Joven asegura haber vivido el mismo “infierno” que los Turpin

Este es el testimonio de una mujer que compara la educación religiosa que le dieron sus padres con el caso de la familia californiana

Judy no se daba cuenta que sus padres la mantenían cautiva en un culto religioso.

Judy no se daba cuenta que sus padres la mantenían cautiva en un culto religioso. Crédito: Getty Images

Si eres un niño, las personas responsables de tu educación son tus padres o las personas que te cuidan. Pero ¿cómo puedes saber si estás recibiendo una buena crianza?

La noticia sobre una niña de 17 años que escapó de su casa en Estados Unidos y denunció a sus padres por torturar a sus 12 hermanos encendió las alarmas.

Todos los hijos de la familia Turpin, también conocida como la “familia feliz”, fueron educados en su propio hogar, una práctica común en ese país, donde los padres pueden registrar su casa como una escuela privada.

En estos casos, los padres o tutores son directamente responsables de los colegios, no necesitan tener el título de maestro y generalmente las autoridades no tienen la autoridad suficiente para fiscalizar su funcionamiento.

Judy (que no es su nombre real) le contó a la BBC cómo era su vida en una “escuela en casa”, aunque en este caso en particular, se trataba más bien de las “escuelas de un culto religioso”, donde un grupo de familias educaba a sus hijos en Oregon, Estados Unidos.

“Lavado de cerebro”

“Fui educada en la escuela de un culto religioso que alentaba a los padres a crear sus propios pequeños colegios y renovar sus votos nupciales, igual que la familia Turpin. Reconozco algunos comportamientos parecidos”.

“Cuando mis padres se casaron estaban desencantados con lo que consideraban un estilo de vida estilo ‘hippy’ y libre que proliferaba en el país. Ellos querían que los niños tuvieran un estilo de vida basado en reglas morales”.

“Habían escuchado sobre Bill Gothard, el fundador del Instituto sobre Principios Básicos de la Vida (IBPL, por su sigla en inglés), que en ese momento era bastante famoso en Oregon. Fueron a sus seminarios y adoptaron el modelo de educación en la casa.

“Él era un ícono, una especie de profeta. Los seminarios incluían una semana de “lavado de cerebro”. Él era la autoridad y su palabra era ley”.

“Mis padres comenzaron la educación en casa a finales de la década de los 80 y por más de 30 años nuestra familia formó parte de esta comunidad cerrada que compartía los mismos valores”.

“Eran abusivos”

“Nuestros padres nos daban bofetadas fuertes. Si les desobedecías, le desobedecías a Dios. El sistema era especialmente terrible con los más pequeños. En los seminarios Gothard solía hablar de ‘doblegar su voluntad'”.

Eran abusivos, pero nosotros sabíamos que en otras familias era peor. Cuando era pequeña vivíamos en una casa rodante. Era realmente inadecuada, éramos cuatro o cinco en una misma pieza”.

“Los adultos no podían endeudarse o pedir un crédito hipotecario al banco, entonces mis padres construyeron su casa. Mientras era construida, nosotros vivíamos en un garaje. Yo viví en una casa propiamente tal cuando tuve 15 años y compartí una pieza con dos o tres hermanas. Me parecía bien en esa época pero cuando fui creciendo se hizo cada más difícil no tener un espacio propio”.

“Nos decían que el mundo exterior a la comunidad era maligno, un lugar malo del cual estábamos protegidos”.

“Teníamos que memorizar las escrituras, capítulos y capítulos de la Biblia, hasta el punto que pudiéramos citarlos espontáneamente”.

“Me llevaba bien con mis hermanos, porque tienes que hacerlo, es uno de los mandamientos. Podría no haber sido así en circunstancias normales. Había un orden jerárquico y muchos abusos o bullying en la familia.

“El abuso en las escuelas comunitarias llega a ser normalizado y muy escondido. No sabes qué es normal. No teníamos televisión ni ningún contacto con ninguna persona ajena a nuestro círculo. Veíamos películas una vez a la semana en la casa de mis abuelos”.

“Yo era una segunda madre”

Éramos bien alimentados. Todos teníamos frenillos en nuestros dientes y estábamos sanos”.

“Soy la segunda mayor de nueve hermanos y cuando mi madre daba a luz yo tenía responsabilidades de crianza”.

“Las chicas no recibían incentivos para estudiar una carrera. Se esperaba que se quedaran en la casa y ayudaran en las labores de la casa. Me mantenían ocupada con mucho trabajo doméstico”.

“Hacía de todo. Era como una segunda madre, especialmente cuando mi madre tenía depresión porque había perdido el décimo hijo”.

“Mi padre se iba a hacer negocios en primavera y verano. Pero cuando estaba en casa, era él el que tomaba las decisiones”.

El mundo exterior

“Bajo las enseñanzas de Bill Gothard, me enviaron a Taiwán a los 21 años a enseñar inglés durante seis meses”.

“Un año después de regresar a Oregon, fui a China. En un sentido, no dejé realmente a mi familia. Estaba muy conectada a través de llamadas telefónicas y correos electrónicos”.

“Mientras vivía en China conocí lo que era la “vida normal” de los estadounidenses que no habían sido educados en sus casas. Eso fue como un shock cultural.

Conocí a un británico y muy pronto me di cuenta lo distinta que era mi vida en Oregon. Decidimos casarnos en Estados Unidos”.

El escape

“No me había dado cuenta cómo el culto me tenía agarrada. Mi esposo y yo nos quedamos en Estados Unidos, pero pronto nos dimos cuenta de que sería mucho mejor para nosotros si nos separábamos completamente del culto. A mi familia no le gustaba mi esposo pese a que él era muy bueno con ellos”.

“Mi esposo me incentivó a mantener el contacto con mi familia. Le tomó un buen tiempo entender que ellos no iban a cambiar. No he visto a mi familia desde que me fui. Ahora tengo cerca de 30 años”.

“Mucha gente me ha preguntado si es difícil terminar la relación con tu familia. Fue un cambio turbulento, pero tuve la suerte de contar con el apoyo de mi marido. No podría haberlo hecho sola”.

“Me ha tomado mucho tiempo darme cuenta del alcance del abuso. Ahora que tengo tres hermosos niños y soy parte de una verdadera comunidad y una iglesia, me doy cuenta de que mi crianza no fue normal”.

El periódico The Washington Post publicó que Bill Gothard renunció al movimiento IBPL en 2014 en medio de acusaciones de abuso sexual, que él rechazó.

En 2016, aparecieron nuevos detalles de una demanda legal interpuesta por diez mujeres contra Gothard.


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