Las latinas están sufriendo más el impacto económico del coronavirus

La Latin American Association de Atlanta realiza una repartición de alimentos el pasado 30 de mayo de 2020. (Foto cortesía de la Latin American Association  proporcionada por The Center for Public Integrity)

La Latin American Association de Atlanta realiza una repartición de alimentos el pasado 30 de mayo de 2020. (Foto cortesía de la Latin American Association proporcionada por The Center for Public Integrity) Crédito: Cortesía

La mala noticia se esparció por el icónico hotel Bellagio en las Vegas un domingo por la tarde en marzo. Alrededor de 2,000 camareros –en su mayoría mujeres afroamericanas y latinas– fueron convocados a cuatro salas de conferencia diferentes. Los supervisores les informaron que los huéspedes estaban cancelando sus reservaciones por causa de la propagación de Covid-19. En cuestión de minutos fueron despedidos.

Modestina Rivera, quien tenía limpiando habitaciones en el hotel de Las Vegas durante más de tres décadas, quedó aterrada. Ella y su esposo, quien está jubilado, dejaron de pagar sus cuentas en abril y el propietario de su vivienda les dio de plazo hasta el final del verano para pagar la renta. Rivera no sabe qué va a suceder.

“Me entristeció mucho”, dijo Rivera, de 57 años.

El reporte mensual sobre empleos, publicado el viernes por el Departamento de Trabajo (Oficina de Estadísticas Laborales), muestra que las compañías empezaron a contratar otra vez en mayo, agregando 2.5 millones de empleos después de perder un récord de 22 millones en marzo y abril con el cierre del país por causa del COVID-19. Pero la mayoría de las ganancias de empleos fueron a los trabajadores angloamericanos. Las latinas siguen sintiendo el impacto económico más grande de la pandemia, con una tasa de desempleo más alta que cualquier otro grupo racial o de género. Rivera sigue desempleada.

El 19 por ciento de empleadas latinas estaban desempleadas en mayo. Aproximadamente 16.8 por ciento de trabajadores afroamericanos estaban desempleados también, la siguiente tasa de desempleo más alta para un grupo racial. La diferencia entre las tasas de desempleo entre las latinas y los hombres blancos fue la más grande: 8.3 puntos porcentuales.

Economistas dicen que la disparidad viene de barreras institucionales que limitan a las latinas a los puestos de trabajo en los servicios con la remuneración más baja, lo cual típicamente requiere un contacto cercano con la gente. Por ejemplo, latinas son empleadas como dependientas, asistentes en el cuidado de la salud en el hogar o niñeras, y es mucho más probable que otros grupos raciales que trabajen como empleadas domésticas y conserjes. Estos empleos en la industria de servicios han desaparecido a un ritmo mayor durante la pandemia.

La industria del ocio y la hospitalidad se ha deshecho de la mayor parte de los empleos: 7.3 millones en abril. En mayo, la industria agregó 1.2 millones de empleos, pero es insuficiente para revocar el daño. Casi una cuarta parte de los empleados en hospitalidad son latinos. Rivera es uno de ellos.

La alta tasa de desempleo es aún más dolorosa para las latinas porque ellas son las empleadas que menos ganan en Estados Unidos, dijo Sylvia Allegretto, economista laboral y copresidente del Centro de Dinámicas de Salarios y Empleo en la Universidad de California en Berkeley.

“Como la mayor parte [de las latinas] son personas de bajos ingresos, no tienen ahorros para enfrentar la tormenta”, dijo Allegretto. “Covid ha expuesto desigualdades que han existido por mucho tiempo.”

La desigual pérdida de trabajos es el último ejemplo del impacto desproporcionado de la pandemia sobre la gente de color. Los latinos están en mayor riesgo de ser expuestos al Covid-19 porque están más propensos a tener empleos considerados como esenciales y por lo tanto se les requiere trabajar, tal como trabajos en transporte, almacenaje y limpieza. Es más probable que los afroamericanos mueran por causa del virus. Los asiáticoamericanos han reportado ser objeto de un aumento brusco en crímenes de odio y comportamiento racista por causa de la enfermedad.

Rivera le dijo a Public Integrity que todavía está esperando recibir los $600 por semana como ayuda de desempleo que el Congreso otorgó a los trabajadores desempleados como parte de la ley CARES (Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security Act). Muchos estados no estaban preparados para manejar la avalancha de solicitudes, retardando así los pagos. Sin embargo los beneficios no durarán después de julio a menos que el Congreso vote por extenderlos.

Muchos economistas creen que el Congreso debería tomar medidas más audaces para acelerar la recuperación de esta fuerza laboral vulnerable. Allegretto y otras personas han abogado para que el gobierno federal pague los sueldos de los trabajadores de una forma temporal para que no pierdan sus empleos. Otros están presionando para gastar más en cupones de alimentos, los cuales proporcionarían ayuda inmediata a los hogares más pobres. Eso, dicen ellos, evitarían que las mujeres latinas se queden aún más atrás.

Una fuerza laboral al límite

Las mujeres hispanas siempre han sido particularmente vulnerables a las recesiones económicas. Son las trabajadoras con los salarios más bajos del país, ganando aproximadamente $678 a la semana comparado con el promedio nacional de $957 por semana. Tienen menor probabilidad de tener ahorros de emergencia o un título universitario. Y décadas de discriminación han mantenido a las latinas en empleos inflexibles que ofrecen pocas prestaciones.

Sin embargo, nada ha afectado tanto a las latinas como las consecuencias económicas de la pandemia mundial. Incluso la Gran Recesión no causó tantos problemas económicos. Durante la crisis hipotecaria de 2008 los hombres perdieron sus trabajos a un ritmo más alto, especialmente los hombres negros y latinos. El desempleo entre los hombres afroamericanos alcanzó su punto máximo en el 19.3 por ciento y entre los hombres latinos en el 13.8 por ciento. Millones de mujeres perdieron sus empleos también pero el desempleo en las mujeres alcanzó su punto máximo en el 8.4 por ciento.

El impacto desigual es causado por lo que los economistas llaman “segregación ocupacional”. Esto sucede cuando un grupo demográfico está sobre representado o subrepresentado en ciertos trabajos. Los hombres latinos están sobrerrepresentados en la industria de la construcción, por ejemplo, y los hombres afroamericanos constituyen la mayor parte de los trabajadores en fábricas. Millones de empleos en estas industrias se perdieron durante la crisis hipotecaria de 2008.

A medida que la economía se recuperaba, también lo hizo el mercado laboral, agregando millones de nuevos empleos en el sector de salud y hospitalidad. En diciembre de 2019 había muchos más trabajos disponibles que trabajadores para ocuparlos. El desempleo entre los latinos y afroamericanos y cada grupo racial había caído a un mínimo histórico.

Las ganancias se perdieron en marzo cuando la gente se confinó en casa para evitar contraer el Covid-19. Pero durante esta recesión son las mujeres las que están perdiendo sus sueldos, especialmente las latinas.

Los números del último informe de empleos muestran que la mayoría de los despidos está ocurriendo en los sectores de servicios. La industria del ocio y la hospitalidad –viajes, comidas y entretenimiento– depende en gran parte de los servicios en persona que se han reducido o prohibido durante la pandemia. Por eso es que las latinas están experimentando la peor de las consecuencias. Las latinas tenían aproximadamente uno de cada cuatro trabajos de servicio en 2019, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Las latinas están especialmente sobrerrepresentadas en trabajos de ventas, ocupando el 29 por ciento de esos empleos.

Existe una buena posibilidad de que las latinas que no fueron despedidas sean trabajadoras esenciales, lo que las pone en mayor riesgo de contraer Covid-19. Los latinos (hombres y mujeres) representan el 20 por ciento de los trabajadores esenciales en transporte y almacenamiento y el 40 por ciento si son trabajadores que limpian y dan mantenimiento a edificios industriales, comerciales y residenciales.

“Es como lo peor de ambos mundos. Es lo peor de Covid,” dijo Randy Albelda, un economista laboral en la Universidad de Massachusetts que estudia a los trabajadores de bajos sueldos. Las latinas están en estas industrias en donde han sido despedidas en grandes cantidades y quienes también están sobrerrepresentadas entre los trabajadores de primera línea.

Rita Terrero es una de las 1.5 millones de latinas que han sido despedidas desde marzo. Tenía dos años trabajando como agente de viajes en Atlanta cuando el coronavirus llegó a Georgia. A mediados de marzo los clientes de su compañía comenzaron a cancelar los viajes de turismo, convenciones y conferencias. A finales del mes todas las 30 personas en su departamento fueron despedidas.

“Lloré como un bebé”, dijo Terrero, de 60 años, quien tuvo que pedirle dinero prestado a sus hermanos para pagar las cuentas de abril y mayo. “Tenía problemas de salud y estaba muy preocupada en poder continuar con mi seguro”.

Dijo que su antiguo patrón está pagando hasta finales de julio las primas del seguro médico de los empleados que habían sido despedidos. Su seguro cubre los $298 dólares al mes de sus inhaladores por receta. Terrero no sabe cómo va a conseguir el dinero en agosto. El cheque por $1,200 que recibió del IRS para estimular la economía la ha ayudado pero eso no cubre siquiera un mes de renta por su apartamento de tres recámaras que comparte con su hija y nieto. Terrero no recibió los $600 adicionales semanales como ayuda por desempleo otorgado a través de la ley CARES hasta mediados de mayo.

Toda la incertidumbre la ha deprimido. Ahora conversa con un terapeuta semanalmente, lo cual ayuda, dice. Pero no cambia el hecho de que Terrero está al borde de la ruina económica. Frecuentemente revisa su correo electrónico por un mensaje de su antiguo patrón diciéndole que ya puede retomar su empleo. Hasta ahora no ha tenido suerte.

Agujeros en la red de seguridad

Desde marzo los teléfonos no han dejado de sonaren la Asociación Latinoamericana de Atlanta la cual atiende a cerca de 1,000 familias latinas en la región. En épocas normales, el grupo sin fines de lucro ayuda a familias hispanas en Georgia a abrir pequeñas empresas, resolver asuntos de inmigración y llenar solicitudes para la universidad. Todo eso ha cambiado. Ahora los clientes necesitan ayuda en asuntos más básicos, como pagar la renta. “Esa es la cosa número uno que nuestra comunidad necesita en este momento, sin lugar a dudas”, dijo Aixa Pascual, directora ejecutiva de la asociación.

En los últimos tres meses el grupo ha ayudado a más de 900 familias a solicitar ayuda para la renta. Una gran parte del 1 millón de latinos de Georgia son inmigrantes indocumentados de México y Centro América. Ellos no califican para obtener beneficios de desempleo o ayuda del Congreso por el coronavirus. Grupos sin fines de lucro han estado emitiendo cheques pero el dinero es limitado.

Muchas de las personas que buscan ayuda de la Asociación Latinoamericana son trabajadoras latinas que fueron despedidas de sus trabajos limpiando hoteles y casas particulares.

Pero las latinas son también maestras y dueñas de negocios. En marzo, Pamela Rodríguez perdió su empleo como maestra substituta en las escuelas públicas de Atlanta. Desde entonces depende de otros para ayudarle a pagar sus cuentas. La madre soltera de una hija de 17 años ganaba $85 dólares por día enseñando. También tuvo que cerrar su salón de belleza en donde hacía tratamientos faciales y ponía extensiones de pestañas.

Rodríguez no ganaba suficiente dinero enseñando para calificar para beneficios de desempleo, así es que tanto ella como su hija viven del dinero que manda su exesposo todos los meses como pago de manutención para su hija.

Tengo miedo”, dijo Rodríguez de 49 años. “Estoy soltera, soy mujer y soy latina, y siento la presión”.

Rodríguez, quien es de Panamá, dijo que el cheque de $1,700 que recibió del IRS para estimular la economía cubrió un mes de renta. Eso no es suficiente. Ella vive de cheque a cheque tal como la mayor parte de las trabajadoras latinas.

Las familias latinas, contrario a las familias de blancos, aún no se habían recuperado completamente de la Gran Recesión cuando llegó el nuevo coronavirus. Las latinas perdieron 66 por ciento de la riqueza del hogar en la última recesión económica, la mayor disminución de cualquier grupo racial. (Los blancos perdieron solamente 16 por ciento.)

A medida que la economía fue mejorando, la riqueza latina aumentó más del 50 por ciento para 2016, pero aún sin llegar a los niveles previos a la recesión. Las mujeres como Rodríguez y Rivera no tienen los activos para mantenerse durante la pandemia.

Ahora la pandemia amenaza con retroceder el lento progreso hacia la creación de riqueza.

El Congreso tiene opciones

En términos económicos, la buena noticia puede ser que, por los menos por un mes, la pérdida de empleos paró y algunos lograron regresar al trabajo.

Pero los economistas dicen que el dolor financiero podría durar años.

“Va a ser un paso hacia el frente y dos pasos hacia atrás”, dijo Allegretto, de la Universidad de California en Berkeley.

Allegretto espera que el Congreso amplíe los cheques semanales adicionales de desempleo de $600 dólares que vencen en julio, hasta fin de año. Pero es poco probable.

Albelda, de la Universidad de Massachusetts, dice que una de las mejores formas de ayudar a las latinas desempleadas de bajos ingresos es aumentando los beneficios de cupones alimenticios. Pero estas posibles soluciones dejarían al margen a millones de latinas de bajos ingresos que son inmigrantes indocumentadas. En este momento no califican para el seguro de desempleo, cheques de estímulo ni otros beneficios que el Congreso ha proporcionado a los trabajadores.

Pascual en la Asociación Latinoamericana quiere que el Congreso extienda la ayuda de estímulo a los inmigrantes indocumentados que tienen antecedentes de pagar impuestos.

“Ellos trabajan muy duro y necesitan ayuda en este momento”, dijo Pascual.

Miedo de regresar al trabajo

Las Vegas Strip comienza a volver a la vida. Los casinos y hoteles abrieron nuevamente el jueves, incluyendo el hotel Bellagio en donde Rivera limpiaba habitaciones.

Las fuentes del hotel marcaron la gran reapertura programada para “Viva las Vegas”. Pero no todo mundo está celebrando. Los trabajadores del sector hospitalario tienen miedo de regresar al trabajo ya que puedan contraer el Covid-19.

El Sindicato de Trabajadores Culinarios Local 226, que representa a Rivera y otros 60,000 trabajadores de la hospitalidad en Nevada, instó a los funcionarios electos a exigir a los casinos que evalúen regularmente a los empleados por Covid-19, proporcionen mascarillas, guantes y un plan que describa los pasos a seguir para mantenerse protegidos. Más de la mitad de los miembros del sindicato son latinas.

Rivera participó la semana pasada en una protesta junto a miles de antiguas colegas en una caravana a lo largo de Las Vegas Strip. Tocaron las bocinas y sostuvieron carteles que decían “Reabran Vegas de forma segura.”

Pero a Rivera aún no la han llamado a su trabajo y no sabe cuándo será. Dejó de pagar la renta de junio.

“Por supuesto que estoy aterrada, todo mundo lo está,” dijo Rivera. “No solamente perdimos nuestros trabajos, ahora tenemos miedo de regresar. Esto es cuestión de vida o muerte”.

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The Center for Public Integrity aportó este reportaje para su publicación en La Raza.

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