,” dijo el activista Miguel Jiménez en relación a la marcha del Proyecto Resurrección.

Por otro lado, el concejal George Cárdenas, cuyo distrito 12 no está en Pilsen, salió con algunas ideas propias para frenar el desplazamiento en Pilsen durante un encuentro con activistas en ese barrio.

Cárdenas dijo en dicha reunión que Pilsen requiere un desarrollo equilibrado que incluya un plan de viviendas de bajo costo para los hispanos y quizás también considerar un moratorio a los nuevos desarrollos de inmuebles en Pilsen.

“Es tiempo de que Pilsen reciba la ayuda que se merece,” dijo Cárdenas agregando que en su distrito en McKinley Park él busca proteger a la comunidad de cualquier desarrollo.

El tema del control de rentas surgió tanto durante la contraprotesta como en la reunión con Cárdenas.

Una ley en Springfield previene que se considere el control de rentas pero ante la voracidad de la especulación que está prácticamente fuera de control en Pilsen, Cárdenas y los activistas piensan que es tiempo que todas las opciones sean consideradas para frenar la gentrificación de Pilsen.

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Chicago Opinión

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