Chapecó: una ciudad y un solo color que recuerdan las mil y una historias del fatídico vuelo
Turistas y lugareños cruzan miradas en dirección a los diferentes homenajes destinados a los 71 fallecidos en la tragedia aérea del vuelo 2933 de LaMia
El estadio Arena Condá, ubicado en el centro de Chapecó, es mucho más que una estructura construida para jugar y ver fútbol; es el corazón de la ciudad, sin ánimos de ofender a la Plaza Coronel Bertaso ni a la agitada avenida Getúlio Vargas, otros dos puntos de referencia.
Es que allí, en ese espacio perteneciente al municipio, no sólo hay un poco de césped, dos arcos y cuatro tribunas. En ese cuadrado casi perfecto que forman las calles Clevelandia, Assis Brasil, Mariscal Floriano Peixoto y Condá funcionan en perfecta armonía el sistema local de defensa al consumidor (conocido como PROCON), la Liga Chapecoense de Fútbol, el Centro Cultural y de Eventos Plínio Arlindo de Nes (padre del actual presidente de Chapecoense, Plinio David de Nes),la Secretaría de Juventud, Deporte y Ocio y el gimnasio Ivo Silveira, además de una pequeña tienda de cosméticos.
Alrededor del estadio que hasta 2008 se llamó Estadio Regional Indio Condá, en homenaje a Vitorino Condá, un importante líder indígena del Pueblo Kaingang, también se encuentran varios establecimientos educativos y hasta la tienda que vende los productos oficiales del club. Algunos pocos edificios sobresalen entre casas bajas, muchas de ellas chalets de madera coloridos. La vuelta al Arena Condá es, después del Ecoparque, la ruta preferida de los chapecoenses para llevar a cabo sus actividades físicas. Corredores y caminantes, acostumbrados o novatos, hacen de ese lugar un punto emblemático para encontrarse con amigos o familiares. Buena parte de los atletas luce algún modelo de la camiseta verde, porque aquí no existe otro color.
Debajo de las tribunas, turistas y lugareños cruzan miradas en dirección a los diferentes homenajes destinados a los 71 fallecidos en la tragedia aérea del vuelo 2933 de LaMia. Los nombres de todos ellos tienen su lugar. Se los recuerda con velas, con flores y con algún grito que quiebra el silencio: “Vamo, vamo, Chape”, un clásico ya a estas alturas. Se puede salir del estadio, recorrer cuadras y kilómetros, pero las referencias al club seguirán estando: banderas instaladas en los balcones, carteles en los comercios y muestras de agradecimiento para los que ayudaron en los momentos de dolor en forma de monumentos. Atlético Nacional de Medellín, quien iba a ser el rival en la disputa por la Copa Sudamericana y luego rindió homenaje a las víctimas, es quien se lleva buena parte de las dedicatorias.
Es difícil, por no decir imposible, ver camisetas de otros clubes que no sean Chapecoense entre quienes circulan por la ciudad. No tiene clásico en la ciudad, no existe otro equipo profesional o semiprofesional. Todo un pueblo detrás de una misma bandera, de un único color. Tal vez sea porque en la zona oeste del estado de Santa Catarina, lejos del litoral más conocido por los argentinos, este club se convirtió en toda una referencia. Para darnos una idea, la institución más estructurada en las cercanías es Internacional de Lages (a 330 kilómetros), que disputa la primera división del torneo catarinense y se encuentra en la Serie D del fútbol brasileño.
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La Asociación Chapecoense de Fútbol, mejor conocida como Chapecoense, se desprendió de la fusión entre el Atlético Clube Chapecó e Independente, clásicos rivales hasta ese momento, que decidieron unirse en 1973 con el objetivo de impulsar el deporte en la ciudad.
Es difícil creer que en aquella época alguien tuviese la capacidad de imaginar hasta dónde sería capaz de llegar esta institución, que escaló de la Serie D a la Primera División en menos de cuatro años, para luego convertirse en animador de copas internacionales. Tal es así que este año deberá enfrentar siete torneos entre la Primera Liga, Campeonato Catarinense, Copa de Brasil, Campeonato Brasileño, Recopa, Copa Suruga Bank y Copa Libertadores. A nivel nacional, ningún otro equipo tendrá tantos compromisos. El desafío se torna aún mayor ya que la tragedia le hizo renovar casi todo su plantel. Tal vez nada de eso sea demasiado si detrás de los “nuevos guerreros”, como llaman por aquí al nuevo plantel, está la pasión de una ciudad, de una región entera y el apoyo del mundo entero.