Reclamando identidad con el Censo 2020

Al promover la participación y al responder los formularios censales, organizaciones y habitantes de Chicago no solo se hicieron contar sino que también reencontraron su identidad y un sentido de pertenencia

Un completo durante el Censo 2020 es clave para impulsar el progreso, la justicia y la representación.

Un completo durante el Censo 2020 es clave para impulsar el progreso, la justicia y la representación.  Crédito: Getty Images

A principios de 2020, Oswaldo Álvarez se reunión con vecinos de Hanover Park, una localidad ubicada entre los condados Cook y DuPage a unas 25 millas al oeste de Chicago. Ellos estaban presionando para que se instalaran más sitios de diagnóstico de covid-19 en su comunidad. Álvarez quiso ayudarles y les hizo a todos una pregunta que ellos no se esperaban.

“¿Cómo podemos lograr que Hanover Park tenga un centro de pruebas de covid-19 si solo 25 personas viven aquí?”.

Su cuestión fue recibida con silencio y muchas caras confundidas. De acuerdo al Censo de 2010, aproximadamente 38,000 personas viven en Hanover Park. Muchísima gente vive aquí, le respondieron. Pero Álvarez dijo que eso no podía ser correcto, al menos de acuerdo a las respuestas de Hanover Park al Censo 2020, que es la forma como los residentes son formalmente contados. Mientras tanto, la localidad vecina de Hanover Park, al noreste, estaba respondiendo sus formas del Censo a un nivel mucho más alto. “Quizá nosotros deberíamos poner el centro de pruebas en Schaumburg”, dijo Álvarez. “¡Muchísima gente vive allí!”.

Su mensaje fue recibido: Hanover Park terminó con un porcentaje de autorrespuesta al Censo 2020 de 77.9%, por encima del promedio del estado de Illinois, que fue 71.4%, el sexto del país.

Álvarez es el director del Censo para el Estado de Illinois. Fue nombrado a esa posición tras más de una década de experiencia en implementación de programas en organizaciones sin fines de lucro. Mucho de ello lo hizo en la Fundación Grand Victoria, donde trabajó para reimaginar la filantropía al darle voz al público en decisiones relacionadas con el otorgamiento de subvenciones. Álvarez construyó su campaña estatal del Censo con el mismo principio: poner más poder en las manos de los ciudadanos.

En otra reunión comunitaria en Waukegan (Condado Lake), un suburbio de Chicago donde los latinos están subrrepresentados en puestos públicos pese a ser más del 50% de la población, Álvarez les preguntó a todos cómo se llamaban a sí mismos: “¿waukegeños, waukeganos o waukeguenses?”. En ese momento la pregunta fue recibida con risas, pero abordaba el mismo punto.

“Ustedes son de aquí, reclamen su espacio”, les dijo a los residentes. “Porque si no lo reclaman, alguien lo reclamará por ustedes”.

“Se trató de darles un sentido de identidad”, dijo Álvarez sobre esa frase retórica. “[A muchos latinos e inmigrantes] constantemente se les recalca que no son de aquí. Parte de lo que estaba tratando de decirles era que esta es una manera de realmente afirmar que tú eres de aquí. Pienso que eso le da a la gente un sentido de poder. Una cosa que me he dado cuenta es cómo las personas no tienen ese sentido del poder”.

Cualquiera que vive en Illinois y ha visto un comercial, un anuncio espectacular o un flyer sobre la importancia de responder el Censo 2020 probablemente ha visto un mensaje similar. Esta es una oportunidad que solo sucede cada 10 años para que los illinoisianos reclamen su identidad: el Censo produce datos que determinan la distribución de más de $34,000 millones para comunidades en Illinois donde los recursos son más necesarios, e Illinois podría perder $1,400 por persona por año por cada uno de quienes no llenen su forma del Censo. Esa es la razón por la que “Hágase contar” es uno de los lemas más frecuentes del Censo 2020.

Se trató de una oportunidad especialmente grande para los latinos, que son el 17% de la población de Illinois con 2.2 millones de personas. Con todo, el Censo de 2010 omitió a 1.5% de ellos, cerca de 32,600 personas. Eso sumó cerca de $457 millones que pudieron haber llegado a comunidades con elevadas poblaciones latinas, como Hanover Park y Waukegan.

Se proyectó que los latinos serían de los más difíciles de contar en Illinois por varias razones. Una es la barrera del lenguaje: sin información confiable en español, muchos latinos fueron vulnerables a la desinformación. Este fue un reto especialmente grande este año, cuando la administración presidencial intentó forzar a las personas a revelar el estatus de su ciudadanía en sus formularios del Censo. Ese intento no fue exitoso, por supuesto, pero la controversia misma tuvo el potencial de atemorizar a los indocumentados o a quienes viven con un indocumentado.

Otras áreas de confusión frecuente para los latinos fueron si el Censo es confidencial (sí, ni siquiera el presidente tiene acceso a las respuestas individuales del Censo) o si todos los niños deben ser incluidos en la forma (sí, incluso los recién nacidos que aún están en el hospital). La cantidad neta de niños pequeños latinos no contados fue 7.1% en 2010, comparada con 4.3% entre los no latinos. Aproximadamente uno de cada cuatro niños en Illinois de cinco años de edad o menos son latinos.

Esto es muy importante, en parte porque los datos del Censo determinan los fondos para quienes estudian inglés: niños que entran a kindergarten sin hablar inglés, la enorme mayoría de ellos latinos hispanohablantes.

Adicionalmente, cuatro programas federales de asistencia —Head Start; el Programa Suplementario Especial para Mujeres, Infantes y Niños (WIC); la Subvención de Desarrollo del Cuidado Infantil (CCDBG); y los Servicios de Salud para Madres e Hijos (MCH)— distribuyen $20,000 millones anuales a los estados con base en parte en el conteo del Censo de la población de cinco años de edad o menos.

Por añadidura, existe también la barrera de la brecha digital. El 2020 fue el primer año en el que el Censo se condujo primordialmente en línea, además de vía los métodos tradicionales de correo, teléfono y mediante enumeradores que dan seguimiento a quienes no responden y tocan a sus puertas. La probabilidad de tener internet en casa es menor entre los latinos en Illinois.

Álvarez ofreció guías a organizaciones no lucrativas de todo el estado para superar estos obstáculos, contactar a sus comunidades e impulsar de modo efectivo sus índices de respuesta al Censo. Su perfil le sirvió bien en este rol, tanto por ser latino como por su experiencia en el sector de las organizaciones no lucrativas. Antes de que Álvarez se involucrara con ellas, su experiencia era en economía.

“Algo que sé es que la cultura vende, produce dinero”, dijo él. “Y en el momento en que tú puedes hacer que la industria privada la venda, y que la gente la compre, tú logras crear un movimiento”.

Él presenta uno de los momentos definitorios de la década como ejemplo. “Si uno piensa en la comunidad LGBT, el momento en que su movimiento se extendió y en que todos comentaron a preguntarse ‘¿por qué hay incluso una pregunta sobre el matrimonio gay?’ fue cuando uno tuvo a

Calvin Klein, Levi y Budweiser agitando la bandera arcoíris. Y ahora es sexy, si uno quiere”.

En Latino Policy Forum, una organización no lucrativa de análisis e impulso de políticas públicas con sede en Chicago, un equipo dedicado al Censo desarrolló un sitio de internet lleno de materiales de promoción que organizaciones de base y comunidades pudieron usar para esparcir el mensaje de llenar el Censo, todo disponible en versiones en inglés y en español. Ellos incluyeron hojas de datos, presentaciones virtuales, un kit para redes sociales y, lo más popular, un juego de lotería con el tema del Censo que se podía descargar, imprimir y jugar de modo virtual mediante una presentación de PowerPoint que operaba aleatoriamente.

El Forum tuvo éxito con su juego de lotería. Muchos lo usaron para celebrar noches de juegos de lotería para promocionar el Censo en sus organizaciones y comunidades, en persona antes del golpe de la pandemia y virtualmente después. En febrero, unos 100 socios la jugaron en el evento de lanzamiento de la campaña del Censo del Forum en un bar del centro de Chicago. Miles de juegos fueron enviados por correo a petición de socios y cientos más fueron descargados, pero Álvarez cree que esto tiene menos que ver con ganar premios y más con lo que la lotería representa.

“Los latinos aman recuperar nuestra cultura, nuestra nostalgia”, dijo. “Yo impulsé a organizaciones a pensar en esto. Con el juego de lotería lo que funcionó fueron esas imágenes. No se trataba de jugar a la lotería, sino de investirse con ella”.

El Forum fue solo una de muchas organizaciones no lucrativas que trabajaron para construir una respuesta al Censo en Illinois. Rincón Family Services, entidad que en Chicago ofrece consejo para la prevención de las adicciones y servicios de tratamiento en el lado oeste de la ciudad, ayudó a contratar artistas que pintaron murales en las calles con el tema del “poder latino”. Las imágenes de los murales fueron impresas en camisetas y mascarillas, que se repartieron de modo gratuito a quienes llenaran su formulario del Censo.

Otro esfuerzo colaborativo de múltiples entidades no lucrativas involucró a una camioneta van del Censo que se estacionó en zonas de baja respuesta en los días finales para contestar el Censo con tacos y rifas de boletos para la “máxima quinceañera”. Negocios locales donaron premios para crear un servicio completo para una fiesta de quince años, desde el vestido hasta la comida. Participar fue fácil: al llenar su forma del Censo se entraba en la rifa.

Y aunque otras ideas no funcionaron, Álvarez apuntó alto. Una ambiciosa recompensa que trató de organizar para La Villita si allí se alcanzaba una tasa de respuesta del 80% era la promesa del congresista Jesús ‘Chuy’ García de afeitarse el bigote. La idea fue rechazada, pero no por falta de esfuerzo.

Este enfoque icónico-cultural funcionó, cree Álvarez, porque resonó en un grupo demográfico escondido y difícil de contar: milenials jóvenes e independientes con trabajos esporádicos. De hecho, estas personas fueron aún más difíciles de alcanzar que los latinos más viejos que no hablan inglés que originalmente fueron un objetivo elegido.

“Cada vez que le hablaba a las señoras, comenzaba a ver que ellas decían, ‘sí, ¡yo ya lo llené!’ y mientras más lo hacía más me daba cuenta de que muchas de las personas que no estaban respondiéndolo eran personas nacidas y criadas en Estados Unidos, que viven en Chicago y que no participan en la economía del mismo modo que nosotros. Ellos no tienen un trabajo de 9 a 5 con seguro médico. Son probablemente trabajadores esporádicos: electricistas, cosmetólogos, usuarios de Instagram”.

“Ellos han sido capaces de desarrollarse sin involucrarse en la participación cívica. Incluso temen que si participan podrían tener que pagar más impuestos. Así, ellos piensan que mientras más bajo el radar estén es mejor”.

Álvarez señala que los latinos en la actual industria de trabajos esporádicos en efecto siguen una ruta similar a sus padres. Ambas generaciones hallaron el modo de ganar buen dinero sin una educación universitaria y se sumaron a la clase media volando bajo el radar. La única diferencia es que una generación vendió tamales y la otra es conductora de Uber.

“Ellos han sido capaces de lograrlo al margen del gobierno. Y el Censo es el gobierno”, dijo Álvarez. Él supo entonces que necesitaba elaborar el mensaje. No estaría basado en escuelas, calles con baches y representación en el Congreso sino en conciertos e Instagram. “En este punto, me di cuenta de que necesitaba hacer al Censo sexy”.

Nuevamente, Álvarez apuntó alto e incluso trató de organizar un concierto en Millennium Park con el rapero puertorriqueño Bad Buddy si Humboldt Park alcanzaba una tasa de respuesta del 80%. Como el bigote del congresista, esta idea tampoco funcionó pero el mensaje fue claro: Illinois se esforzaba tan fuerte como cualquier otro estado para que todos fueran contados.

“Un 40% de la población del Barrio de las Empacadores es milenial. Lo mismo que en La Villita”, apuntó Álvarez. “Algunas de las organizaciones no lucrativas que trabajan con esta población lo hacen desde el lente de la defensoría. Pero les digo, a muchos jóvenes no les importa la defensoría. Ellos están tratando de comprar Gucci. Es una población entera a la que no estábamos llegando, y yo la necesitaba”.

Al ayudar a organizaciones aliadas, Álvarez lanzó esfuerzos en redes sociales sobre respuesta al Censo con base en el tema de la identidad: “soy latino de Chicago”, por ejemplo. Forefront, una asociación de alcance en todo el estado que otorgó subvenciones a organizaciones no lucrativas para promover el Censo también coordinó “estruendos” en redes sociales: esfuerzos donde muchas organizaciones publicaban el mismo contenido a la misma hora para desatar una participación viral. Hashtags como #MakeILCount se hicieron tendencia.

Y al no requerir de promoción cara a cara, la participación en redes sociales fue quizá lo único que la pandemia de covid-19 no alteró. Cuando la epidemia forzó al cierre en Illinois a mediados de marzo, los planes de promoción del Censo de repente quedaron patas arriba. Calendarios fueron postergados. La gente quiso evitar que un enumerador tocara a su puerta más de lo que ya hacía antes. Así, muchos esfuerzos de promoción antes recomendados quedaron descartados: reuniones comunitarias, colocar información en escuelas y espacios públicos, dar asistencia en bibliotecas locales. Las redes sociales se volvieron absolutamente críticas.

La pandemia también hizo a los beneficios de salud pública en juego en el Censo mucho más pronunciados, sobre todo porque muchos códigos postales de alta población latina tenían bajos índices de respuesta al Censo y eran de los más afectados por el covid-19.

Illinois no llegó al 100% de respuesta que mensajeros como Álvarez y todas las organizaciones no lucrativas participantes buscaron, pero sexto lugar en la nación no está mal. El índice de respuesta final en Illinois fue más alto que en 2010 y de los 10 estados con más respuesta Illinois fue el único con una ciudad de más de dos millones de habitantes. Y en el camino, los illinoisianos contemplaron su identidad.

“Muchas de esas conversaciones y preguntas sobre el Censo estaban dándose en los círculos académicos, como la cuestión racial”, dijo Álvarez. “Yo comencé a oír decir a la gente: ‘espera, ¿cómo me identifico yo? Yo soy latino pero ¿cuál es mi raza?”.

Me sentí feliz al ver que se formulaban esas preguntas”.

* Steven Arroyo es gerente de Comunicación de Latino Policy Forum, una organización no lucrativa que trabaja por la igualdad, la justicia y la prosperidad económica de los latinos de Chicago e Illinois mediante defensoría y análisis de asuntos como la educación, la vivienda y la inmigración.

La producción y difusión de este reportaje es posible gracias al apoyo de la Field Foundation of Illinois a través de su programa Media and Storytelling. La Raza aprecia su ayuda.

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