Navidad, algo más que regalos

Aprovecha esta festividad para fomentar y estimular valores en los niños

Cariño, afecto, sensibilidad, estima, solidaridad, generosidad e identidad personal y cultural. Estos son algunos de los valores que se deberían fomentar en los menores a través de la celebración de la Navidad y demás festividades decembrinas.

Como explica la Dra. Ana Nogales, con práctica en los condados de Los Ángeles y Orange, la Navidad no es solo una fiesta para que los niños hagan su lista de regalitos sino para que aprendan los valores que rigen el comportamiento humano y  que ayudan a fomentar la seguridad en ellos mismos, el ser mejor personas e  individuos productivos para la sociedad.

“Además del sentido religioso, como lo es para muchos, la Navidad es una fiesta familiar y cultural de unidad y de reencuentro con personas que son muy, pero muy de uno, que crea tradición, identidad y memorias que marcan ”, dice la Dra. Nogales.

Solidaridad y generosidad

Dentro de los valores está el ser solidario y compasivo con los menos favorecidos, compartiendo lo mucho o poco que se tiene.

“Los chicos tiene que aprender que la Navidad no es una época solamente para recibir, sino también para dar”, denota la psicoterapeuta de niños, adultos, parejas y familias.

Esta enseñanza se les transmite haciendo que en cada Navidad saquen de su clóset la ropa y los juguetes que ya no usan para donarlos a organizaciones que trabajan con niños necesitados.

Otra buena idea para fomentar la solidaridad es invitar a la cena navideña al familiar o conocido que está solo, ya sea porque sus seres queridos viven lejos o ya fallecieron. “De esta manera, el menor aprende que la solidaridad no siempre es material, sino que también se basa en demostraciones de aprecio, consideración y cariño”, resalta Nogales.

Autoestima, seguridad e identidad cultural

Estos valores, tan importantes en la formación del individuo, se inculcan con la unión especial con los seres queridos que viven cerca o a veces viajan desde lejos para compartir  el espíritu de la Navidad en familia.

“Mucha gente no es consciente de esto, pero es increíble como las fiestas de fin de año [así como la de los cumpleaños, bautizos, etcétera], que indirectamente celebran en sí a la familia como una unidad, alimentan al individuo e influyen en el desarrollo futuro del adulto seguro, con autoestima e identidad cultural; así como con un comportamiento basado en los valores de la solidaridad, sensibilidad, sociabilidad y colaboración, entre otros”, dice por su parte el psiquiatra Clifford Giménez, vinculado a Kaiser Permanente Woodland Hills.

Sociabilidad y cooperación

Cuando el menor se involucra en las actividades en torno a la Navidad u otra fiesta familiar aprende,  a sociabilizar y a cooperar, ya sea, con la decoración del árbol, la preparación de los alimentos, poner la mesa o atender a los invitados.

“La interrelación con los abuelos y otras personas de edad es fundamental, ya que les da la sensación de pertenencia y les brinda la oportunidad de compartir memorias y conocer de sus raíces”, recalca el Dr. Giménez.

Fuera de esto, al interaccionar con primos, tíos y amigos aprenden a entablar conversaciones, escuchar sin interrupción y respetar los espacios y la forma de pensar de cada persona. En resumen, aprenden a ser individuos sociables.

La interrelación con los abuelos y otras personas mayores de la familia crea en los menores memorias y fortalece su identidad y el conocimiento de sus raíces familiares. /Shutterstock
La interrelación con los abuelos y otras personas mayores de la familia crea en los menores memorias y fortalece su identidad y el conocimiento de sus raíces familiares. /Shutterstock

¿Y si la familia es disfuncional?

“Si la festividad se realiza dentro de una familia disfuncional, que precisamente está viviendo en ese momento el duelo de la separación o el divorcio, el Dr. Giménez dice que la realidad se presta también para fortalecer los lazos de amor, unidad y seguridad en el menor a pesar de las circunstancias.

“En estos casos, lo importante es hacer el momento feliz al menor, ya que él está en formación y es ajeno a los problemas que encaran los adultos”, dice el experto. “Pase lo que pase, los niños siempre deben sentirse queridos y ser alguien especial tanto para el papá como para la mamá, así como para los familiares de la línea paterna y materna”.

Cómo revertir los malos recuerdos

Y como la Navidad es una fiesta que fomenta la felicidad, la paz y el amor, la Dra. Nogales resalta que en ésta se debe tratar de dejar a un lado los recuerdos que entristecen y provocan dolor.

“Por ejemplo, en el caso de que uno de los seres queridos ya no esté con nosotros, entonces, en vez de ponernos a llorar por su muerte, debemos recordarlo con amor y cariño e, incluso, incluirlo espiritualmente en nuestra festividad para mantener así vivo el espíritu de la Navidad”, explica Nogales.

Esto es importante, especialmente, para las buenas memorias de los niños que se encuentran en plena formación y requieren que las personas que están a su alrededor les brinden —lo más que pueda— alegría y seguridad, ya que, en última instancia, cuando a la gente adulta se le pregunta qué es lo que más valora de la Navidad, siempre responde que es el hecho de estar juntos en familia en vez de la acción de recibir regalos.

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