El hambre acecha a miles de personas en el sur de California
Los latinos, uno de los grupos que más sufre la inseguridad de alimentos. Los bancos de comida son una opción para atender las necesidades básicas
Con un trabajo de medio tiempo y siete hijos que alimentar, a Ivonne Vargas, una madre soltera residente del Este de Los Ángeles, le ha sido difícil sobrevivir y sacar adelante a su familia, pero afortunadamente, dice, los bancos de comida siempre la han sacado de apuros.
Cada semana, la mujer inmigrante acude a un banco de comida en el Este de Los Ángeles para surtirse de comestibles de primera necesidad. La madre dice no tener otra opción, debido a que trabaja solo dos días a la semana en un supermercado y el sueldo no le da para más.
“Con ese trabajo apenas gano unos 236 dólares a la semana”, dijo Ivonne, quien emigró de la Ciudad de México hace más de dos décadas.
Debido al número de miembros de su familia, desde hace ocho años Ivonne renta una casa de cuatro recámaras en área de El Sereno, donde actualmente paga $1,500 mensuales.
No obstante los retos económicos que Ivonne enfrenta para pagar la renta, vestir a sus hijos y poner alimentos en la mesa diariamente, ha logrado que cuatro de sus hijas ya estén en camino por un título profesional.
Actualmente las cuatro hijas más grandes de Ivonne son universitarias: Diana, de 24 años, estudia producción de cine; Belinda, de 23, estudia para trabajadora social, y Janeth de 20 e Ivonne, de 19, están en el segundo año de colegio y ambas trabajan medio tiempo para ayudar a su madre a pagar la renta.
“Sin la ayuda de mis hijos me sería imposible sobrevivir”, dijo la madre. “Yo ya andaba dando patadas de ahogada porque el dinero no alcanzaba, pero había que llevarles comida a la casa todos los días”.
En un viernes cualquiera, con una donación de escasos siete dólares, Ivonne llenó la cajuela de su camioneta de modelo antiguo con más de 80 libras de frutas, vegetales, leche, pasta, jitomates y muchos artículos que dice, serán suficientes para una semana.
“Gracias a Dios mis hijos están estudiando sus carreras”, comentó la mujer. “Han batallado todos, pero serán una generación diferente y yo les apoyaré en todo lo que pueda”.
Mario Rivera, presidente de Monte Sion Food Center, a donde acude regularmente Ivonne Vargas, dijo que desde que abrió el lugar en 2015, ha ayudado a las personas que sobreviven entre la incertidumbre de saber si tendrán comida o no.
“Quisiéramos ayudar a todos para que cubran sus necesidades más básicas” dijo. “Sabemos que no es fácil, pero hacemos lo imposible para que vean una pequeña luz de esperanza”.
Nacido en Quetzaltenango, Guatemala, Rivera reflexionó y dijo que “una persona puede vivir mucho tiempo vistiendo la misma ropa, pero no puede dejar de comer”.
Él y otros tres empleados que le ayudan, reciben grandes cantidades de alimentos que le sobran a empresas privadas y agricultores de California.
Monte Sion Center es una organización sin fines de lucro que ayuda semanalmente a aproximadamente 400 familias de Bakersfield, 125 de Riverside, 200 de Perris y otras 150 de Squirrel Mountain Valley, en el condado Kern.
En Los Ángeles
En el condado de Los Ángeles, unos 635,000 residentes entre más de diez millones sufren de inseguridad económica y padecen el impacto del hambre, indica el más reciente análisis sobre la inseguridad alimenticia realizado por el Departamento de Salud del condado de Los Ángeles (LACHD).
El informe también indica que, uno de cada 15 hogares en el condado de LA ha experimentado un consumo reducido de alimentos.
La falta de alimentos varía según las áreas de planificación de servicios por parte del LACHD, y la tasa de mayor prevalencia se encuentra en Antelope Valley con el 34.4% y la más baja en San Gabriel con un 21.8%.
La prevalencia más alta de muy poca comida se registró casi de manera similar en Antelope Valley con el 16.3% y en el área metropolitana de la ciudad de Los Ángeles con un 16.9%; la más baja tuvo lugar en el Oeste de la ciudad con el 6.4% y en San Gabriel con un 6.1%.
“Antelope Valley se considera un desierto donde los residentes tienen acceso bajo o limitado a una tienda de comestibles”, dio a conocer Tony Kuo, director de la División de Prevención de Enfermedades Crónicas y Lesiones en el Departamento de Salud Pública del Condado de Los Ángeles.
La falta de transporte representa una barrera para acceder a los recursos, y sin acceso a un automóvil, los residentes de esa zona tienen dificultades para llegar y salir de lugares.
“Aunque el área metropolitana del Condado tiene idealmente más acceso a los recursos alimenticios, hay mayores concentraciones de latinos que viven en estas áreas”, indicó el doctor Kuo.
Hilda Solís, supervisora del condado de Los Ángeles, dijo que una de las formas para combatir la pobreza es enfocándose en los programas nutricionales que dan a las familias de bajos recursos la oportunidad de comprar alimentos saludables.
“Este es el momento en que debemos de expandir nuestra red de seguridad alimenticia para los más vulnerables y no reducir el apoyo”, dijo Solís.
Para contrarrestar un poco la actual situación de inseguridad de alimentos en el condado, la funcionaria indicó que en junio promovió la expansión de CalFresh, programa de ayuda económica para comprar alimentos al anunciar que las personas que reciben beneficios de Seguro Social podían ahora calificar para el programa. Además, solicitó a la gente que se comuniquen al Departamento de Servicios Públicos y Sociales (866-613-3777) para saber si son elegibles para recibir apoyo.
Solís agregó que muchas de las familias de bajos ingresos del condado viven en áreas conocidas como desiertos alimenticios, vecindarios con poco o ningún acceso a alimentos nutritivos, y eso tiene efectos en generaciones de niños en desarrollo.
En California
A nivel estatal, en abril pasado, el proyecto de ley AB 534, del asambleísta republicano Chad Mayes (R-Yucca Valley) hubiera establecido un presupuesto de $11,5 millones de dólares, para que el Departamento de Alimentación y Agricultura apoyara los esfuerzos de centros alimentarios locales donde hay gran necesidad. Pero la iniciativa se quedó congelada en el Comité de Apropiaciones del Senado estatal.
El proyecto de ley indicaba que en California la inseguridad alimenticia afecta al 12.5% de la población, es decir, 4,9 millones de personas, en su mayoría latinos y afroamericanos.
“Desafortunadamente, el proyecto se quedó estancado”, dijo Joe Justin, jefe de personal del asambleísta Mayes. “Estábamos peleando por lo que es correcto”.
La fallida iniciativa también requeriría que se solicitara a los Regentes de la Universidad de California e instruyera a los Fideicomisarios de la Universidad Estatal de California y a la Junta de Gobernadores de los Colegios Comunitarios de California, para desarrollar sistemas que permitieran el uso de tarjetas de débito EBT en sus respectivos campus, y que presentara un informe a un Comité Selecto de la Asamblea sobre el progreso realizado hasta el 1 de julio de 2020.
Un oasis de ayuda
Michael Flood, presidente y director ejecutivo del Banco Regional de Comida de Los Ángeles (LARFB, por sus siglas en inglés), dijo que, en los últimos 19 años, las necesidades de servicio de los distribuidores de alimentos para asociaciones sin fines de lucro y bancos de comida se ha más que duplicado (2.5).
Esto obliga a que cada semana, cientos de camiones de agencias distribuidoras de alimentos visiten el banco de comida para llevar productos básicos a familias que viven a lo largo y ancho del condado.
“En California tenemos altos niveles de pobreza”, dijo Flood. “Eso es un claro indicativo de que mucha gente no puede cumplir con sus necesidades básicas”.
Actualmente casi la mitad de los individuos y familias que sufren por la escasez de alimentos en Los Ángeles reciben ayuda del Banco Regional de Comida. De acuerdo a sus propias cifras esto representa la distribución de 80 millones de libras de alimentos al año.
Se estima que de 7.1 millones de personas a las que alcanza anualmente el banco de comida, 12% son personas de la tercera edad, de 65 años o mayores, y un 24% son niños menores de 18 años.
Ambos trabajan
No solo los padres solteros o con empleos de medio tiempo dependen de los bancos de comida, Jorge Carmona, mecánico, y su pareja Maribel Santos, trabajadora en un restaurante, dijeron que ellos recurren también a ese tipo de ayuda para mitigar sus necesidades.
La pareja acude todos los viernes a la agencia Monte Sion Center para poder alimentar a su familia de seis miembros, incluyendo a su nieta de tres años.
“Yo apenas y gano $500 semanales”, dijo Jorge, al tiempo que guarda en su automóvil “lo indispensable para una semana”: tomates, naranjas, pastas, agua y leche, y otros artículos de primera necesidad.
En ese momento Maribel, quien también está escogiendo los alimentos que se van a llevar, interviene y enfatiza.
“A mí me pagan el mínimo de $14.25 la hora, pues trabajo en un restaurante de comida rápida”, añadió. “Vivimos en Boyle Heights, y a veces tenemos problemas para pagar los $2,500 de la renta”.
La pareja dijo que vive en un departamento de dos recámaras porque en Los Ángeles no hay lugares para una familia de seis miembros donde el pago mensual sea de unos $1,400 o $1,600.
“Los muchachos se acomodan como pueden en un solo cuarto; es algo incomodo, pero por ahora no hay más dinero para pagar más renta”, agregó el padre.
Jorge Macías es freelancer de La Opinión y participa en el proyecto California Divide, una colaboración entre diferentes salas de redacción que examina la desigualdad de ingresos y la supervivencia económica en California.