Cómo una empresaria australiana convirtió poco más de $250 dólares en un negocio que factura casi $4 millones de dólares
Sola luego de ser mamá, Kimberlee Perry decidió crear una clase de danza en trampolines para socializar con otras personas. Hoy su empresa, Bounce, tiene 340 franquicias
“Necesitas conectarte con otras personas, te hace sentir bien”, dice Kimberlee Perry, fundadora de la empresa británica de gimnasia en trampolines Bounce.
Antes de que golpeara el coronavirus, su negocio nunca hubiera contemplado realizar sesiones virtuales. El propósito de sus clases de baile en trampolines era unir físicamente a las personas, especialmente a las nuevas madres que se sienten alienadas en los pueblos pequeños.
Esto es lo que inspiró a Kimberlee, de 35 años, originaria de Australia, a lanzar Bounce hace seis años.
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En 2014, estaba de licencia por maternidad y se mudó con su esposo a la ciudad británica de Harlow en Essex, a unos 50 kilómetros de Londres. Sufría de depresión postnatal y se sentía sola.
“Toda mi vida realmente me dediqué al deporte y lo usé para conectarme con otra gente”, dice.
“En Australia hay una cultura muy deportiva, así que cuando llegué por primera vez a Londres, a los 18 años, me uní a un club de netball (o balonred) para hacer amigos”.
“Cuando me mudé a Harlow me sentí muy alienada, no conocía a nadie y el único tipo de club al que podía unirme eran los de mamás y bebés“, dice.
Perry descubrió que no había clases de actividad física a las que pudiera llevar a su bebé, a pesar del impacto positivo que el ejercicio tiene en el bienestar mental y físico de las nuevas madres.
Entonces decidió establecer la suya propia, invirtiendo £200 ($260 dólares) para lanzar Bounce.
“Quería sentirme bien conmigo misma: como madre nueva pasas horas, la mayor parte del día y la noche, sola. Bounce se convirtió en una fusión de todo lo que necesitaba en mi vida en ese momento: estado físico, conexiones y diversión“.
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Adelantemos hasta antes del inicio de la pandemia de coronavirus: la compañía había crecido hasta tener 47.000 clientes mensuales, en su mayoría mujeres, en todo Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda.
Otro factor detrás de la creación del negocio fue que se había perdido un ascenso, que ella sentía que merecía, en su trabajo anterior como gerente de ventas en la industria de eventos.
“Ascender en mi trabajo era una prioridad enorme para mí”, dice mirando hacia atrás.
“Trabajar en la industria de eventos es difícil, tienes que trabajar las 24 horas, los siete días de la semana, y creo que mi embarazo contribuyó a la decisión de no darme ese ascenso”.
“Estaba devastada, pasé unos días en la cama llorando, tratando de averiguar cuál era mi identidad sin este trabajo”.
Perry ya tenía experiencia en danza y comenzó a trabajar arduamente para obtener rápidamente algunas calificaciones de instrucción física.
Pronto estaba dando clases en un gimnasio local, donde se le ocurrió la idea específica de Bounce.
“Encontré estos rebotadores, que son mini trampolines, y le dije a mi esposo: ‘Sacaré 200 libras de la cuenta conjunta y compraré ocho‘”, dice. “Creo que él pensó que estaba loca”.
“Pero son populares por su bajo impacto, son suaves para las articulaciones y absorben más del 80% [de los impactos], así que sabía que serían perfectos para las nuevas mamás que querían hacer ejercicio”.
Para lanzar sus primeras clases, Perry coreografió una serie de rutinas basadas en la danza y contrató un salón comunitario local en Harlow.
“Las mamás traían a sus bebés y los dejaban en sus cochecitos mientras asistían a la clase”, cuenta.
“Después de unos meses comencé a dar más clases debido a la demanda: a la gente le encantaba la naturaleza divertida de la clase y el hecho de que podían quemar alrededor de 600 calorías en 45 minutos”.
“Volví a invertir todas las ganancias en el negocio, pagué las tarifas de alquiler del salón y luego compré más trampolines. Pero llegué al punto en que no podía enseñar todas las clases yo misma: estaba haciendo 12 por semana y empecé a perder mucho peso”.
Al contratar a otros instructores, las clases de Kimberlee comenzaron a llamar cada vez más la atención, y los competidores comenzaron a establecer otras similares.
Ella sabía que quería expandir el negocio y proteger su idea, por lo que decidió investigar cómo poner una franquicia.
Pero Perry es la primera en admitir que no estaba segura de cómo funcionaba el proceso. “No lo entendía, pero sabía que necesitaba protección legal para apoyar mi idea de negocio”, afirma.
“Entonces, cuando un abogado me explicó el modelo de franquicia y las posibilidades de cuán grande podría ser la compañía, fue muy esclarecedor”.
Hasta la fecha, Perry y su equipo han capacitado a más de 700 instructores, y ahora tienen 320 franquicias en Reino Unido y 20 en el extranjero.
Sus franquiciados pagan una tarifa inicial para ser parte de Bounce que les da acceso al equipamiento y un área geográfica protegida para operar.
Los franquiciados luego pagan un porcentaje de sus ingresos como una tarifa de gestión continua. Por esta tarifa obtienen la administración de su empresa, todas las rutinas y coreografías de la clase, además de la marca y el marketing.
Marc Mullen, un entrenador personal con sede en Londres, cree que Bounce es popular porque es divertido y amigable y ofrece a sus clientes predominantemente femeninas un sentido de comunidad.
“Unirse a un gimnasio regular puede ser muy intimidante para algunas mujeres, ya que desafortunadamente pueden ser ambientes dominados por hombres”, dice.
“Y hay altas tasas de abandono en los gimnasios debido al hecho de que las personas realmente no tienen una estructura a seguir, les faltan ideas o motivación”.
Con el negocio disfrutando de una facturación anual de 3 millones de libras (US$3,91 millones) el año pasado, Perry ahora supervisa a un equipo de gestión de 25 personas desde la sede de la empresa en Harlow.
Sin embargo, la directora ejecutiva no ha olvidado sus raíces. “Todavía enseño cinco clases a la semana y creo cada rutina”, dice. “Me encanta cómo me hace sentir, y saber que estoy inspirando a otras mujeres todos los días… Es un sentimiento realmente imbatible”.
En abril, en respuesta al covid-19, la compañía trasladó sus clases en línea, ofreciendo ocho por día, siete días a la semana.
“Los franquiciados tuvieron que cerrar sus estudios, pero todos se beneficiaron de nuestra virtualización. Dividimos las ganancias de las clases en línea entre los franquiciados, lo que fue de gran ayuda para ellos”, dice Kimberlee.
Pero ahora que los gimnasios vuelven a abrir en Reino Unido, cuenta que todos en Bounce están entusiasmados de ver nuevamente a sus clientes en persona.
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