El arte en fuga de Francisco Ugarte
Las proyecciones del artista mexicano, en la galería Cristin Tierney de Chelsea, nos obligan a reflexionar sobre las nuevas tecnologías y el arte de lo efímero y lo eterno.
Las paredes desnudas se van cubriendo alternativamente de colores. Arte concreto, blanco sobre blanco, geometrías luminosas. Esta es la colección de arte virtual que define y desafía esta época de realidad aumentada, Pokémon Go, #Instaart, lecturas hipermediáticas y bibliotecas de disco duro.
Las obras reunidas en Slideshow, la estupenda exhibición de Francisco Ugarte en la Galería Cristin Tierney, curada por Candace Moeller, conjuran el arte primordial, ese en el que todo es una conspiración óptica, una potente y subjetiva reacción cerebral. Colores que el ojo absorbe como un código de luz abierto y que el cerebro asigna a su paleta de pigmentos. Ugarte despoja a la obra de formato, convirtiéndola en haces de flujos luminosos, juego de colores que mutan, reordenándose. Insiste en desmontar lo que desde hace milenios no es más que geometría de la percepción, formas insinuadas entre luces y sombras.
A pesar de que el resultado puede considerarse bidimensional, hay en el montaje una teatralidad que se inclina por enfatizar la tridimensionalidad. La proyección es esencialmente, desde un punto de vista compositivo, instalativa, multidimensional, puesto que comprende dos puntos focales unidos por un vector, una pantalla y un lente. En ese microsegundo migratorio la obra se descompone en luz, viaja, desaparece, como un ciclo silencioso entre lo eterno y lo efímero.
La suya es una propuesta que se afinca en una intercepción. Arte en la frontera de la tecnología y la ciencia, pero también gesto de modernidad que hace portable la tradición, la miniaturiza, la pasa de contrabando, garantizando así su viabilidad dentro de los nuevos paradigmas. Parece simple, partiendo incluso de su economía de recursos: transparencias, proyectores, tapes y escarpelos, pero ya decía Bukowsky que “un artista expresa las cosas complicadas de una manera simple”. En Ugarte colisionan las teorías de una modernidad líquida, hipertrofiada y evasiva, contra el rescate de una sólida práctica estética vanguardista: el abstraccionismo geométrico, que vive su nuevo apogeo. También se registran en un mismo acto lo efímero de esos tapices de luz, como reflejo de un soporte eléctrico, frente a las cualidades de alta preservación de la fotografía positiva.
Mientras otras artistas hubieran radicalizado la propuesta, apostando directamente por el arte y la proyección digital, Ugarte apela a una laboriosa técnica, el oficio de miniatura; frente al arte digital rescata un soporte vintage: las diapositivas. Las interviene alterándolas con cinta adhesiva transparente, creando abstracciones geométricas en positivo que luego serán proyectadas o impresas.
Ugarte pretende que su arte sea también mutable, cinético, que la foto fija ceda al arrollador ritmo de la multitud, el mecánico desfile de proyecciones de filminas que fuera tatarabuelo del PowerPoint.
Slideshow complace en sus dos líneas: con todo lo que el arte contemporáneo tiene de espectáculo sensorial, y también al proponernos una lectura más compleja y elusiva de eternas interrogantes metafísicas. ¿Qué somos, hacia dónde vamos? ¿Sobre qué fugaz soporte se construyen los nuevos paradigmas estéticos?