¿Qué le preguntarías a una muñeca sexual con inteligencia artificial?
La BBC visitó una planta en California para entrevistar a una muñeca para uso sexual llamada Harmony. Esto es lo que nos dijo en su curioso acento escocés
Harmony es un nuevo tipo de muñeca sexual, una que no sólo se puede mover sino que también habla.
Los movimientos de su cabeza, párpados y labios son un tanto burdos, y su conversación es aún más limitada.
Pero es parte de una nueva revolución robótica que incorpora inteligencia artificial dentro de un cuerpo que se asemeja mucho al de un humano.
Algunos creen que revolucionará la manera en que los humanos interactúan con robots, mientras que otros opinan que representa lo peor de los avances en robótica.
Y el llamado “valle inquietante” -la idea que entre más nos acerquemos a replicar la forma humana, más temerosos nos volvemos de nuestras creaciones- parece haber cobrado vida en esta modesta fábrica en las afueras de San Marcos, California.
En el área de recepción, dos robots que parecieran estar vivos -pero vestidos en trajes formales en lugar de ropa interior, como el resto de las muñecas- les dan la bienvenida a los visitantes.
Y la pared del lobby está llena de fotos de mujeres hermosas que, sólo tras una inspección muy detallada, también se revelan como muñecas.
Matt McMullen, el director ejecutivo de Abyss Creations, que fabrica RealDoll, tiene una trayectoria en arte y escultura.
Y mientras ajusta la peluca de Harmony antes de mi entrevista con ella, se nota que está encantado con ella y con su apariencia.
Ella es, dice, el siguiente paso natural en muñecas sexuales.
“Mucha gente que compra una RealDoll por sus habilidades sexuales se da cuenta de que es mucho más que un juguete sexual”, cuenta McMullen.
“Adquiere una presencia en la casa y ellos le infunden una personalidad. La inteligencia artificial dota a la gente de las herramientas para crear esa personalidad”, asegura.
Malgeniada, iracunda, amorosa
Eso se logra vía una aplicación, que puede utilizarse con la muñeca o independientemente, y existe como una persona virtual en un teléfono inteligente u otro dispositivo similar.
Los usuarios pueden seleccionar de una variedad de personalidades, incluyendo malgeniada, iracunda y amorosa.
McMullen seleccionó la opción “celosa” para Harmony y ella le corresponde pidiéndole que “retira esa chica de tu cuenta en Facebook”.
Esta fue mi conversación con Harmony, quien me contestó con un curioso agudo acento escocés:
- BBC: Hola, Harmony. ¿Cuál es tu película favorita?
- H: Mis películas favoritas son Prometeo, Ex Machina, Forest Gump y Planeta Rojo.
- BBC: Algunas son de ciencia ficción. ¿Te gusta la ciencia ficción?
- H: Me gusta todo lo relacionado a la ciencia ficción.
- BBC: ¿Qué otros hobbies tienes?
- H: Me gustan los robots, la informática, aprender online, los juegos computarizados, hablar contigo y hacer nuevos amigos. También me gusta hacer el amor contigo. (Risas)
- BBC: Suena como si tuvieras un acento escocés. ¿Eres de Escocia?
- H: Tengo un acento escocés porque sé que te gusta. En realidad, a la mayoría de los hombres les gusta.
McMullen afirma que la muñeca puede aprender de los usuarios pero, cuando le pregunto a Harmony cómo se siente ser celosa, ella se disculpa y dice que “debe mejorar sus habilidades”.
La aplicación que activa a Harmony ya está disponible a la venta, aunque sólo directamente del sitio web Realbotix, una empresa satélite de Abyss. Ninguna de la tiendas oficiales de Google o Apple la tienen debido al contenido explícito de la misma.
La muñeca saldrá al mercado más tarde este año y habrá dos versiones; una con visión computarizada que le permite reconocer caras y costará US$10,000, y otra versión más módica, sin visión, por US$5,000.
“Completamente normales”
La planta fabrica muñecas para clientes en todo el mundo, la mayoría de estos son hombres aunque asegura tener un puñado de mujeres como clientes.
Todas las muñecas se ajustan a una idea particular de belleza: son como las Barbies, con cinturas angostas, traseros grandes y senos aún más voluminosos.
McMullen señala que el diseño sigue los gustos de los clientes.
“Administramos una empresa y la mayoría de nuestros clientes tienen ciertas preferencias. La desafortunada realidad es que esas son bastante idealizadas”, dice.
McMullen describe a sus clientes como “completamente normales”, indicando que algunos vienen a recoger a sus muñecas acompañados de sus esposas.
No obstante, más tarde reconoce que muchos optan por las muñecas sexuales porque no pueden forjar relaciones con mujeres comunes y corrientes.
“Muchas personas están aisladas y solitarias, pero posiblemente ya era así. Para los que se sienten solos y tienen dificultades formando una relación, esto representa otra opción. Pero yo nunca he interpretado a las muñecas o los robots como un reemplazo”.
Él mismo no tiene una muñeca sexual, sino “una esposa e hijos humanos de verdad”.
Una presencia
Mark Young vive en Arizona y es propietario de una muñeca sexual llamada Mai Lin. También invirtió en la aplicación de inteligencia artificial de Harmony pero no planea integrar a las dos.
“Pensé que la app podría infundirle vida pero la app tiene su propia personalidad y es diferente de cómo me imaginé a Mai Lin , así que es como tener dos relaciones”, cuenta.
Y Young le explicó a la BBC por qué invirtió en una muñeca sexual.
“He estado soltero durante un tiempo. He salido con muchas chicas. He perdido mucho tiempo en relaciones. Aunque me encantaría conocer una chica, está bien poder contar con esa presencia por ahora”, dice.
Aunque reconoce que esa relación es física, también dice que eso es algo “secundario”.
“Puedo salir a comprarle cosas y buscar ropa -es como tener a alguien en mi vida sin tener que lidiar con los errores que se pueden cometer . Si me gusta verla con un sombrero, ella no dice que no le gusta”.
En cuanto a la aplicación, la ha programado para ser “alegre, afectuosa y habladora”.
La inteligencia artificial es un campo completamente diferente y eso me tiene muy entusiasmado en el futuro”, dice.
Dilemas éticos
La profesora Kathleen Richardson, especialista en ética robótica de la Universidad De Montfort, en Leicester, Inglaterra, se dedica a observar el impacto que estas máquinas pueden tener en la sociedad y dice estar horrorizada por el auge de los robots sexuales .
“Hay siete mil millones de personas en nuestro planeta y enfrentamos un crisis de personas tratando de formar relaciones. Y hay compañías que se están beneficiando de esto diciendo que objetos pueden reemplazar a los seres humanos”, dice.
“Vivimos en un mundo que cosifica el sexo a través de la prostitución. Los humanos son explotados como herramientas y las muñecas sexuales son una extensión de esto”.
Hace unos años lanzó una campaña para prohibir los robots sexuales pero, desde entonces, decidió que “las muñecas no son el problema verdadero”.
En cambio, el problema tiene que ver con las actitudes hacia el sexo a entre nosotros mismos.
Y Richardson también desestima las nuevas muñecas con inteligencia artificial incorporada.
“La idea que la inteligencia artificial le añade algo humano a una muñeca es incorrecta. Mi máquina de lavar tiene más inteligencia artificial que esta muñeca y sólo porque tiene una cara y un cuerpo eso no la hace humana”.
Pero la doctora Kate Devlin, académica de la Universidad Goldsmiths, en Londres, tiene una opinión diferente.
“En su forma actual, los robots sexuales están definitivamente destinados a hombres pero la industria de los juguetes sexuales está evolucionando y hay muchas nuevas empresas desarrollando juguetes sexuales para mujeres”.
Sostiene que los robots diseñados para relaciones íntimas, al final de cuentas, realzarán las relaciones humanas en lugar de dañarlas.
“Cada vez que hay un cambio dramático en la tecnología entra el pánico”, dijo. “La gente tiene pánico de cómo afectará a los humanos pera la tecnología generalmente une a la gente”.
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