Lin-Manuel Miranda: ‘No me hace falta un Óscar’
Entrevista con el actor neoyorquino de origen boricua, que interpreta al farolero Jack en Mary Poppins Returns
El éxito obtenido con los musicales “In the Heights” y “Hamilton” permitió a Lin-Manuel Miranda dar el salto del teatro al cine, primero componiendo canciones para “Moana” de Disney y después actuando en “Mary Poppins Returns“, la secuela del clásico de 1964 que acaba de llegar a los cines. Pudimos hablar con el polifacético artista neoyorquino sobre la película en la que interpreta al farolero Jack y sobre sus objetivos de futuro.
Pregunta: ¿Cómo te sientes al ser parte de un título tan icónico como Mary Poppins?
Lin-Manuel Miranda: Es un sueño hecho realidad. ¡Quién podría imaginar que 54 años después de la película original habría más aventuras de Mary Poppins! Yo pasé mucho tiempo de niño bailando con esos pingüinos y con Dick Van Dyke, ¡pero en mi televisión y en VHS!
P.: Mary Poppins Returns es una secuela más que un remake, aunque las historias son muy parecidas…
L.M.M.: Es imposible hacer un remake de una película tan perfecta. Trata de imaginar otra versión de supercalifragilisticoexpialidoso. ¡No se puede hacer! En ésta hubo dos grandes aciertos: uno, contratar a Rob Marshall para dirigirla, porque es un super fanático de la primera película e hizo una carta de amor a la original. Y dos, situar la historia 25 años después de la primera; conocemos a Michael y Jane Banks como adultos. Michael aún vive en la misma casa, en Cherry Tree Lane. De esa manera, aunque es una historia nueva con actores nuevos, nos sentimos parte de la familia.
P.: ¿Cómo fue tener a Dick Van Dyke [el deshollinador Bert en el film original] en el set?
L.M.M: ¡Magia! Lo llamábamos el DDD Day, Dick Van Dyke Day. Yo no podía creer que estaba en una película de Mary Poppins con Dick Van Dyke. Hablamos sobre “Bye Bye Birdie”, su primera obra en Broadway en la que trabajó con Chita Rivera, una leyenda latina.
P.: ¿Te fijaste en el Bert de Dick Van Dyke para tu personaje de Jack?
L.M.M.: Yo tuve menos presión porque es un personaje nuevo. Emily [Blunt] tenía el trabajo más difícil siendo Mary Poppins. Mi inspiración no fue Dick Van Dyke, sino mi hijo Sebastián, que tenía dos años cuando estábamos haciendo la película. Veía cómo jugaba, sus amigos imaginarios… ¡él estaba tan conectado a su imaginación! Así es Jack también, porque nunca perdió al niño que lleva dentro.
P.: La música de la primera película es maravillosa, todos nos sabemos las canciones. ¿Cómo es en “Mary Poppins Returns”?
L.M.M.: Lo mejor que te puedo decir es que mi hijo vio la película por primera vez el domingo pasado y salió cantando las canciones, con cuatro años. Ése es el test que hay que pasar. Porque hubo un momento en que no conocíamos las canciones de la primera película. El score entero trata de amor. Yo no podría escribir estas canciones, tenían que salir de Marc Shaiman, que es fanático del trabajo de los Hermanos Sherman que compusieron la música original.
P.: ¿Te costó pasar del teatro a un set de película?
L.M.M.: La diferencia está en de dónde sacas la energía. En el teatro, es la audiencia. Cantas las mismas canciones siete u ocho veces a la semana, pero la audiencia cambia y esa energía cambia cada noche. En el cine lo que cambia es el mundo. Un día estoy bailando con pingüinos, el otro con Maryl Streep, la semana siguiente cerramos el camino del Palacio de Buckingham y vamos con 500 bicicletas… La energía viene de la realidad de que no vamos a regresar a ese momento, de que sólo nos va a pasar una vez en la vida.
P.: ¿Te gustaría seguir haciendo cine?
L.M.M.: Me siento muy conectado a los musicales en cualquier forma que tomen, sea en teatro o cine. A veces las ideas que escribo para el teatro empiezan como película y se convierten en experiencias teatrales. Tengo un par de ideas para próximos proyectos y no sé si van a ser películas u obras. La inspiración me va a decir qué quieren ser, cuál es el mejor contenedor.
P.: ¿Qué estás buscando en esas ideas?
L.M.M.: Estoy buscando lo que no me deja quieto. Creo que no es coincidencia que la mejor idea que he tenido como escritor, “Hamilton”, me vino cuando estaba de vacaciones ¡y fue la idea más loca! Se lo contaba a mis amigos y creían que estaba de broma, ¡uno de los padres de la nación rapeando! La lección que saco de eso es que hay que tomarse más vacaciones porque la inspiración llega cuando estás relajado, y tengo que confiar más en mi instinto. Aunque sea una idea loca, si la idea no me deja quieto, hay que seguirla.
P.: Tienes premios Emmy, Grammy, Tony… ¡te hace falta un Óscar!
L.M.M.: ¡No! No me hace falta. Cuando tratas de hacer algo para recibir premios, desaparece. Yo me siento muy contento con mis premios, son como un voto de confianza, pero a la vez si tratas de hacer material para ganar un Oscar, no ocurre. Además, soy supersticioso con eso.
P.: Entonces el famoso “EGOT” no es un objetivo…
L.M.M.: No realmente. Yo tengo un premio Pulitzer, un Kennedy Center… Sería arrogante pedir más de lo que ya tengo. De lo que estoy muy contento es de estar en una posición en la que puedo elegir en qué trabajo. Eso es lo que todo artista desea: libertad para elegir el siguiente proyecto y hacerlo, no para recibir un cheque, sino porque amas el trabajo.