La vida de “Mano de Piedra” con la pegada de Robert de Niro
"Hands Of Stone'" reta los estereotipos tras el 'backstage' de la época de oro del boxeo
“Recuerdo que me hospedé en el Hotel Penn, al frente del Madison Square Garden y cuando salí a la calle para conocer un poco… nadie me miraba”, empieza diciendo Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán, el mítico excampeón mundial de boxeo, cuya vida es el tema de la película “Hands of Stone”.
“Entonces me detuve, pensé un poco y me dije: ‘Un día voy a venir acá y todos me van a conocer y todos me van a aplaudir’, agrega un hombre que a sus 65 años, enfrenta el desafío de ver su vida de leyenda en la pantalla en una película protagonizada por el actor venezolano Edgar Ramírez, dirigida por Jonathan Jakubowicz, en la que participan el cantante Rubén Blades y el estelar Robert de Niro.
De paso por Nueva York, en plan promocional para el estreno de la película que será mañana viernes, Durán y Ramírez se reunieron con “El Diario” en una conversación distendida para ponerle nombres y rostros a la historia detrás de “Hands of Stone”.
¿Por qué hasta ahora una película sobre la vida de ‘Mano de Piedra’?
RD: “Porque después de escuchar propuestas de varias personas, entre mi esposa y mi hijo me convencieron. Estaban muy necios con el tema, hasta que un día les dije: ‘está bien, vamos a hacer la película, pa’ que no jodan más…pa’ que me dejen tranquilo’”.
Y se hizo la película y ya pasó por Cannes, no como parte de festival, sino como invitada, algo que sin duda le ha dado un nivel de exposición fundamental camino de su estreno mundial.
Edgar Ramírez, recordado por “Secuestro Express”, del mismo director, es ‘Mano de Piedra’, un personaje de la mitología latinoamericana que trata el actor de manera casi reverencial.
“Para empezar, yo no voy a decir nada más interesante que lo que haya dicho Roberto”, se previene Ramírez.
¿Debe haber algo de complicación cuando haces un personaje que está allí mirándote?
ER: “Sí, pero nosotros tratamos de ser muy respetuosos… Contamos siempre con el apoyo de la familia. Robin (hijo de Durán) estuvo vinculado muy de cerca. Ya en grabación, Roberto llegaba y saludaba a la gente. Iba, pero no se quedaba. Creo que conocimos a un ‘Mano de Piedra’ persona, muy sensible… Sabía que su presencia podía poner a la gente nerviosa. Iba y saludaba. Era lindo para nosotros verlo. Luego regresaba como al mes y otra vez nos nutríamos con su visita y seguíamos en la tarea”.
La grabación, que transcurrió entre Panamá y Nueva York, les tomó cerca de dos años, tiempo en que el actor venezolano no sólo se metió en la piel del campeón, sino que debió asimilar los diversos mundos de un personaje tan multifacético como es Durán.
¿Hay algún rostro del personaje que te marque de manera especial. Digo el guerrero del ring, el héroe nacional, el factor humano?
ER:“Todos porque es imposible separarlos. En un personaje como Roberto habita mucho la diversidad. Yo creo que uno se queda necesariamente con las marcas de la sensibilidad, con las huellas de la memoria. Roberto es el ídolo, el amigo, el líder, el guerrero, el hombre de negocios, el padre, el atleta y de todo eso, sacas algo y esa suma de cosas es lo que hace un personaje tan arrollador”.
¿Viste algo que no te gustara de Edgar, que dijeras: “hey, hey espera”?
RD: “No. Lo bueno fue que a Edgar yo no tuve que enseñarle nada porque un artista está preparado para las cosas como puedan venir. No tuve que enseñarle a bailar ni a cantar, prácticamente no le enseñé nada, como cantar para la película ya sabía cómo hacerlo”.
“Hands of Stone” es un desfile de personajes y situaciones. De actitudes y rasgos. Gestos y postales. Porque la vida de un boxeador está marcada a hierro vivo por parámetros que coquetean con el riesgo palpitante en un mundo sórdido, que muchas veces desborda al deportista y a su entorno.
Cuéntanos algo del aprendizaje del boxeo… ¿Debiste lidiar tomando peso, trabajando en el lenguaje gestual de un boxeador, el acento y demás cosas?
ER:“Trabajamos mucho en lo físico. Para empezar, debí bajar de peso. Luego estando en Panamá, en el día a día se te quedan muchas cosas de la cultura y la forma de ser del panameño. La familia de Roberto nos apoyó en todo”.
Tener a Robert de Niro en el reparto y cruzarte con él en lo previo al rodaje ¿Te puso en alguna situación límite o te dio algo de sustito?
ER: “Mira que Robert (De Niro) es una persona de una humildad tan grande que me sorprendió. Llegar a Panamá para grabar y tener que caminar por unas calles encharcadas y este hombre ¡como si nada!… ¡Un gigante Robert de Niro!… El hace el papel de ‘Ray Arcel’, mi entrenador, una especie de gurú del boxeo de esa época y le aporta mucho a la película. Sustito no, ese hombre enorme lo simplificó todo”.
Roberto ¿Quién fue Ray Arcel en tu carrera?
RD: “Fue mi entrenador. A mí, al principio me entrenó ‘Plomo’ Espinoza, pero después, Carlos Eleta, mi apoderado, contrató a Ray Arcel, que había producido muchos campeones, entre ellos “Rocky” Marciano y Larry Holmes. Cuando me empezó a entrenar, ya estaba muy viejo, por lo que el trabajo en mucha parte lo cumplíamos con Freddy Brown… Pero en muchas peleas importantes estuvo Ray Arcel”.
¿Te has planteado que este llegue a ser un bombazo grande en tu carrera por un personaje que marca muchas cosas?
ER: “Sí, porque para mi es un punto de inflexión. En lo profesional porque potencia para grandes cosas y en lo personal, también. Hay una cosa muy importante y es que esta es la primera película latinoamericana que se hace en Hollywood sobre un gran boxeador latinoamericano. No hay otras con ese alcance”.
¿Cómo fue su paso por Cannes?
ER:“Una gran experiencia. Aunque éramos invitados y no parte del festival, creo que el nivel de exposición mediática que tuvimos fue extraordinario. Tener a Robert De Niro allí nos multiplicaba el apoyo y Roberto (“Mano de Piedra”) es siempre un gran atractivo.
¿Te arriesgarías a decir que esta película rompe estereotipos?
ER: Por supuesto. Miremos dos cosas: los latinos hemos dominado este deporte por mucho tiempo y además, en Hollywood, históricamente, cuando ves a un latino es para hacer papeles de malo… Somos ladrones, pillos, corruptos, dictadores, narcos y traficantes de droga. Esta es una película acerca de un gran deportista y una persona muy importante para Panamá y toda Latinoamérica… Es una película sobre un hombre bueno, pero no aburrido. Un héroe divertido… Allí se van a divertir. Van a reír y van a llorar”.
¿Es un enfoque humano?
ER: “Claro… Nosotros no quisimos perder un ángulo tremendo de Durán quien es un berraco con un corazón de oro. Tiene la mezcla de furia y ternura”.
“Yo soy así”, dice Durán. “Siempre me ven en plan alegre, muy gozón, salto, grito; pero por dentro sufro. Yo soy así”.
La película es una foto ampliada de la época de oro del boxeo y recorre la vida de Durán en los 60’s, 70’s y 80’s, lo que supone de manera puntual una larga parada en Nueva York.
Porque la grandeza de Durán se gesta en el Madison Square Garden, donde pasa de ser un veinteañero camorrista a peleador de alta taquilla. Luego la película – de manera estratégica – detiene su óptica en Robert De Niro, más neoyorquino que el desayuno con bagel, y quien dejó dentro de Edgar Ramírez una imagen inspiradora absolutamente imperdible.
¿Es “Hands of Stones” casi una historia de Nueva York?
ER: “En mucha parte sí es una historia de Nueva York porque Durán se hizo en Nueva York y porque Robert de Niro, un neoyorquino por excelencia, nos deja una escena casi poética en el rol de Ray Arcel, un hombre de casi ochenta años que va entrando pensativo al Garden”.
Ese Ray Arcel, un judío de Harlem con un recorrido de leyenda en medio siglo de boxeo, es el mismo De Niro que disfrutamos como ganador de un Oscar en “Raging Bull”, en los años 80, cuando dio vida en la pantalla al boxeador Jake LaMotta.
“Hands of Stone” es en inglés ¿Querían abarcar más del mercado o era lealtad con la historia?
ER: “Digamos que la vida de Durán ha sido siempre una vida en bilingüe, en inglés y en español. Pero no es forzado, no es impuesto porque Roberto fue el rey de NY y el rey de Las Vegas y su vida está íntimamente relacionada con NY y EE.UU.
Hay muchas cosas y es todo muy estructural… Amarrado a la historia misma y obviamente, en términos de distribución, nos ha ayudado mucho que sea en inglés, pero era algo que pedía la estructura de la película. Mira que Ray Arcel habla inglés y yo hablo español, pero es el fluido natural de la realidad como tal”.
Robert de Niro se nuevo coquetea con el boxeo
El laureado actor neoyorquino le da vida al Ray Arcel, un legendario entrenador de boxeo, residente en Harlem y quien tuvo 26 campeones mundiales, entre ellos “Rocky” Marciano, “Mano de Piedra” Durán y Larry Holmes.
De Niro es conocido por ser un apasionado del boxeo y en su historial fílmico guarda su inolvidable “Raging Bull”, sobre la vida de Jake LaMotta, que le dio su segundo Oscar de la Academia en 1980. Para este rol, De Niro debió afeitarse casi la mitad de su cuero cabelludo para lucir casi calvo como era Arcel y además lucir un biotipo con casi 80 años, la edad que tenía el entrenador cuando aún trabajaba en la esquina de “Mano de Piedra”.
Rubén Blades es Carlos Eleta, el apoderado de Durán
Por más de una razón, parecería imposible pensar que en la película biográfica de “Mano de Piedra” no estuviera Rubén Blades. Por neoyorquino, por ser el padre de “Pedro Navaja” y luego, también por ser uno de los personajes históricos de Panamá. Blades encarna a Carlos Eleta Almarán, el apoderado del boxeador y el hombre que se encarga de convertir al humilde muchacho del barrio “El Chorrillo” en campeón mundial. Eleta, quien era músico respetado – como Blades -, padecía una disfunción fonética (gago), por lo que para Blades resultó todo un reto ese ángulo tan específico de su personaje.
Al ritmo puro y duro de “Mano de Piedra”
“Mano de Piedra”, genio y figura. Un personaje de tantas facetas que parece un desafío interminable.
Empieza a disparar respuestas como cuando disparaba ráfagas de golpes para aniquilar a sus rivales en el ring y casi es imposible pararlo.
“Estoy muy contento de ser el primer latino del mundo que le hacen una película de su vida y más de lo que me gusta a mi que es el boxeo. Doy gracias a Dios”, dice.
Como siempre pone a Panamá por delante. “Un orgullo para mí, para Panamá y para el pueblo panameño… Nunca pensé que harían una película de mi carrera. Estoy encantado de la vida”, dice.
Imparable Durán: “Nunca quise ser actor porque lo mío no es el arte, aunque estuve en varias películas, pero eso es por el momento que uno vive”.
“En los sesenta, cuando yo empezaba, el boxeador más simpático a los 17 años era “Mano de Piedra” Durán, pero apenas empezaron a hablarme, Carlos Eleta, mi apoderado, les dijo muy claro: ‘Yo no quiero que Durán sea artista… No entusiasmen a Durán para que sea artista… Si lo metemos en eso, de pronto se le quitan las ganas de ser boxeador’. Esas cosas las tengo grabadas en mi memoria”. Durán: Genio y figura.