El arte mexicano vibra en Chicago con coloridas piñatas este Cinco de Mayo

Los esposos Araceli y Abelardo Domínguez son propietarios de Abarrotera Mercantil, negocio en el que por dos décadas se han dedicado a vender piñatas y otras curiosidades mexicanas en pleno corazón de La Villita

Araceli Domínguez, propietaria del negocio Abarrotera Mercantil del barrio de La Villita, vende singulares piñatas para toda ocasión. (Belhú Sanabria / La Raza)

Araceli Domínguez, propietaria del negocio Abarrotera Mercantil del barrio de La Villita, vende singulares piñatas para toda ocasión. (Belhú Sanabria / La Raza) Crédito: Belhú Sanabria / La Raz

Estrellas con colores de la bandera mexicana y singulares burritos son algunas de las piñatas que más se venden en las celebraciones del Cinco de Mayo, dicen Araceli y Abelardo Domínguez, dueños de Abarrotera Mercantil, un negocio establecido desde hace dos décadas en el barrio de La Villita.

Araceli Domínguez trabajó en una piñatería por 17 años, lo que le sirvió para conocer este rubro en el mercado. Ella cuenta que su patrón le traspasó el negocio del que ahora es dueña hace 20 años. “Mi patrón tenía su negocio de piñatas frente de aquí y él no los traspasó, yo trabajé con él muchos años así que ya conocía algo del negocio”, dijo.

Piñatas al gusto del cliente

Los Domínguez buscan mantener vigente la tradición de las piñatas en las futuras generaciones por lo que continúan vendiendo este producto para cualquier ocasión en su establecimiento. “Nos piden piñatas no solo para cumpleaños también vendemos piñatas para Cinco de Mayo, baby showers, bodas, Día de Muertos, posadas, incluso para inauguración de negocios”, explicó Araceli Domínguez, quien es natural de Ciudad Juárez, Chihuahua.

Algunas piñatas las traen de México y otras las fabrican en su negocio al gusto del cliente, señaló la empresaria. “Nuestro artesano ha sido clave para nosotros porque si alguien nos pide algún modelo especial de piñata, nosotros podemos hacerlo, esta es una ventaja que no la tienen todos los negocios”, detalló.

El artesano que fabrica las piñatas en el negocio de los Domínguez utiliza la técnica tradicional de globos, engrudo, papel periódico y papel maché para dar color y vida a sus productos. “Para la fabricación de piñatas no utilizamos la olla de barro para evitar cualquier accidente con los niños”, señaló Domínguez a La Raza.

El tiempo de elaboración de una piñata puede variar, según el tamaño, de dos a cinco días, dado que se puedan hacer chicas, medianas y grandes.

“Hay clientes que nos han pedido piñatas pequeñas y otras grandes. Recuerdo que hubo un pedido de novios que median casi ocho pies y ahora me están solicitando unos burros de cinco pies que son para el Cinco de Mayo y ellos lo quieren de diferentes colores, así que los vamos a tener para esas fechas.

Hacemos las piñatas que el cliente nos pida”, dijo la comerciante, quien también ofrece en su tienda palos de piñata y golosinas para el relleno de la misma.

Hasta la tienda han llegado a comprar piñatas personas de distintas etnicidades como asiáticos, europeos y latinos. Y es que la tradición de las piñatas traspasa fronteras.

“A la piñata de relleno le ponen dulces, cacahuates, naranjas y otras personas le ponen dinero y hasta botellitas de plástico que contienen licor”, menciona Domínguez.

En Abarrotera Mercantil también se venden artesanías y curiosidades mexicanas como macetas, alcancías, pirinolas, domino, loterías, matracas, cuadros, jarras y nacimientos, por mencionar algunas.

“Todo negocio empezando es difícil, pero si le echas ganas se sale adelante”, dice la comerciante de La Villita, quien espera vender más piñatas de abril a septiembre, los meses en el que más demanda tiene este producto en la comunidad latina.

Origen de las piñatas

Pese a que la piñata se asocia a la cultura latina, algunos historiadores señalan a China como su lugar de origen, país que las utilizaban para las celebraciones de año nuevo. Más adelante, Marco Polo llevó esta tradición a Italia en donde se adaptó a las festividades de la cuaresma. De allí pasaron a España, desde donde se difundió la práctica de la piñata en México y en otros países de Latinoamérica. Con todo, en el México prehispánico ya existían tradiciones similares a la piñata, lo que facilitó su sincretismo.

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