Haspel jura que no reiniciará programa de torturas si el Senado la confirma para la CIA

La nominada por Trump quiere hacer historia como la primera mujer a cargo de la Agencia, pero su confirmación no está asegurada

Gina Haspel enfrenta complicado proceso de confirmación a la CIA.

Gina Haspel enfrenta complicado proceso de confirmación a la CIA. Crédito: Alex Wong/Getty Images

WASHINGTON— Gina Haspel pasó décadas como agente encubierta  pero, bajo los reflectores,  afirmó este miércoles bajo juramento que no reiniciará el polémico programa de torturas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) si el Senado la confirma como jefa de esa agencia de espionaje.

Haspel, cuya carrera de 33 años ha estado bajo un velo de misterio, afrontó hoy varias horas de intenso interrogatorio durante una audiencia de confirmación en el Comité de Inteligencia del Senado.

Como ya había adelantado la CIA al divulgar extractos, Hapel, de 61 años,  pidió un voto de confianza de los senadores para lograr su histórica confirmación como la primera mujer al mando de la agencia.

Entiendo que muchos en el país quieren saber mis puntos de vista sobre el antiguo programa de detención e interrogatorio de la CIA… al haber prestado servicio en ese momento tumultuoso, puede ofrecerles mi compromiso personal, claramente y sin reservas, de que bajo mi liderazgo, la CIA no reiniciará semejante programa”, aseguró Haspel.

Tanto demócratas como republicanos le hicieron extensas preguntas sobre su papel en el programa de torturas en cárceles clandestinas de la CIA tras los atentados del 9/11 –   que el Congreso prohibió en una legislación- y su posible implicación en la destrucción de centenares de horas de grabaciones de  interrogatorios coercitivos.

A cada pregunta de los demócratas, Haspel repitió una y otra vez que ella, “bajo ninguna circunstancia”,  jamás pondría a los agentes de la CIA en situaciones de peligro o a obedecer órdenes inmorales o ilegales, así se lo pidiera el presidente Donald Trump.

Haspel afirmó que la CIA, en todo caso, no sería la agencia idónea para hacer interrogatorios y puso en duda que Trump  llegase a pedir la tortura de detenidos.

“Mis padres me dieron un fuerte compás moral… jamás nunca regresaría a la CIA a un programa de interrogatorios” como el que mancilló la imagen de la agencia tras el 9/11, subrayó Haspel.

Haspel participó posteriormente en una sesión a puerta cerrada para contestar a preguntas sensibles para la seguridad nacional, como la desclasificación de más documentos, como piden los demócratas.

Sin embargo, en la sesión pública, Haspel se negó a decir con claridad si considera que la tortura es “inmoral” o si es un método que funciona,  aún durante  un tenso intercambio con la senadora demócrata por California, Kamala Harris.

Haspel se negó a contestar con un simple “sí o no”, como exigía Harris, y afirmó que apoya ceñirse a las normas delineadas en el manual de operaciones del Ejército,  que prohíbe la tortura.

Harris dejó en claro que votará en su contra por su historial y su falta de transparencia en la audiencia.

También descartó que Trump vaya a exigirle un juramento de “lealtad” como presuntamente lo hizo con el jefe del FBI, James Comey, y se negó a contestar cómo respondería.

El presidente Donald Trump la nombró como jefa de la CIA en marzo pasado, en reemplazo de Mike Pompeo, quien acaba de asumir el cargo de secretario de Estado.

De ser confirmada por el Senado, Haspel sería la primera mujer en liderar a la CIA, puesto que ahora ocupa de forma interina. El año pasado, Haspel fue subdirectora de la agencia de espionaje.

La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, afirmó hoy que Trump la seleccionó por “su carácter, su experiencia y su compromiso por proteger al país”, es la persona indicada como jefa de la CIA “y el Senado debe confirmarla.

En su testimonio, Haspel asegur�� que la estrategia de la CIA comienza con fortalecer la misión de recabar datos de inteligencia para que los legisladores puedan proteger a EEUU y avanzar sus intereses en el mundo.

Según Haspel, la misión de la CIA también implica desplegar a más oficiales sobre el terreno, a lugares donde se ubican los adversarios de EEUU, haciendo énfasis en el dominio de idiomas, y también “invertir en nuestras alianzas, dentro del gobierno de EEUU y en todo el mundo”.

Haspel recibió tanto críticas como elogios, y aún no está claro si los demócratas apoyarán su confirmación, que requerirá una mayoría simple de 51 votos en el pleno del Senado y, por lo tanto, necesitará el apoyo de al menos un senador demócrata.

De un lado, decenas de legisladores y exjefes de la comunidad de inteligencia han apoyado su nombramiento, al indicar en una carta al Comité que Haspel es un “activo crítico” en unos momentos en que EEUU afronta grandes presiones para su seguridad nacional dentro y fuera del país.

Pero muchos escépticos y buena parte de los legisladores demócratas consideran que Haspel aún no los convence de su honestidad sobre su pasado, y su implicación en el programa de torturas la descalifica para el cargo.

Hay mucho en juego y el reto de la CIA es proveer la inteligencia necesaria para proteger a la nación sin dejarse influir por consideraciones políticas, ha dicho el senador Mark Warner, el demócrata de mayor rango en el Comité.

Los demócratas, en particular la senadora Dianne Feinstein, pidieron explicaciones de Haspel respecto a la orden que dio en 2005, José Rodríguez, entonces jefe de operaciones clandestinas, para la destrucción de grabaciones de los interrogatorios.

Feinstein dijo que le “agrada mucho” Haspel pero le preocupa que la CIA ha divulgado solo documentos para ensalzar su nombramiento y oculta partes más nocivas de su carrera, sugiriendo que votaría en su contra.

Haspel afirmó que Rodríguez actuó por cuenta propia en la destrucción de las grabaciones , en las que ella no aparece, y resistió las presiones demócratas de desclasificar más documentos, argumentando que eso pondría en riesgo la integridad física de los espías en “misiones peligrosas.

Por su parte, el senador republicano por Florida, Marco Rubio, atacó a los “activistas que con frecuencia difaman” a los agentes de la CIA e intentan hacerlo con Haspel, por lo que dejó entrever que votará por ella.

En 2011, un informe desclasificado de la CIA la absolvió de toda culpa respecto a la destrucción de esas grabaciones, pero la agencia se niega a difundir más documentos relacionados con los interrogatorios.

Grupos cívicos y defensores de los derechos humanos, como Human Rights First, se oponen a Haspel porque, a su juicio, su confirmación enviaría el mensaje de que la tortura, como ocurrió durante la Administración Bush, es un método aceptable para extraer verdades a detenidos.

Kelly Magsamen, vicepresidenta para Seguridad Nacional del Centro para el Progreso Estadounidense (CAP) dijo que la audiencia empeoró las preocupaciones sobre el papel que jugó Haspel en la tortura de detenidos y en su encubrimiento, y ésta “no inspiró confianza” en que entiende “el grave daño” que hizo ese programa para la seguridad de EEUU.

La negativa de la CIA a divulgar más documentos sobre lo que hizo Haspel en ese programa, su historial y sus evasivas son suficientes para que el Senado rechace su confirmación, aconsejó Magsamen.

En la audiencia, un puñado de activistas de “CodePink” mostraban camisetas con mensajes en contra de la tortura, y grupos cívicos en todo el país saturaron a la prensa y al Congreso con mensajes en contra de Haspel.

La audiencia tuvo como único incidente la expulsión de Ray McGovern,  un ex analista de la CIA,  que a gritos llamó a Haspel “una matona que tortura a la gente”, mientras cuatro policías del Capitolio le gritaban que dejara de resistir.

Tanto la  CIA como la Casa Blanca mantienen una intensa campaña de persuasión pública, con la divulgación de documentos halagüeños hacia Haspel y varios mensajes en Twitter.

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