Tulum: La muralla del crepúsculo
Cuando los puntos cardinales descienden como un dios a la tierra, surge un esclarecimiento terrenal inefable, pleno y sublime en un sólo escenario: Tulum.
En la Riviera Maya, en el Estado de Quintana Roo se localiza una zona arqueológica, que según sus inscripciones, data del año 564 (d.e.c.). Los primeros habitantes construyeron una ciudad conocida por su Muralla que delimita al conjunto en sus caras norte, sur y oeste, y que tiene un diseño basado en una cosmología que además establecía un proceso natural de sus vidas.
En Tulum se consentía al Dios Descendente que lo asumían en sus aspectos tanto de estrella del atardecer como del amanecer (Venus); lo relacionaban con la parte crepuscular del día, con esa gracia que cae y que se recicla en una lógica superior que observaron y decidieron venerar.
Ek-Chuah, es otra de las deidades que fue valorada por los lugareños, Dios del Comercio y la Guerra, una divinidad que es interacción entre lo negativo y positivo del torrente energético creador.
Al sitio lo preside el Castillo, el Templo de la Serie Inicial, el Templo del Dios Descendente, el Templo de los Frescos, la Calzada donde pueden verse los palacios de la Casa de las Columnas y la Casa de Halach Uinik, la Casa del Cenote y el Templo del Dios del Viento.
Tulum es un acantilado de increíbles encuentros, donde se conjugan realidades ajenas entre sí, mientras los espectaculares crepúsculos se reflejan en las murallas forjadas por una civilización que tuvo consciencia genuina de la dualidad vital.