Cambio climático: el plan de Costa Rica para renunciar al petróleo
El gobierno lanzó a inicios de esta semana un plan para suprimir el uso de combustibles fósiles para el 2050
Costa Rica se pinta otra vez de verde.
El gobierno del presidente Carlos Alvarado lanzó a inicios de esta semana un plan para eliminar el uso de combustibles fósiles para 2050 con el que la nación centroamericana aspira a ubicarse entre las primeras del mundo en suprimir las emisiones de carbono.
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Se trata de una hoja de ruta de 10 puntos que busca generar un modelo de desarrollo basado en la reducción de las emisiones de carbono en la atmósfera, la digitalización y la descentralización en la producción energética.
Entre los puntos más destacados de la iniciativa, denominada oficialmente Plan Nacional de Descarbonización, se incluyen:
- transporte y movilidad sostenible
- energía, construcción sostenible e industria
- gestión integral de residuos
- agricultura y cambio de uso de suelos
De cumplirse, Costa Rica lograría tener “cero emisiones netas” en 31 años, lo que se traduce en que no emitiría más carbono que el que pueda compensar a través de la conservación y siembra de sus bosques.
“La descarbonización no es una moda, sino una necesidad”, afirmó Alvarado durante la presentación del plan, en la que consideró que su país se podría volver así un ejemplo para otras naciones.
Otros países de Occidente, como Reino Unido y Países Bajos, también se han puesto el año 2050 como meta para llevar a cero sus emisiones netas de carbono. Alemania, por su parte, ha prometido reducirlas en un 95%.
El anuncio del gobierno de Alvarado fue aclamado por varias voces de la comunidad internacional, entre ellos el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez; el exvicepresidente de Estados Unidos y Nobel de la Paz, Al Gore; o la expresidenta de Chile y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet.
“Este ambicioso plan aborda la descarbonización de la mejor forma posible con transformaciones tecnológica y sociales que tienen que ser transversales en todos los sectores, porque todos somos parte de la solución”, expresó Bachelet en un mensaje de felicitación.
Hoja de ruta
Costa Rica ha sido pionera en sus políticas ambientalistas en América Latina.
La nación centroamericana, conocida por no tener un ejército desde 1948, enmendó su Constitución en 1994 para incluir el derecho a un ambiente saludable para sus ciudadanos.
Una cuarta parte de su territorio es reserva natural protegida y es el único país tropical del mundo que ha reducido la deforestación.
Actualmente, produce casi toda su electricidad de fuentes renovables (80% de ella hidroeléctrica) y cada año establece récords de uso de energía limpia.
Según el gobierno, el nuevo plan ahora llevaría a Costa Rica un paso más allá: conseguir una “economía verde”, mejorar su competitividad y terminar con la dependencia de combustibles fósiles.
Para ello, propone un paquete de políticas agrupadas en tres etapas, vinculadas con procesos de adopción tecnológica:
- Inicio (2018-2022)
- Inflexión (2023-2030)
- Despliegue masivo (2031-2050)
Las políticas se complementan con otras ocho estrategias para acelerar el cambio, que incluyen la digitalización, la “transición justa” de trabajadores afectados por la “descarbonización” y estrategias de financiamiento y atracción de inversiones, entre otras.
¿Alternativa ambiental o campaña política?
No obstante, y pese a las alabanzas de grandes actores internacionales, el plan también ha sido acogido con escepticismo por ciertos sectores de la comunidad científica.
Para Jairo Quirós, investigador de la Universidad de Costa Rica, el plan implica un desafío que “debería verse con cierta precaución“.
Algunos medios locales expresaron también el temor de que el plan se quede (como sucedió con anteriores gobiernos) en una mera campaña política.
Y es que la promesa es ya una constante en foros políticos ambientales desde que en 2007 el entonces mandatario Oscar Arias prometiera que, para 2021, Costa Rica sería el primer país “carbono neutral” del mundo.
Desde entonces, la fecha ha ido cambiando en dependencia de gobierno y se ha llegado a posponer incluso hasta 2100.
Grupos ambientalistas como Coecocieba y diarios como La Nación o El Financiero también han puesto en duda durante los últimos años que se estén dando pasos realmente sólidos para alcanzar la meta o que la sociedad cuente con la infraestructura necesaria para asumir el desafío.
En ese sentido, casi todos los críticos coinciden en un punto: el controvertido tema del transporte.
Desafíos
De acuerdo con el Banco Mundial, Costa Rica “es una historia de éxito en términos de desarrollo“.
Considerada una nación de ingreso medio alto, experimentó un crecimiento sostenido en los últimos 25 años, resultado de una estrategia basada en la apertura a la inversión extranjera y en una gradual liberalización comercial.
Pero a medida que la economía ha despegado, la demanda de automóviles, una de las principales fuentes de desechos de carbono del mundo, también ha ido en crecimiento, según cifras del Quinto Informe Estado de la Región.
Solo en 2016, se registraron más carros que nombres de recién nacidos.
Y pese a las propuestas iniciales de hacer de 2021 un hito en la reducción de los niveles de dióxido de carbono, el país se situó en el segundo lugar en emisiones per cápita en América Central.
El transporte público no queda muy atrás: más del 60% del país viaja en autobuses o trenes de combustible -según cifras oficiales- lo que supone otro desafío para el plan.
Para hacer frente a esta situación, el gobierno de Alvarado propone generar incentivos para la compra de autos eléctricos y la creación de otros medios de transporte alimentados por energías limpias.
Entre las metas de Costa Rica destacan contar con el 70% de los autobuses y taxis cero emisiones para 2035 y un tren de pasajeros eléctrico y otro de carga.
Además, también se propone conseguir para esa fecha que el 25% de la flota de vehículos privados sea eléctrica y que para 2050 la totalidad de las ventas de vehículos ligeros nuevos sean cero emisiones.
Sin embargo, los críticos recuerdan que los altos precios de estos dispositivos en el mercado pueden poner en cuestión que el plan del gobierno vaya a conseguir cumplir con las fechas que ahora promete.
“Aunque uno tiende a ver que los precios (del autobús eléctrico) están cayendo con el tiempo, hay mucha incertidumbre al respecto”, comentó Quirós a la agencia Reuters.
Otros también cuestionan cuáles serán las alternativas para medios de transporte pesados o cómo se podrá motivar a las empresas a dar el paso hacia la energía limpia sin que esto conlleve a potenciales afectaciones a la economía.
Cerca del 22% de los ingresos de Costa Rica provienen de impuestos sobre los combustibles fósiles, por lo que el cambio a vehículos eléctricos podría impactar también el ya creciente déficit del país.
Se consiga o no, para importantes actores en la lucha contra el cambio climático en el mundo, el mensaje de Costa Rica ya resulta notable.
“Descarbonizar la economía global para reducir drásticamente la contaminación del calentamiento global es absolutamente esencial para garantizar que nuestra civilización pueda sobrevivir y prosperar, y esa es una de las razones por las que estoy tan emocionado de ver que Costa Rica continúa con su papel como líder mundial en ayudar a resolver la crisis climática”, manifestó el exvicepresidente Gore, un referente en esta área.
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