Sacrificios de animales y adoración de serpientes: ¿por qué tiene mala fama el vudú?
Algunas prácticas en el vudú pueden parecer amenazantes para un extraño. Pero, ¿es en realidad tan distinta de otras religiones?
Muchas tradiciones y culturas africanas se ven amenazadas de desaparecer por la vida moderna, pero hay una que está resistiendo: el vudú.
Pese a haber tenido que soportar mala prensa internacional, pero es una de las religiones oficiales de Benín, país del oeste de África ubicado al oeste de Nigeria.
En la ciudad de Ouidah, el corazón del vudú, un sonido de tambores llena el aire, mientras que un grupo de hombres y mujeres vestidos principalmente de blanco se turnan para bailar alrededor de un tazón de m aíz , un pollo recién sacrificado y alcohol .
Estas son las ofrendas del día en el Templo de Pitones.
Tienen una audiencia de alrededor de 60 personas llegadas de pueblos cercanos, para una ceremonia anual de limpieza.
Dentro del templo, donde más de 50 serpientes se arrastran alrededor de un pozo, los devotos locales hacen enmiendas de los pecados del año anterior.
Sangre, serpientes y poder
En la religión vudú, la serpiente pitón es un símbolo de fuerza.
Los fieles explican que confían en que Dagbe, el espíritu en cuyo templo estamos, les da el poder de cambiar.
Para que ese cambio ocurra, se debe derramar sangre.
La primera ofrenda es un pollo. Parte de la sangre se extiende por las losetas del templo y el resto se mezcla en un tazón común de maíz, del que los presentes comen.
El vudú se basa en el culto a la naturaleza y a los antepasados y en la creencia de que los vivos y los muertos existen uno a l lado del otro , un mundo dual al que se puede acceder a través de varias deidades.
Sus seguidores creen que deben esforzarse por vivir en paz y siempre hacer el bien, y que las malas intenciones no quedan impunes.
Son conceptos similares a los de los cristianos que luchan por la “justicia” y por no “pecar”.
Religión dual
Las estimaciones modestas calculan que los seguidores del vudú son por lo menos el 40% de la población de Benín. Un 27% se clasifica como cristiano y un 22%, como musulmán.
Pero el experto en religiones y tradiciones africanas, Dodji Amouzouvi, profesor de Sociología y Antropología, dice que muchas personas practican una “religión dual”.
“Aquí hay un dicho popular: ‘Cristiano de día y vudú de noche’. Simplemente significa que incluso aquellos que siguen otras religiones siempre regresan al vudú de alguna forma”, me dice.
Para ilustrar la cercanía de las dos religiones, hay una basílica frente al Templo de Pitones.
“Ahora muchas personas aquí en Benín se sienten decepcionadas por el sistema, no hay puestos de trabajo”, cuenta Amouzouvi.
“La gente recurre al vudú para orar por tiempos mejores”, agrega.
Pero, ¿cómo se exportó el vudú a lugares como Nueva Orleans, en Estados Unidos, y a Haití?
Ruta de esclavos
En una playa de Ouidah se encuentra la “Puerta del no retorno”, un arco de piedra con esculturas de hombres y mujeres en cadenas caminando en procesión hacia un barco.
Fue este lugar desde donde muchos miles de esclavos africanos fueron llevados en buques a América.
Lo único que llevaron con ellos fue el vudú, al que se aferraron como recordatorio de su hogar.
Continuaron practicándolo y a veces eran golpeados si eran vistos por sus amos.
Esto hizo que algunos se sintieran incluso más decididos a mantenerlo vivo.
Apariencia amenazante
Algunas prácticas en el vudú pueden parecer amenazantes para un extraño: el sacrificio de animales ha servido en parte para ganar la imagen poco halagadora de esta fe, dicen algunos.
Pero Amouzouvi defiende que el vudú no es tan diferente de otras religiones.
“Muchas religiones reconocen la sangre como una fuente de poder, un signo de vida. En el cristianismo se enseña que hay poder en la sangre de Jesús”, dice.
“El vudú enseña que hay poder en la sangre, puede apaciguar a los dioses, dar gracias. Los animales son vistos como una parte importante de la práctica vudú”, señala.
Regine Romaine, académica con un gran interés en el vudú, está de acuerdo.
“La experiencia africana está abierta para que todos la vean: las personas son invitadas a presenciar las ceremonias y los sacrificios. Esa apertura ha sido juzgada, mientras que esta no existe en otros sistemas como las religiones islámica y judía”, me dice.
“Matar animales no es exclusivo del vudú. Si vas a una tienda de delicatessen kosher o compras carne halal, se trata de animales que han sido sacrificados y a los que dejan sangrar antes de ser compartidos”, añade.
“En última instancia, al vudú no se le ha visto con amor a través de los años, por eso se le ha dado una mala imagen”, lamenta.
Romaine es de herencia haitiana y estadounidense. Ella escuchó por primera vez sobre el vudú por su tía en Haití.
Viajó en una peregrinación por la “ruta de los esclavos” y su última parada fue en Benín, donde ha estado viviendo por más de un año.
“El vudú no es malo”
Según Romaine, la mala imagen del vudú en el extranjero tiene mucho que ver con lo que la gente ha visto en las películas de Hollywood.
“La imagen del vudú salió mal desde el primer momento. Desde los primeros visitantes al continente, los antropólogos que no entendían lo que estaban viendo. De ahí surgió mucha escritura xenófoba”, dice.
Romaine también cree que la reputación del vudú empeoró por la invasión estadounidense de Haití, “lo que dio lugar a la fascinación de Hollywood con las historias de terror que tenían vudú “.
De vuelta en la ceremonia, la procesión de los devotos se ha trasladado a la plaza del pueblo para la etapa final de los rituales.
Hay más tambores, cantos, bailes y después de matar y cocinar cuatro animales dentro de tres grandes ollas de arcilla, la carne es compartida por todos los presentes.
El sumo sacerdote regional del vudú, Daagbo Hounon, está presidiendo los rituales del día.
Está vestido con batas ceremoniales, un impresionante sombrero de copa y con un bastón hecho de conchas pequeñas.
Él es un hombre grande, con un vozarrón y habla apasionadamente acerca de su sistema de creencias. Me dice que su fe es incomprendida.
“El vudú no es malo, no es el diablo” , dice.
“Si crees y alguien piensa mal de ti y trata de hacerte daño, el vudú te protegerá. Algunos dicen que es el diablo, Nosotros no creemos en el diablo. Incluso si existe, él no está aquí”, aclara.
Él está dispuesto a dar la bienvenida a los visitantes internacionales.
Iniciación para extranjeros
La pequeña ciudad ofrece una “iniciación” para que llegue gente de todo el mundo y aprenda sobre la práctica, desde cómo usar la medicación herbaria, cómo orar y meditar, y cómo realizar rituales para los dioses.
El sumo sacerdote Hounon dice que el programa es muy popular entre turistas de Estados Unidos, Cuba y partes de Europa.
Para muchos africanos occidentales en la diáspora, el vudú se ha convertido en un regreso a casa simbólico.
Romaine, que también es miembro de esa diáspora, cree que el vudú es exitoso porque proporciona una conexión con una identidad descuidada.
Me dice que el vudú está ganando atractivo en EEUU entre los jóvenes.
“Hay un cambio, especialmente en América. La generación más joven quiere proclamar su identidad y la identidad espiritual es parte de eso . Para algunos, el vudú satisface esa necesidad”, opina.
El gobierno de Benín se ha comprometido a mantener esta práctica.
A mediados de la década de 1990, construyó un monumento al vudú en un lugar conocido como el bosque sagrado, un antiguo lugar de culto en el borde de la ciudad.
Tótems de metal y madera, de tamaño natural, tienen un lugar privilegiado entre árboles imponentes. Este lugar está destinado a ayudar a enseñar a los jóvenes sobre su herencia vudú.
Con el apoyo del gobierno y la acogida de los descendientes de esclavos en otros países, la antigua tradición vudú ha encontrado un lugar en el mundo moderno.
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