Diseño con fin social

Luis García fundó Bixbee en 2011, una empresa que crea y vende mochilas. Por cada una que vende se dona otra a niños con bajos recursos en varios países

Cuando Luis Manuel García decidió hacer de dos de sus pasiones un negocio estableció la sede del mismo en su casa. ¿Cuántos empresarios no han empezado así? No fue en un garaje como tantos emprendedores en California. García vive en San Francisco, una de las ciudades donde el pie cuadrado es el más caro del país y lo que hizo fue vaciar un armario y montar allí una mesa.

“Es la primera sede de Bixbee“, dice riéndose para luego aclarar que su empresa tiene ya una oficina más tradicional con cinco empleados. “Pero esta conversación telefónica”, explica “es desde ese mismo armario, aún lo uso como oficina”.

Esta curiosa oficina la montó en 2011. Este descendiente de cubanos, nacido en Nueva Jersey y afincado en San Francisco acababa de cumplir 40 años y regresaba de un largo viaje de seis meses que se había tomado tras 20 años de trabajo diseñando productos y paquetería para marcas de lujo como Ralph Lauren Fragrances, Bobbi Brown Cosmetics, L´Oreal, Estée Lauder y Sephora.

García trabajó en estas empresas porque desde niño había sentido una fuerte atracción por la expresión artística se centró en el arte comercial, el que tiene una función o propósito de uso. Según explica es un diseño que toma en cuenta las necesidades del consumidor, algo central ahora en su empresa.

Este empresario explica que sus padres siempre le animaron a tomar el camino por el que le llevara su pasión y le aconsejaron que centrara en ello todo su talento para tener éxito. Así pues, García estudió en Parsons School of Design en Manhattan y enfocó sus años de universidad en arte comercial y diseño de paquetes.

Pero dos décadas después tomó el avión.

Fue un periplo que le llevó a 13 países con la idea de trabajar con niños y organizaciones infantiles. “Fue un sueño hecho realidad”, dice “no tengo hijos pero si ocho ahijados y sobrinos. Me encantan los niños, son muy inspiradores y tengo una forma de ser que conecta con ellos. Mientras vivía en Nueva York fue voluntario en una organización que atendía a niños con HIV.

En India, estuvo en las Homes of Hope, orfanatos y casas de acogida para niñas vulnerables en India y se dio cuenta que cuando hacían la tareas tenían que esperar a que una acabara para que otra pudiera empezar porque no tenían suficiente material escolar, lápices, plumas, bolígrafos, borradores…

En un viaje de Katmandú (Nepal) a Bangkok (Tailandia) empezó a dar vueltas a la idea de hacer llegar mochilas con el material necesario para la escuela. ¿Cómo? Vendiendo mochilas. Por cada una que vendiera otra sería donada a niños que las necesitaran.

Luis García con algunos de los niños que han recibido sus mochilas amarillas./Cotesía Bixbee

“Eso fue a mediados de 2010. Cuando regresé del viaje decidí no volver a la industria de los cosméticos y me puse a investigar el mercado de las mochilas y las loncheras. Quería ver cómo hacer algo distinto a lo que ya estaba en el mercado”.

García hizo lo que hizo durante toda su carrera: investigar. Habló con padres, con niños , les preguntó cuál era la parte favorita de su mochila, qué no les gustaba, porque la que eligieron y no otra. Investigó también las tiendas, por qué unas se vendían más que otras. Sus mochilas son horizontales (para que no se pierda nada en el fondo de ella y el peso esté mejor distribuido), tienen bolsillos estratégicamente colocados, refuerzo en las esquinas para mantener la forma de libros y cuadernos e inspiradas en la imaginación de los niños.

También estudió el modelo de negocio social de “vender un producto y donar otro”.

Una de las mochilas diseñadas por Bixbee./Cortesía

“Descubrí que esa era mi otra pasión y de nuevo recordé lo que me dijeron mis padres. Me puse a trabajar para crear algo nuevo que la gente quisiera y tuviera impacto social éxito”.
¿Con qué dinero? Con sus ahorros, en su oficina en el armario. García reconoce que no le fue mal en su trabajo y además antes de la crisis de la vivienda compró, renovó y vendió casas en Nueva Jersey. También contó con una ronda de capital semilla.

En 2011 hizo un pre lanzamiento con un socio y siguió aprendiendo. En 2013 hizo cambios en la empresa, ya sin su socio, y lanzó Bixbee al mercado. La empresa tiene fin social pero también de lucro, de momento no tiene ganancias pero espera tenerlas este año.  García rápidamente explica que la misión social no perjudica las ganancias.

Cuando se compran mochilas en Nordstrom, Amazon o Whole Foods, niños en Filipinas, Tailandia reciben una mochila amarilla llena de material escolar y sanitario o ropa, que se provee a través de una organización local. García dice que con eso se intenta rebajar la presión económica a padres y orfanatos y que quieren abrirse camino en Sudamérica, África e India. En zonas de San Francisco también se pueden ver estas mochilas.

En cinco años espera que Bixbee sea una marca reconocida globalmente con productos de calidad y una misión social de apoyo a la educación con sus ventas. García anuncia que están trabajando en maletas y otros productos y sigue poniendo la pasión con la que sus padres le animaron a trabajar.

Equivocaciones

Luis García dice que ha sido el binomio de intentar una cosa y equivocarse en ella lo que le enseña cómo ser empresario.

¿Cuál ha sido el error que más le ha enseñado? García contesta esa pregunta con seriedad envuelta en buen humor “¿En la vida o en la empresa?”. Este diseñador emprendedor dice que todo está conectado en este sentido. “Las experiencias de la vida ayudan a modelar a la persona y con ello saltar obstáculos en el camino. Cuando tuve que relanzar la marca lo que más me ayudó es darme cuenta de que no lo podía hacer solo sin mentores o consejeros detrás de mi y el apoyo de mis inversionistas iniciales”. “Se necesita buscar la motivación que te de la gente especial en tu vida”.

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Amarillo

Las mochilas amarillas que distribuye Bixbee a través de organizaciones locales en cada región en la que está son de ese color por un motivo. Muchos de los niños van andando por carreteras al colegio y trágicamente los accidentes ocurren. Con el color brillante en sus espaldas, García espera que se puedan prevenir muchos de ellos.

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