El español, recurso político
Luis Silva-Villar es profesor de Lengua y Lingüística
Mucho se habla del valor económico del español, pero poco o nada del español como recurso político. En cuanto se acercan unas elecciones nuestra lengua despierta de su estado letárgico, como las ranas que esperan las lluvias por años bajo tierra en periodo de sequía. Los recientes debates demócratas dan fe de ello.
El español estuvo presente en boca de Beto O’Rourke, Cory Booker, y Julian Castro. Otros dos candidatos lo cortejaron. Yang escribió: “My Spanish is terrible”, por su parte Marianne Willianson lo puso bien clarito: “Necesito aprender español para mañana a las 9” (trad.).
El español de los candidatos presidenciales ha provocado cierta hilaridad en la audiencia. En Colbert, Alexandria Ocasio-Cortez comenta que era “humorous” para, inmediatamente, caracterizarlo como “un buen gesto”. El hecho de hacerse el debate en Florida, y la importancia del voto latino en el entramado del estado lo aconsejaba. Trump ganó allí, recuérdese, la presidencia por cien mil votos en un estado con más de cuatro millones de votos latinos en juego, el 23,3 porciento del total.
El español destacó en el evento presidencial por las siguientes razones: 1. Es la única lengua que se mencionó en el debate, y la única en que se intervino (sin contar el inglés). 2. A la par que el inglés fue la única lengua en que se retrasmitió el debate. Favorecido, y no es casualidad, por ser el español la única lengua con canales nacionales de televisión. 3. Que se hiciera el debate en Florida, tierra de históricas raíces hispanas.
Hay que salir al paso de algunas críticas. La limitada fluidez del español de los candidatos pasa a un segundo plano cuando lo destacable es el acto de poner el español en la mesa pública. Lo refuerza que pasadas elecciones ya demostraron que el nivel de español no garantiza nada, recuerden a Marco Rubio o Jeff Buch, que lo hablan muy bien, o más en el pasado a Dukakis. Todos perdieron.
El protagonismo hispano en el debate cubrió un abanico muy amplio, desde Valeria y Óscar, que ni llegaron a cruzar la frontera, o los “dreamers”, DACA, Honduras y El Salvador, esto es, lo derivado de leyes de emigración dependientes de reformas bipartidistas urgentes. En el otro extremo, el protagonismo lo ejerció el exilio antillano, representado simbólicamente por el moderador de Telemundo y su influyente familia. Esta emigración, republicanos por ideología, contribuyó decisivamente a la elección de Trump las pasadas elecciones. Todo lo anterior dio brillo latino a los dos debates.
El idioma, el asunto migratorio con todas sus aristas, y la influencia hispana en Florida deberán conjugarse para que los latinos tengan el papel protagonista que se espera de ellos.
Luis Silva-Villar, profesor de Lengua y Lingüística