Una caja abierta a las oportunidades
Spiritú es una nueva empresa que crea cajas de productos en los que da cabida y celebra la diversidad de las creadoras de estos y sus clientes. En su interior y exterior hay firmas latinas
Viridiana Odriozola es una empresaria asentada en California que importa artesanía de México. Uno de los productos que trae, bolsitos de brillantes colores para llevar el maquillaje, por ejemplo, está hecho por creadores de Chiapas, y es uno de los que se contiene en la caja de la presente temporada de Spiritú.
Estar en esta caja permite a Odriozola y los artesanos conectar con una mayor clientela, tener más visibilidad y tener una plataforma de venta más grande que en este año está creciendo.
Spiritú es una empresa cofundada el año pasado por Danielle Levine. “Mi idea era crear una plataforma de comercio que conecte, empodere e inspire a un grupo diverso de mujeres que yo sentía que están infrarrepresentadas en el mercado generalista”, explica en una entrevista con este periódico.
La plataforma está formada por una tienda en la red, un espacio dedicado a historias de mujeres (una buena parte de ellas latinas) y la oferta de compra de una caja cada temporada del año que contiene distintos productos de belleza principalmente, cuyos precios individuales superan los $100 pero que Spiritú vende por $39.99. A los productos de mercado generalista que se incluyen en la caja se da la oportunidad de conectar con una clientela diversa, compuesta de mujeres de 18 a 65 años y muy concentrada en población latina.
La caja de verano, además de incluir el bolsito mexicano y una vela cuya etiqueta está creada por otra latina– Anna Alvarado– , está diseñada por la artista puertorriqueña Barbie Brignoni. Cada temporada cambia el diseño de esta caja.
“Hemos construido una buena red de mujeres que son creadoras, diseñadoras, artistas a través de la gente con la que trabajamos, mentores y gracias a una organización de Los Ángeles que se llama Self Help Graphics que ha ayudado a que muchos artistas latinos y chicanos comiencen sus carreras”, explica Levine.
Esta organización ayudó a Spiritú a contactar con Sonia Romero, artista y diseñadora de la caja de primavera.
Levine ve a la empresa que dirige como un lugar de lanzamiento para mujeres que quieren ser empresarias y quieran dar visibilidad a sus productos a través de la caja o la tienda. “Les ayudamos a aumentar sus redes y dependiendo de las relaciones con ellas podemos echarlas una mano a la hora de buscar como producir más cantidad en fábricas, entendiendo los márgenes y precios que tienen que tener”, cuenta.
Quienes tienen productos para la caja tienen que tener la posibilidad de producir en grandes cantidades, si no es el caso siempre se puede vender en la tienda y con ello ganar visibilidad. “Podemos ayudar a lanzar en la tienda, o contar su historia”, explica Levine. Para esta mujer contar las historias de las emprendedoras o las artistas es importante.
“De hecho es el alma y corazón de la empresa que se dé relevancia a las voces y caras de quienes crean y promueven sus productos como empresarias”, aclara. Esta empresaria cree cuando la gente conoce las historias se genera una mayor conexión emocional del cliente con el producto, algo importante para cerrar brechas.
Y ¿la suya?
Levine dice que dio el mayor paso basado en la fe el día que decidió poner en marcha la empresa. Abogada en tribunales llevaba cuatro años en una firma y en ese momento se dijo que si no lo dejaba en ese momento no se iría nunca.
Y como quería abrirse otro camino distinto, se fue. “Quería hacer algo más creativo, aprender de negocios y no veía como siendo abogado iba a tener esa oportunidad”. Tras un tiempo de introspección se decidió por poner en marca Spiritú. Antes estuvo en el mercado generalista en una empresa similar de la que aprendió mucho.
“Tras estar en el mercado general me di cuenta que había una oportunidad de hacer cosas de forma diferente, cerrar las diferencias y no solo apoyamos a nuevos empresarios y creadores sino que hablamos con grandes marcas para hacerles entender a este consumidor mejor y que tengan la oportunidad de deshacer los errores que han cometido para hacerlo mejor con una comunidad diversa”.
Para Levine, error es asumir que solo hay un tipo de persona, “por eso creamos una red que muestre lo importante de la diversidad”.
Sus planes pasan por que en cinco años haya crecido esta red, que haya más mujeres que conecten con ellos, que haya más partenariados a las que puedan ayudar a dar salida a sus marcas y productos. “Queremos que crezca la tienda en la red y que se refleje la creatividad del mercado”
El sonido de Spiritú
“Queríamos crear una palabra que no tuviera necesariamente una definición pero que pudiera contener muchos significados”, cuenta Levine. “Le llega a cada persona de forma diferente pero el sentimiento es consistente”. A esta empresaria le gusta reconocer el elemento espiritual de la palabra en español y hacen énfasis en el acento de tú. “Es algo que nos parece inclusivo”.