Saúl “Canelo” Álvarez, sin pausa hasta la excelencia
Tradición y búsqueda constante por mejorar son las claves en la carrera del boxeador tapatío
El mexicano Saúl “Canelo” Álvarez tiene metida entre ceja y ceja una fecha: el 5 de mayo. Ésa es el día para el que lleva preparándose durante meses. En la otra esquina del ring de la arena T-Mobile de Las Vegas encontrará al kazajo Gennady Golovkin, el mismo boxeador al que se enfrentó el pasado septiembre en una pelea en la que los jueces no fueron capaces de elegir un ganador.
El más joven de siete hermanos, todos boxeadores, Canelo se hizo profesional con sólo 15 años y aún recuerda el momento en que su padre tuve que firmar un permiso para que le dejaran pelear en México contra boxeadores que llegaban a doblarle la edad. Los ganó a todos. Ahora, con 27 años, Canelo no va a permitir que esos sacrificios de su familia hayan sido en vano.
Este pelirrojo de Guadalajara está decidido a ser el primer boxeador que derrota a GGG y prácticamente no tiene tiempo para nada más. Pero sus fanáticos se preguntan: ¿tiene el hombre del momento otras pasiones fuera del ring?
Como buen tapatío, Canelo está orgulloso de sus raíces y disfruta montando a caballo cuando puede escaparse a su rancho cerca de Guadalajara. Tampoco sorprende que este talento internacional del apasionante mundo del boxeo tenga una enorme curiosidad por conocer más del mundo que le rodea. De hecho, el pasado verano viajó a Italia y tuvo la oportunidad de hablar personalmente con el Papa Francisco y regalarle un par de guantes de boxeo.
Por eso Canelo no lo dudó cuando el mes pasado Hennessy le invitó a viajar a Francia y visitar la cuna del cognac más vendido del mundo. En consonancia con la forma en que él entiende el boxeo –y la vida–, este joven de 27 años comparte con Hennessy el compromiso por la excelencia, expresado en el lema “Nunca pares, Nunca te conformes”, un valor que le define, que ha cultivado desde la infancia y al que atribuye su éxito.
Hennessy es sinónimo de tradición y de búsqueda de perfección. Un inmigrante irlandés llegó al sur de Francia para crear uno de los mejores licores del mundo. Allí en Cognac, Richard Hennessy –también el más joven de sus hermanos– se instaló en 1765 con el objetivo de lograr el mejor cognac posible.
253 años después, el tátara-tataranieto de Richard Hennessy, Maurice Hennessy, y Canelo se conocieron en una cena durante su visita a la casa familiar en Cognac. Ambos herederos de los respectivos legados de sus familias, compartieron una conversación en la que muchos se verían reflejados: el respeto al pasado –la gratitud por los que vinieron antes que ellos– y su proyección hacia el futuro –sus planes para dejar una impronta en las generaciones venideras–.
Profundizar en la historia de Hennessy, marca con la que continúa relacionado, captó el interés de Canelo. Al igual que el objetivo común de su familia es convertirse en los mejores boxeadores, durante ocho generaciones las familias Hennessy y la de los maestros catadores Fillioux han mantenido la búsqueda sin descanso del máximo potencial de un cognac en la raíz de Hennessy.
El proceso para alcanzar ese objetivo, igual que para lograr un título en el boxeo, requiere años de esfuerzo y dedicación. Así, para formar parte del prestigioso Comité de Catadores de Hennessy, los aspirantes deben aprender el arte del silencio durante 10 años, observando y aprendiendo de sus antecesores durante las catas diarias –sin opinar aún– para ellos mismos convertirse en maestros y poder garantizar la calidad de los cognacs Hennessy en el futuro.
Si no fuera un maestro en el deporte del boxeo, Canelo podría ser uno de esos aprendices silenciosos del Comité de Catadores. No sólo porque durante su visita a la Maison Hennessy realizó la primera cata de su vida de un licor y ya demostró tener sensibilidad para diferenciar los distintos sabores, sino porque el de Guadalajara es un especialista en observar, analizar, aprender y guardar silencio. Son sus resultados los que hablan por él.
Así es como piensa derrotar el 5 de mayo a Gennady Golovkin en la reedición de la pelea del pasado septiembre. Él sabe que ganará el que más haya aprendido del otro en el primer combate. El que mejor haya observado y analizado esa pelea que no tuvo ganador ni perdedor. Quiere ganar en silencio, sin grandes declaraciones como otros boxeadores.
Saúl Álvarez sólo ha perdido una pelea en su carrera, ante Floyd Mayweather, cuando tenía apenas 23 años. “Ganó la experiencia. Ahora sería distinto”, dice confiado, maduro, consciente de que hoy es un boxeador más completo, más peligroso para sus rivales.
Ante Golovkin no será la primera vez que se suba al ring contra alguien a quien ya se enfrentó antes. Ya peleó dos veces contra un mismo rival, y las dos veces los volvió a noquear. “Aún más fácil la segunda”, recuerda.
Por eso no tiene dudas de que esta vez podrá con GGG. Para ello lleva meses preparándose entre sus casas de Guadalajara y San Diego, y las últimas semanas antes de la pelea las pasará en Colorado Springs, entrenando en altura para lograr más resistencia.
Canelo sabe que no sólo se representa a sí mismo. Tiene el respaldo de una familia y de todo un país que se suben con él al ring. Su éxito es un sueño colectivo que comparten sus hermanos, sus amigos y todos los mexicanos que aspiran algún día a ser también campeones. Esa responsabilidad empuja a Canelo a nunca parar, a nunca conformarse en su camino a la excelencia. Su potencial no tiene límites.