La comunidad da un mensaje más efectivo sobre covid-19 que los funcionarios de salud

El establecimiento de relaciones con asociaciones comunitarias es clave para involucrar a la ciudadanía. El gobierno, a nivel nacional, estatal o local, no puede resolver la crisis del coronavirus por sí solo. 

Johnson & Johnson Vaccine Administered At Colorado Fire Department

Crédito: Michael Ciaglo | Getty Images

Los errores en la distribución de la vacuna contra el covid-19 eran predecibles.

¿Cómo se puede esperar algo mejor de un sistema de salud quebrado y lleno de obstáculos para las minorías, dado el racismo y prejuicio estructural profundamente arraigados?

Durante casi un año se ha informado ampliamente sobre cómo la pandemia ha afectando de manera desproporcionada a estas comunidades en todo el país. Aunque los hispanos constituyen una pequeña fracción de la población de EEUU han registrado un injusto alto porcentaje de casos y muertes por covid-19.

En Chicago, la comunidad latina está siendo afectada por covid-19 más que cualquier otro grupo, con más de 85,000 casos confirmados y más de 1,600 muertes.

A medida que la enfermedad avanza, los hispanos han estado en mayor riesgo porque muchos viven en hogares multigeneracionales con espacio limitado; varios son trabajadores esenciales en empresas con una mayor probabilidad de exposición al virus. Además, un gran número experimenta un trato desigual en el sistema de salubridad.

Por lo tanto, no es sorpresa que, cuando finalmente se puso a disposición la vacuna, los latinos volvieron a quedar rezagados. Aunque el gobierno federal brindó orientación sobre qué grupos priorizar para la vacunación, dejó en manos de cada estado determinar quién iría al comienzo de la fila.

La primera etapa en Chicago reflejó lo que estaba sucediendo en todo el país: priorizar las dosis para las personas mayores, a expensas de distribuir la vacuna de una manera equitativa. Un porcentaje mucho más alto de la población anglosajona de la ciudad tiene 65 años o más comparada con la media hispana, que se inclina hacia los más jóvenes.

Cuando comenzó la campaña de vacunación de la ciudad en diciembre, funcionarios de salud en Chicago estimaron que un 53% de las personas que recibían la vacuna eran blancas, comparado con solo un 17% de origen hispano.

En respuesta a estas inequidades en las tasas de vacunación, la alcaldesa Lori Lightfoot y el Departamento de Salud Pública de Chicago lanzaron el plan Protect Chicago Plus a fines de enero. El objetivo de dicha iniciativa es servir a los vecindarios más afectados por la pandemia según lo determina el Índice de Vulnerabilidad Comunitaria Covid-19 de la ciudad.

Pero si bien esa estrategia funcionó para finalmente incluir a las minorías, una vez más, no logró llegar a ellas como se esperaba.

Una encuesta de Kaiser Family Foundation publicada el mes pasado revela que existen dudas sobre la vacuna  entre las comunidades vulnerables, sobre todo entre hispanos, preocupados por la rapidez con la que se desarrolló y los efectos a largo plazo que esta puede tener.

Entre los innumerables obstáculos para adquirir la vacuna contra el covid-19 también están la falta de conocimiento, los portales de internet del gobierno sin guías en español, la dificultad general para obtener citas y, en algunos casos, el miedo a caer en manos de agentes de inmigración. Sin embargo, cuando finalmente los hispanos superan esa zozobra, aún no encuentran las dosis en clínicas o farmacias comunitarias.

¿Cuál ingrediente hace falta en la estrategia de alcance de Protect Chicago Plus? Incluir a la comunidad en la toma de decisiones.

Una historia de éxito tuvo lugar a fines de febrero, cuando aproximadamente 1,000 residentes del sector de La Villita recibieron las dosis en un puesto de vacunación implementado y organizado por Mi Villita Neighbors.

La iniciativa buscaba dar cabida a las personas que no podían obtener una cita por falta de acceso a Internet, un problema conocido dada la dificultad del aprendizaje remoto registrada el año pasado en las escuelas públicas del país. La mayoría de las personas fueron atendidas sin cita previa, puesto que miles de hispanos no poseen vehículos y no podían acceder a los sitios de vacunación móvil, popularmente conocidos como drive-thru.

Históricamente los latinos han dudado en vacunarse contra la influenza debido a conceptos erróneos culturales y de lenguaje. Entonces, ¿por qué no fue prioridad para la Ciudad proporcionar una campaña de educación pública en español sobre la suprema importancia de la vacuna contra el covid-19?

Esperanza Health Centers, una de las clínicas comunitarias que lidera la vacunación masiva en el Southwest Side, se asegura de que muchos de sus empleados sean bilingües para informar y educar a las personas cuyo primer idioma es el español.

La ayuda es indispensable porque hace que las personas sientan confianza y es vital para aquellas comunidades que quizás se sienten marginadas durante el proceso de vacunación.

La Dra. Marina Del Ríos, de la unidad de emergencias de UIC y miembro de Illinois Unidos, fue la primera persona en Chicago en ser vacunada. Del Ríos, una de las primeras críticas del plan de distribución de vacunas, dice que es importante liderar dando ejemplo. Ella nos comparte que los pacientes sienten más confianza de recibir la vacuna cuando una persona con autoridad que se asimila a ellos da el primer paso.

Es alentador que se esté dando un cambio de política bajo el mandato del presidente Joe Biden, una significativa diferencia con la administración anterior al tratarse de incluir a los inmigrantes indocumentados en el plan nacional de vacunación contra el covid-19. Sin embargo, después de cuatro años de virulenta retórica antiinmigrante, lamentablemente continúa la desconfianza hacia el gobierno.

El establecimiento de relaciones con asociaciones comunitarias es clave para involucrar a la ciudadanía. El gobierno, a nivel nacional, estatal o local, no puede resolver la crisis del coronavirus por sí solo.

Es fundamental aprovechar el alcance de organizaciones vecinales confiables, como Mi Villita Neighbors, quienes  establecen sitios de vacunación en espacios públicos familiares, como iglesias y escuelas, donde miembros de la comunidad sienten confianza.

Mucho antes de la pandemia, las disparidades generalizadas en la atención médica por raza y etnia expusieron una profunda desigualdad y discriminación en nuestra sociedad. El covid-19 agravó esta situación dentro de la comunidad hispana y otros grupos marginados.

Las vacunas contra el covid-19 deben ser más que una herramienta para combatir una crisis de salud pública. También están obligadas a ser una herramienta para reequilibrar las responsabilidades de la sociedad hacia toda su gente, en cada comunidad. En tal sentido, no deben administrarse bajo los procedimientos estándar de un sistema que opera de arriba hacia abajo, el que históricamente le ha fallado a las comunidades en riesgo.

La oportunidad que brinda la experiencia del covid-19 está en trabajar hacia la equidad en el sistema de salud siendo incluyentes y transparentes. Necesitamos adoptar un enfoque de abajo hacia arriba para empoderar a la comunidad, en modo tal, que sus miembros tomen el liderazgo en la implementación de programas de vacunas equitativos, recopilen datos, eduquen sobre prevención y promuevan el bienestar.

Un esfuerzo menor sería un tratamiento de segunda clase que seguiría aumentando la disparidad de casos y muertes por covid-19 que la comunidad latina continua enfrentando.

Hugo Balta es dueño y editor del Latino News Network y expresidente de la Asociacion Nacional de Periodistas Hispanos (NAHP).

Para leer la version en inglés visite The Chicago Reporter: The Community Can Deliver A Better covid-19 Message Than Health Officials.

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