Lo que aprendí cuando dejé de depilarme
Una campaña que incitaba a dejarse crecer el vello corporal fue seguida por múltiples mujeres en todo el mundo el pasado mes de enero. Aquí te presentamos las experiencias de cuatro de ellas
Mujeres de todo el mundo dejaron de lado sus cuchillas y otros métodos de depilación en enero para dejar crecer su pelo por la campaña “Januhairy” (que, en inglés, combina la palabra “enero” y “peludo”).
Algunas de ellas fueron alabadas por ayudar a promover la confianza en el cuerpo de una misma, mientras otras fueron consideradas desagradables.
Esto es lo que cuatro participantes de esta iniciativa aprendieron de la experiencia.
“Decírselo a la gente resultaba un poco intimidante”
Sonia Thakurdesai estaba “muy indecisa” sobre contar su decisión de dejar crecer su vello corporal.
“Recuerdo ver un montón de tuits en el momento en que ‘Januhairy’ comenzó a ser popular, por parte de mujeres y hombres, atacando la campaña (y) diciendo que era asquerosa”.
“Pese a estar contenta de formar parte, la parte de publicarlo en redes sociales y decírselo a la gente me resultaba intimidante. El vello corporal es algo de lo que siempre me he sentido avergonzada. Siempre pensé que la gente pensaría que era sucia o grosera si hablaba abiertamente de ello”.
La joven de 19 años, procedente de West Yorkshire (en el norte de Inglaterra), explica que pese a la negatividad y los miedos iniciales, la iniciativa aumentó la confianza en sí misma.
“Abrió el debate sobre este asunto: mujeres de todo el mundo están compartiendo sus experiencias y es un desafío para aquellas que sienten que deben depilarse pensar por qué es así”.
“Me ha hecho sentir más cómoda conmigo misma y aceptar mi cuerpo en su forma imperfecta y natural”.
“No lo hago para conseguir aprobación”
Sabine Fisher se quedó impactada cuando las personas cercanas a ella le mostraron su malestar por el hecho de que participara en la campaña “Januhairy”.
“Dos personas me dijeron que era ‘desagradable’ y ‘no natural’, lo que me dolió y me confundió porque eran amigos cercanos, pero ahora no me importa que a la gente no le guste”.
“No lo hago para conseguir su aprobación; lo hago por mí”.
La joven de 18 años, de Rotoura, en Nueva Zelanda, considera que se ha “lavado el cerebro” a algunas culturas para que piensen que el vello corporal es algo “malo y raro”.
“El vello corporal es bonito, pero cuando la gente ve mi axila, no me miran a los ojos, o se quedan pasmados mirándolo (el vello)”.
“No sé si será algo que seguiré haciendo siempre, pero por ahora me hace sentir bien y siento que es lo correcto. Mi belleza y lo que valgo no tienen nada que ver con mi vello corporal, o lo que otras personas piensen sobre él”, zanja.
“Me siento femenina”
Crystal Marchand es transgénero y decidió dejar que su vello corporal creciera por primera vez desde su transición el año pasado.
“Me llamaron de todo. Me insultaron en público. Algunos se me quedaban mirando, otros ni siquiera me miraban”.
Una interacción abusiva, a mitad de enero, le llevó a afeitarse el vello facial.
Pero, pese a la reacción negativa, la joven de 32 años de Montreal (Canadá) explica que aprendió más sobre sí misma durante este proceso.
“Hay cierto peligro en traspasar los límites y ese riesgo preocupó a algunos de mis seres queridos. Pero descubrí que podía sentirme femenina pese a todo mi vello corporal, que me ha turbado desde su llegada”.
“Las percepciones de otras personas sobre mi género no son tan importantes para mí como aceptarme a mí misma, ser capaz de amarme y expresarme como soy, libremente”.
“Un poco menos monstruo”
Laura Jackson nunca pensó que la campaña “Januahairy” tendría este éxito.
Cuando creó la iniciativa, la estudiante de 21 años tenía un solo objetivo: animar a las mujeres a aceptar su vello corporal y recaudar dinero para obras de caridad.
Jackson explica que una mujer, que tiene barba causada por el síndrome del ovario poliquístico (SOB), le dio las gracias por hacerle sentir un poco menos “monstruo”.
“Nunca pensé que alguien podría decir eso de sí misma”, manifiesta la alumna de la Universidad de Exeter, en Inglaterra.
“Se me saltaron las lágrimas”.
Laura también explica cómo una adolescente de 13 años con mucho vello corporal en sus brazos le contactó para decirle que la campaña le había hecho llorar y le ayudó a darse cuenta de que no “estaba sola”.
“Me da más confianza en la humanidad y los cambios que esta generación puede traer al mundo”.
“Pero no se trata de mí. Las mujeres han estado inspirando a otras mujeres con sus historias. Esto necesitaba pasar, y simplemente estoy agradecida de haber formado parte de ello”.
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