Celebran la vida con colorido altar de Día de Muertos en Pilsen

Isabel Hernández construyó la imponente ofrenda y espera que esa tradición continúe viva en las nuevas generaciones

El imponente altar por el Día de Muertos elaborado por Isabel Hernández mide 15 pies y tiene cerca de 250 fotografías de residentes de Pilsen que murieron en diferentes años y por diversas circunstancias. (Belhú Sanabria / La Raza)

El imponente altar por el Día de Muertos elaborado por Isabel Hernández mide 15 pies y tiene cerca de 250 fotografías de residentes de Pilsen que murieron en diferentes años y por diversas circunstancias. (Belhú Sanabria / La Raza) Crédito: Impremedia

Isabel Hernández no pudo encontrar mejor forma de rendir tributo a los residentes de Pilsen fallecidos en diferentes años y por diferentes circunstancias que elaborando, con sus propias manos y sin la ayuda de nadie, un imponente altar por el Día de Muertos. Su altura es de 15 pies y tiene cerca de 250 fotografías que evocan la memoria de quienes partieron pero cuyo recuerdo sigue vivo.

Ella dice que el terminar el altar por completo le tomó tres semanas y que pidió la ayuda de la comunidad y de un banco de comida local para recolectar las 178 cajas que necesitaba como parte de la confección del altar en el que además utilizó plástico y madera.

Y para la decoración incluyó velas, vasos de agua, calaveritas, papel picado y la tradicional flor de cempaxúchitl.
El altar consta de siete niveles y en ellos se honra la memoria de los vecinos del barrio, de personajes ilustres como la activista Raquel Guerrero, el artista Carlos Cortéz y el maestro de arte Francisco Mendoza, por mencionar algunos.

Las fotografías de mascotas también destacan en uno de los niveles  porque para Hernández “ellos también son parte de la familia”.

Corona el altar en la punta más alta, un cuadro con la imagen de la Virgen de Guadalupe acompañado con fotografías de familiares de Hernández que fallecieron hace 10 y 20 años y la de un hermano que falleció a causa del covid-19.

Hernández dice que los siete niveles representan las siete etapas de la vida desde el nacimiento hasta la muerte. Los altares deben tener los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua, explica. “El agua la representamos con los vasos de agua, el vaso de agua se supone es para la gente, los muertos después de un largo viaje vienen sedientos; la tierra se representa con la comida; el fuego es con las veladoras y el aire se representa con el papel picado”.

‘No nos olvidemos de los que ya no están con nosotros’

Para ella, el altar de muertos es una celebración de la vida. “Mucha gente cree que es celebrar el Día de Muertos a los muertos, no, el altar es una celebración a la vida, lo cual es muy diferente. ¿Por qué un altar? Porque les ofrendamos lo que a ellos les gustaba y disfrutaban en vida. Es una celebración de que los recordamos a pesar de que se nos hayan ido. Esto es un altar a la vida de cada uno de ellos y son recordados a pesar de ya no están en este mundo”.

No hay que confundir la celebración de Halloween con el Día de Muertos, son dos cosas totalmente diferentes, menciona Hernández. “En este día celebramos y recordamos a los que se fueron y lo bonito es que las nuevas generaciones continúen con la tradición, en el sentido de que no nos olvidemos de los que ya no están con nosotros porque algún día nosotros también nos vamos a morir”.

Esta celebración mexicana comienza durante la noche del 31 de octubre y prosigue los días 1, Día de todos los Santos, y 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos.

El imponente altar por el Día de Muertos elaborado por Isabel Hernández mide 15 pies y tiene cerca de 250 fotografías de residentes de Pilsen que murieron en diferentes años y por diversas circunstancias. (Belhú Sanabria / La Raza) Crédito: Impremedia

Incluyendo a la comunidad

Todos aquellos que quieran contemplar el altar pueden hacerlo mientras usen su mascarilla y practiquen la distancia social. “Están bienvenidos a pasar”, dice Hernández. El jardín con el altar de 15 pies está entre las calles 19, Troop y Loomis en el vecindario de Pilsen.

“Al ver gente que viene y toma fotos y les gusta el altar, esa es la mayor satisfacción y recompensa que puedo tener. Siento que valió la pena todo el trabajo y el esfuerzo que hice y sobre todo, cuando me dan las gracias, el haber incluido a nuestra comunidad, a la gente que se nos fue que eran parte de Pilsen”, remarcó Hernández.

La cobertura editorial de La Raza es posible en parte gracias al apoyo del Chicago Community Trust y del Facebook Sustainability Accelerator/International Center for Journalists.

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