La abandonaron en Penn Station, Nueva York, y ahora se vuelve a encontrar con su familia
En la mayoría de los casos los niños abandonados que no tienen sus necesidades satisfechas crecen con baja autoestima y dependencia emocional
Mika Cheesman tenía solo 4 años cuando su madre la dejó en una tienda de golosinas, dentro de la enorme Estación Penn (Penn Station) de Nueva York.
Cheesman solo decía una palabra, “mami”, pero las autoridades no pudieron encontrar a sus padres. La pequeña abandonada pasó a llamarse “Missy” por los funcionarios porque nadie sabía su nombre real.
Cheesman finalmente fue llevada a un orfanato primero y adoptada después. Pero ella nunca dejó de intentar rastrear a su familia.
En 2001, apareció en el programa de entrevistas diurno “Iyanla” y contó lo difícil que ha sido vivir sin su familia. Fue mientras se presentaba en ese programa que conoció a Lynn-Marie Carty, una investigadora privada que se especializa en reunir a familias.
“Había muy poca información para comenzar con un punto de partida sólido, fue extremadamente difícil”, dijo Carty a Inside Edition. “Me rompió el corazón saber su historia. Me propuse resolver este caso antes de dejar esta tierra “.
Finalmente, después de 17 años de callejones sin salida, una prueba de ADN ayudó a localizar a una prima hermana.
“Ella dijo que todos en la familia pensaban que Mika había fallecido, creían que había muerto en 1975”, contó Carty. “Se les dijo que se cayó por la ventana de un rascacielos de Nueva York”.
Cheesman tiene ahora unos cuarenta y cinco años y es madre de cuatro hijos. Inside Edition estuvo con ella en Delaware, cuando por fin conoció a la familia que no había visto en cuatro décadas.
“Siento mucho amor, siento mucho entusiasmo al conocer a mi sobrina por primera vez en mucho tiempo”, dijo su tío Samuel Wright a Inside Edition.
Fue un momento agridulce cuando abrazó y besó a su madre. Tantos años después, más de 4 décadas, por fin averiguó por qué la abandonó: tenía problemas graves de salud mental.
A pesar de todo, del dolor, los años y la distancia, hubo lágrimas de alegría cuando Cheesman se reunió con la familia con la que no creció y que tanto tardó en encontrar y conocer.
Cheesman, averiguó su nombre real, en realidad es Lynette Wright-Smith. Confesó que no está enojada con su familia biológica, sino que está feliz y lista para seguir adelante y conocerlos mejor para compartir sus vidas.