La epidemia de la violencia de las armas no encuentra cura en el Congreso

Las familias de las víctimas piden a representantes actuar, pero ellos sólo lanzan discursos sin proyectos claros

El ataque en secundaria en Florida conmocionó al país.

El ataque en secundaria en Florida conmocionó al país. Crédito: Mark Wilson/Getty Images

WASHINGTON— La epidemia de la violencia de las armas se regó a una escuela secundaria en Parkland (Florida), donde murieron 17 estudiantes, pero este jueves el llamado a un mayor control de las armas no encontró respuesta ni en la Casa Blanca ni en los pasillos del Congreso.

El tiroteo del miércoles en la secundaria “Marjory Stoneman Douglas”, a manos de un joven aparentemente afectado por trastorno mental y armado con un rifle de asalto, dejo 17 muertos y al menos una decena de heridos.

Como en muchos otros actos de violencia en EEUU, el tiroteo reactivó el debate nacional sobre el control de las armas, sin que por ahora haya una solución a la vista.

El ciclo se repite: enérgica condena de tiroteos; condolencias y oraciones por las víctimas; reclamos de grupos cívicos y en las redes sociales por más restricciones a la venta de armas, y cero acción en el Legislativo.

Condolencias de Trump

El presidente Donald Trump ofreció hoy apoyo a los familiares de las víctimas y prevé viajar a Parkland, a una hora de Miami, para reunirse con ellas y con las autoridades locales y estatales, aunque no precisó fecha.

“Ningún niño, ningún maestro debe correr peligro en una escuela estadounidense. Ningún padre debe temer por sus hijos e hijas al despedirse de ellos con un beso en la mañana”,  dijo Trump desde el Salón Diplomático, donde también hizo un llamado al respeto a la vida y a mejores respuestas a enfermedades mentales.

“A todo padre, maestro y niño que sufre tanto, estamos con ustedes,  para lo que sea que necesiten, para lo que podamos hacer para aliviar su dolor. Estamos todos unidos como una familia estadounidense, y su dolor es también nuestro”, afirmó.

También emitió una proclamación en la que ordenó que las banderas de EEUU ondeen a media asta en la Casa Blanca y en todas las instalaciones federales y militares, así como en las embajadas.

Cifras alarmantes

Pero ni en sus declaraciones televisivas ni en la proclamación hizo mención alguna de la violencia de las armas, que en EEUU se cobra la vida de más de 35,000 personas al año.

Los asaltos con armas de fuego son, además, la segunda causa de muerte para jóvenes entre 15 y 19 años, detrás de los accidentes automovilísticos, según datos oficiales.

Según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), 36,252 personas murieron a causa de armas de fuego en EEUU en 2015, y ese mismo año, el número de víctimas de actos de terrorismo totalizó cinco.

Desde 1968, el número de muertes derivadas de la violencia de las armas ha superado con creces al número de caídos en batalla en todos los conflictos bélicos de EEUU.

Estados Unidos ocupa el puesto número uno en armas per cápita, según “Small Arms Survey”, un grupo con sede en Suiza.

La NRA promueve la venta como lo hizo, por ejemplo, el 14 de febrero, el mismo día del ataque en Florida, para sugerir regalar armas en San Valentín.

Una verdadera epidemia

Desde la masacre en la escuela primaria “Sandy Hook” en New Haven (Connecticut), en diciembre de 2012, en la que murieron 20 niños y seis maestros a manos de un pistolero que después se quitó la vida, ha habido más de 400 muertos en más de 200 tiroteos en colegios en EEUU.

“Esta epidemia de masacres, este flagelo de un tiroteo escolar tras otro, solo suceden acá, no por coincidencia ni  mala suerte sino  por nuestra inacción”, advirtió ayer el senador demócrata por Connecticut, Chris Murphy.

“Somos responsables por un nivel de atrocidad  masiva que sucede en este país sin ningún paralelo en el mundo”, se quejó.

Médicos y expertos en salud pública han advertido durante años de que el problema debe tratarse como cualquier otra epidemia causada por enfermedades contagiosas.

“Las armas no hacen que los individuos, sus familias, u hogares sean más seguros, y provocarán más muertes de seres queridos que al intruso que intenta causarles daño”, dijo en un editorial en línea, Howard Bauchner, médico de profesión y editor de la prestigiosa revista médica “Journal of the American Medical Association (JAMA, por su sigla en inglés).

“Las armas matan gente” y la única manera de reducir esas muertes es a través de mayores restricciones en el número y tipo de armas a la venta, mayor escrutinio de compradores, y más seguridad en escuelas y sitios públicos, argumentó.

Apoyándose en numerosos estudios, Bauchner se expresó así tras el tiroteo durante un concierto al aire libre en Las Vegas (Nevada) el 1 de octubre de 2017, que dejó 59 muertos.

Pero sus palabras han caído en oídos sordos.

Sequía de leyes

Pese a que, según las encuestas, la mayoría de los votantes estadounidenses aprueba mayores restricciones al acceso de las armas, el Congreso ha evitado durante años un debate serio sobre el asunto.

El Congreso guardó hoy un momento de silencio por las víctimas, y aunque algunos demócratas renovaron su llamado por un mayor control de armas, es casi nula la posibilidad de que se apruebe una legislación al respecto este año.

Así, el silencio del Congreso en torno al control de las armas ha sido prolongado, y supone una de las tareas pendientes que arrastra el Legislativo durante años.

En la actualidad, no existen leyes federales que prohíban la compra y tenencia de armas semiautomáticas, rifles de calibre militar, pistolas, y demás armas con tambores de gran capacidad.

Una ley federal que prohibió las armas de asalto y de gran capacidad estuvo en vigencia entre 1994 y 2004, pero el Congreso no la renovó pese a fuertes campañas de presión de una amplia coalición de grupos cívicos.

Las leyes estatales varían de uno a otro estado, y  algunas incluso permiten la portación de armas ocultas, o su portación por fronteras interestatales.

Desde el pleno del Senado, el senador demócrata por Illinois, Dick Durbin, lamentó que el único voto que ha hecho la Cámara Alta en este ciclo legislativo ha sido “debilitar las leyes sobre las armas”, al referirse a una medida que impedía al Seguro Social alertar al FBI, que hace las revisiones de antecedentes de compradores de armas, sobre personas con problemas mentales.

El poder político de la NRA

La inacción del Congreso se explica en parte al enorme poder político de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), que defiende a rajatabla la Segunda Enmienda, que consagra la tenencia de armas en este país.

Según la NRA y grupos afines, “las armas no matan gente”, sino que los individuos son responsables por el uso seguro de las armas de fuego.

La NRA figura entre los principales donantes de campañas políticas en Estados Unidos, comprometiendo el voto de los legisladores, tanto demócratas como republicanos.

En general, sin embargo, la NRA da más donaciones a candidatos republicanos.

En el ciclo electoral de 2016, Trump y varios legisladores republicanos, entre ellos el senador por Florida, Marco Rubio, recibieron millones de dólares en donaciones, según el grupo “Open Secrets”, dedicado a rastrear la influencia del dinero en el proceso político.

Trump recibió poco más de $30 millones, y Rubio, que se presentará a la reelección hasta 2022, obtuvo $3,2 millones.

La oficina de Rubio no ha contestado una solicitud de este diario para explicar su postura sobre el control de las armas.

La pregunta en boca de millones en las redes sociales ha sido clara: “¿Hasta cuándo?”

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