Editorial: Dos años de Trump
La promesa de Trump durante la campaña presidencial fue dirigir el país como si fuera una de sus empresas. En eso cumplió
El gobierno federal parcialmente cerrado por más de un mes representa lo que ha sido dos años de la administración Trump. A la mitad de su gestión ya se puede establecer sin lugar a dudas que esta presidencia es la peor de la historia estadounidense moderna.
Un gobierno paralizado por tiempo récord, un país dividido, el resurgimiento del odio racial, el aislamiento internacional, un déficit presupuestal que crece hasta donde se ve el horizonte, la destrucción de los esfuerzos para reducir la contaminación ambiental, la ofensiva contra los derechos y protecciones de las minorías. Este es el legado de nuestra era Trump.
Trump no se cansa de repetir que es el presidente con más logros en la historia. Hay una gran mayoría republicana que lo respalda incondicionalmente. Están los que temen a los inmigrantes, los racistas y los que maquiavélicos que aceptan hasta lo inaceptable con tal de tener un recorte de impuestos, una Suprema Corte de Justicia conservadora y la desregulación empresarial en ciernes.
Estos tres aspectos son parte de un dogma partidario cuyo fin es redistribuir dinero federal para el beneficio de empresarios y adinerados, ayudar al sector privado debilitando las protecciones al consumidor y diluir los derechos de la mujer y las minorías raciales. Lamentablemente, el mayor apoyo de Trump es entre los evangélicos.
Al mismo tiempo, las encuestas muestran que el mayor índice de aprobación de Trump fue 48% en febrero de 2017, a pocos días de su inauguración. O sea que a lo largo de su presidencia no hubo ningún momento en que la mayoría de los estadounidenses estuvo satisfecho con su labor.
La promesa de Trump durante la campaña presidencial fue dirigir el país como si fuera una de sus empresas. En eso cumplió. El país está endeudándose aceleradamente, a miles de empleados federales primero les congeló el sueldo y ahora los hace trabajar gratis. Bancarrotas y cuentas impagas son la base de su éxito empresarial.
El gobierno federal sigue incompleto. A los departamentos de Trabajo, Justicia e Interior les falta más de la mitad de las designaciones ejecutivas. Tras dos años de presidencia hay 162 vacantes en puestos clave como los dos más importantes de la Agencia Antidrogas (DEA). Cuatro ministros en el gabinete tienen puestos interinos.
Trump rompió la estructura de la presidencia. El Washington Post registró más de 8,000 falsedades dichas en dos años. Los conflictos éticos abundan y la relación con Rusia es investigada con increíbles revelaciones. Sus asesores reales son algunos comentaristas en Fox. Su rutina de trabajo son incontables horas frente a la televisión. De allí recibe la información con la que toma decisiones.
En resumen, el caos, la corrupción y el resentimiento anti inmigrante son las marcas de dos años de la presidencia de Donald Trump.