Víctor Manuelle y el orgullo de ser boricua
En su más reciente video, “Que suenen los tambores”, Víctor Manuelle pone color a la vida gris de un pueblo puertorriqueño azotado por la pobreza y la falta de esperanza.
Con su música, como ha hecho durante sus 20 años de carrera, este boricua nacido en El Bronx y criado en Isabela, Puerto Rico, alegra los días de quienes encuentra a su paso con mensajes de optimismo, amor, autoconfianza y fe en el futuro.
En el Desfile Puertorriqueño 2015, Víctor Manuelle hará lo propio como monarca del evento. El intérprete de “Si Tú Me Besas” y “Agua Bendita” saldrá de gira mundial próximamente, no sin antes ser el rey de la máxima fiesta boricua en la ciudad.
“Para mí es un honor y un privilegio –después de 20 años de carrera llevando el género que identifica mi isla, Puerto Rico– ser reconocido e invitado al evento más importante que refleja nuestra identidad boricua”, dice el versátil intérprete de salsa y otros ritmos tropicales, quien saltó a la fama de la mano de grandes como Gilberto Santa Rosa y Don Periñón e interpretó a Rubén Blades en la película “El Cantante”.
Con más de 20 discos que han escalado a las posiciones más altas de las listas Billboard –como su inolvidable “Travesía” (2004), producido por Emilio Estefan, que incluye el super éxito “Tengo Ganas”–, él es uno de los embajadores más sólidos de la riqueza cultural de su pueblo. “Cada vez que subo a un escenario, no solamente sube Víctor Manuelle. Llevo en mi pecho mi bandera y la música que representa mi isla”, explica este orgulloso padre de tres hijos a quienes –asegura– les transmite a diario el orgullo de ser boricua.
“Que suenen los tambores”, su más reciente producción, no escapa de esta buena suerte que pareciera acompañar a todo lo que hace, incluida su campaña sobre el Alzheimer. “Estoy trabajando para crear conciencia sobre todo lo relacionado con la condición y los pacientes de Alzheimer en Puerto Rico, ya que lo estoy viviendo en carne propia porque mi papá lo padece”, destaca esa dulce voz que cantó una inolvidable versión a capella de “La vida es un carnaval” en el funeral de Celia Cruz.