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Música para Recordar: Despertares a través del canto para la comunidad Latina

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LAMDA

Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

La música puede nombrar lo innombrable y comunicar lo desconocido“, analizó una vez el otrora famoso director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, Leonard Bernstein, haciendo gala de la poderosa —y misteriosa— posibilidad de comunicación que tiene la música. No es extraño, entonces, que paulatinamente haya trascendido el mundo del arte para convertirse también en herramienta terapéutica.

Diversos estudios han confirmado cómo la terapia con música puede apoyar una notable mejora en la calidad de vida de personas con Alzheimer y otros tipos de deterioro cognitivo, así como también de sus cuidadores. Oficia como inigualable estímulo cognitivo y método anti-estrés, ofreciendo una luz de esperanza en el marco de un día a día que suele ser cuanto menos desafiante para las muchas familias afectadas en todo el mundo.

El Alzheimer es una enfermedad que impacta profundamente la memoria, la identidad y los vínculos afectivos de millones de personas en Estados Unidos. Según el informe 2025 Alzheimer’s Disease Facts and Figures de la Alzheimer’s Association, se estima que 7.2 millones de estadounidenses de 65 años o más viven con demencia de tipo Alzheimer, lo cual representa una tendencia en alza respecto de años anteriores. Específicamente en relación a 2024, se estimó un incremento interanual de aproximadamente 4.3% en la incidencia de la enfermedad.

Se proyecta que el Alzheimer podría alcanzar los 13 millones para 2050, a medida que la población envejece y sin contar aun con avances médicos significativos que prevengan o curen la enfermedad.

Por su parte, la comunidad Latina enfrenta históricamente un alto riesgo de padecerla. Sin embargo, este colectivo, tan empapado de música en lo más fundacional de su tejido socio-cultural, cuenta con ella como herramienta invaluable para transitar estas afecciones.

Al mismo tiempo, existen estrategias de prevención que pueden adoptarse desde edades tempranas, permitiendo crear hábitos que protejan el bienestar cognitivo a largo plazo. Este artículo propone un recorrido por esos recursos, combinando información, experiencias personales y una mirada alentadora para enfrentar estos retos con sensibilidad y conocimiento.

La comunidad Latina, vulnerable ante el Alzheimer

Pascuala Contreras (75), originaria de Durango, México, y residente de Chicago desde hace más de 40 años, asegura que la organización Latino Alzheimer’s and Memory Disorders Alliance (LAMDA) le “cambió la vida”. Cuala, como la llaman habitualmente con cariño está ya jubilada de décadas de oficiar como trabajadora industrial en Estados Unidos, estableciendo toda una vida en la ciudad. Al igual que muchos, en los últimos años ha enfrentado retos importantes. 

Pascuala Contreras
Pascuala Contreras encontró alivio y felicidad en LAMDA.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

Luego de que falleciera su esposo en 2020 de un modo sorpresivo para la familia, no lograba salir de una profunda tristeza y abrumadora sensación de soledad, que había desembocado también en un incipiente deterioro cognitivo. “Mi papá estaba bien y cuando sucedió el COVID, de repente de la noche a la mañana se nos fue. Fue un golpe muy duro. [Mi mamá] se vio muy perdida y sin ninguna ayuda”, cuenta su hija Iraselda Martínez, que actualmente reside en Texas.

Explica Cuala que durante un año salió a caminar sin destino por la ciudad, mientras lo único que hacía era llorar. No vivía lejos de la sede de LAMDA en el suburbio de Cicero, en las afueras de Chicago, pero pasaba por el frente sin siquiera notar la institución ni imaginar las bendiciones que le traería un tiempo después. 

Fue gracias a una de las promotoras de salud de la organización —que desde 2018 cuenta con un programa ejemplar de formación en esta área, desarrollado con una beca de la Administración para la Vida en Comunidad (ACL) dependiente del Departamento de Salud y Servicios Humanos del gobierno federal— que Cuala se topó con este espacio. “Una de esas veces que andaba caminando por el barrio, se me acercó una señora y me preguntó a dónde iba. Yo, encima, le mentí y le dije que a la farmacia. Caminamos un rato juntas y me invitó a este lugar. Me dijo que me registrara, que había actividades y cosas lindas para hacer gratuitamente. Desde ese día, nunca más dejé de venir”, cuenta Cuala, con satisfacción.

Las promotoras de salud de LAMDA se enfocan especialmente en detectar adultos mayores en situación de riesgo, tal como Cuala, para invitarlos a participar en programas de apoyo y facilitar la identificación temprana de síntomas de demencias y Alzheimer. Su misión es trabajar tanto en la prevención como en el acompañamiento de quienes ya cuentan con un diagnóstico.

Según la Alzheimer’s Association, aproximadamente el 13% de los Latinos de 65 años o más viven con la enfermedad de Alzheimer o alguna otra forma de demencia. Este porcentaje es 1.5 veces mayor que el de los blancos no latinos, lo que indica una prevalencia significativamente más alta entre esta población en comparación con otros grupos étnicos. Además, se proyecta que el número de casos de Alzheimer en adultos mayores Latinos aumentará un 175% entre 2018 y 2040, lo que subraya la necesidad urgente de estrategias de prevención y atención culturalmente adecuadas.

Mal de Alzheimer, una enfermedad con múltiples causas

Los problemas de memoria y desarrollo de la demencia de tipo Alzheimer son multifactoriales y resultan de procesos acumulativos a lo largo de años. El proceso de la enfermedad comienza mucho antes de la aparición de los síntomas. “Esa patología puede estarse acumulando entre 20 y 30 años antes de la presentación clínica”, explica el Dr. Irving Vega, Profesor Asociado de Neurociencia Traslacional en la Michigan State University College of Human Medicine, especializado en investigar la enfermedad de Alzheimer.

Destaca que los factores socioculturales y socioeconómicos inciden sin duda en la biología del individuo: “Vivir en condiciones de estrés, con carencias, en una familia con problemas violencia o en un área con alta criminalidad influye”.

El fenómeno de migración, extendido en el colectivo Latino, viene con altos niveles de cortisol asociados. Al llegar al shock cultural se suman las dificultades idiomáticas, el desconocimiento del sistema social, la falta de recursos económicos y el impacto emocional de la soledad, fuera de la red de contención comunitaria habitual en sus países de origen. Se ven despojados de sus redes, lo cual provoca un vacío difícil de sortear ante cualquier complicación, que abundan. 

Sería por ello que la comunidad Latina en Estados Unidos está en especial situación de vulnerabilidad en relación a esta enfermedad. Ante circunstancias de vida complejas, el estrés y la falta de autocuidado se convierten en la norma. “Ello implica una respuesta biológica que lleva a la inflamación, lo que provoca cambios en la conducta que nos ponen en riesgo de diabetes, alto colesterol y obesidad. Y todos esos factores desembocan en un mayor riesgo de problemas cardiovasculares, que a su vez son factores de riesgo para desarrollar la enfermedad de Alzheimer”, asegura el Dr. Vega.

Enrique Jiménez, Director de Operaciones de LAMDA, quien trabaja en la organización desde hace más de 15 años, acuerda con el Dr. Vega: “Nosotros los Latinos estamos más propensos al Alzheimer y a ciertas demencias. Hay muchos factores: no nos gusta o no podemos ir al médico, no nos alimentamos bien, venimos a este país a trabajar y realmente somos trabajadores al 100%, casi sin descanso ni recreación. Se suma el estrés asociado a la experiencia migratoria, que nunca es fácil, las dificultades económicas… Esto desencadena, por ejemplo, presión alta, con sus consecuentes problemas cardiovasculares. A veces también los trabajadores sufren golpes, accidentes. Otras veces hay alcohol los fines de semana. [Tenemos] diabetes también en altos porcentajes”, detalla. 

Alzheimer
Enrique Jiménez, Director de Operaciones de LAMDA, ha desarrollado el programa de arte de la institución.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

Martha Boyce, enfermera especializada en adultos mayores Latinos con demencia — y presencia habitual en LAMDA junto a sus acompañados, además de participante activa en talleres y capacitaciones para cuidadores — cuenta su perspectiva: “En general los Latinos en Estados Unidos son migrantes que vienen con el deseo de trabajar y mejorar sus condiciones materiales de vida. Pero en eso, se han olvidado de las condiciones emocionales, sentimentales, de cuidarse. Hay casos en que adultos mayores llegan para acompañar a sus hijos y cuidar a sus nietos. Pero esas personas no socializan fácilmente, no tienen momentos de alegría, se sumen en una rutina permanente, y terminan con afecciones derivadas del estrés, como las demencias. A eso se suma la mala alimentación. Hay mucho consumo de comida rápida y ultraprocesada”.

Martha Boyce
Martha Boyce, enfermera titulada, tiene años de experiencia en el cuidado de Latinos afectados por el Alzheimer.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

En línea con estos relatos, para Cuala, la experiencia de abandonar su país la dejó sin referencias de por vida: “Sí me pongo triste todavía sin mi esposo. Él era mi gran compañía. Este es un país que no es de nosotros, no hay vecinas, no hay amigas, no hay comadres cerquita, como en un pueblito donde todos nos conocemos, donde todo se hace juntas, que uno invita a que venga a la casa, o que vamos a pasear, que llevamos juntas los niños aquí y allá. Aquí no, cada quien se defiende. Y aunque sean vecinos, no se relacionan fácilmente”.

Su esposo había residido 15 años antes que ella en Estados Unidos. Tuvieron cinco hijos. En México, recuerda, el apoyo familiar era robusto y permanente. Otro cantar fue al migrar: “Cuando vine a Estados Unidos para unirme a mi esposo, sentí una gran diferencia. Uno no conoce, éramos pobres. Aquí sí sufrí; como todo el mundo, llegamos sin nada”. 

Estudios recientes muestran que los inmigrantes Latinos, inicialmente con niveles cognitivos similares a la población blanca, experimentan un declive acelerado con el tiempo en el país, fenómeno conocido como la “paradoja de la migración”. “Llegamos saludables y nos vamos enfermando”, resume el Dr. Vega.

En LAMDA una de las prioridades es la sensibilización respecto del tema para el colectivo para poder acompañar un cambio de perspectiva que también colabore con una mejora en las condiciones de vida.

Por desconocimiento y no priorizar la salud mayormente, una gran mayoría de los Latinos — según la Alzheimer’s Association, un 57%— cree que la pérdida de memoria es parte normal del envejecimiento. También una gran parte —33%— alega sufrir discriminación en el sistema de salud en Estados Unidos. Todo ello los aísla y los aleja de cualquier mecanismo sea de prevención o de tratamiento adecuado.

Asimismo, el 85% de los Latinos considera esencial que los médicos comprendan su cultura y experiencias de vida para poder aconsejarlos adecuadamente. Y por eso la misión de LAMDA es tan capital para esta comunidad: son un núcleo de información y contención, pero también de cuidado activo de la salud de la comunidad, tal el caso ya comentado de las promotoras de salud, como de los exámenes de memoria que colaboran con un diagnóstico temprano.

“El requisito es ser mayor de 60 años. Una de nuestras metas principales es encontrar el problema de la pérdida de memoria a tiempo. Cuando hay un diagnóstico de Alzheimer o demencia, ya es demasiado tarde. Empezamos a darlos como herramienta para tener un punto de referencia para saber si alguna persona puede tener un problema en el futuro de este tipo de enfermedades. Ese examen tiene un resultado que va directamente al doctor primario de nuestros participantes”, cuenta Enrique.

Los talleres artísticos, el gran sostén para pacientes y cuidadores

LAMDA se ha convertido en un espacio seguro para muchas familias Latinas en la zona de Chicago que enfrentan el duro desafío de tener un ser querido con demencia, Alzheimer o deterioro cognitivo. En comunidades con una alta proporción de migrantes, el acompañamiento colectivo se vuelve aún más valioso. Ofrece contención, herramientas y redes de apoyo que hacen el camino más humano y el costo emocional, más soportable.

Alzheimer
El programa de karaoke de LAMDA es el más frecuentado de la organización.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

Celebramos cumpleaños, organizamos excursiones. Tenemos un autobús adaptado para sillas de ruedas y los llevamos a museos, parques, a cosechar manzanas, o al Jardín Botánico a ver florecer los tulipanes y los bonsáis. Nos hemos entregado en cuerpo y alma para que vivan experiencias que los nutran y les devuelvan alegría”, comparte Enrique.

El objetivo es promover el bienestar integral, creando espacios donde se puedan construir vínculos genuinos y saludables, y donde cada persona se sienta contenida y acompañada. Un refugio emocional donde sea posible bajar la guardia, aliviar el estrés, la soledad o la depresión — ya sea que atraviesen una afección cognitiva leve o más avanzada — y al mismo tiempo estimular sus capacidades.

Karaoke
Durante el karaoke, los asistentes bailan y se comunican entre ellos, disfrutando plenamente del momento.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

Desarrollan programas de capacitación, manejo del estrés y habilidades específicas para quienes asumen el cuidado diario, al tiempo que brindan actividades de estimulación y bienestar para quienes viven con estos problemas de salud. Todo esto desde una mirada culturalmente sensible, que respeta y comprende las particularidades sociales y afectivas de la comunidad Latina.

Uno de los espacios que más felicidad ha traído a quienes asisten habitualmente a LAMDA son los talleres artísticos. El arte en sus diversas variantes comprobadamente es considerada una de las herramientas fundamentales para prevenir y aliviar los síntomas del deterioro cognitivo en adultos mayores

En LAMDA ofrecen clases de gimnasia de bajo impacto, yoga, pintura, manualidades, zumba, danzón, tejido y bordado, y, su taller estrella, el karaoke, actividades que son tan entretenidas como estimulantes.

El Karaoke, la estrella del programa en LAMDA

La actividad que más pasión despierta en LAMDA es el karaoke. Pre-pandemia llegó a reunir hasta 50 personas por jornada, con sesiones diarias de dos o tres horas. Hoy se realiza dos veces por semana, pero el entusiasmo sigue intacto.

Alzheimer y musicoterapia
El canto es una de las actividades que más disfrutan los asistentes de LAMDA.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

Martha Boyce asegura: “Hacen tres rondas y todos quieren cantar. Al principio hay cierta timidez, pero poco a poco se animan. Es la actividad que más convocatoria tiene”.

También es la preferida de Cuala, quien participa “de todo” desde hace tres años. LAMDA es su refugio, su cable a tierra. “Al principio no creía que cantar era para ella, pero siguió yendo. La admiramos por haberse animado. Hoy no quiere perderse ni un solo día”, cuenta su hija Iraselda.

Cuala asegura que su mejoría no resultó de modo automático. Tuvo que tener una gran fuerza de voluntad para lograrlo. “Le eché ganas [al canto]. Al principio no le echaba. Me costó mucho, sentía que yo misma me estaba generando las barreras para disfrutarlo. Luego traté y me empecé a divertir y a sentir mejor. Se me aflojaron los nervios, la tristeza. Yo andaba muy mal. Para mi fue un cambio drástico. Logré salir adelante gracias a ellos y al karaoke”, asegura.

Musicoterapia y Alzheimer
La idea de LAMDA es ofrecer un servicio comunitario que ayude a prevenir enfermedades neurodegenerativas.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

En este sentido el Dr. Vega da cuenta del fundamento clínico del impacto de la terapia con música: “[La música] tiene un efecto directo y uno indirecto. Número uno, implica fortalecer esas áreas de memoria, recordar canciones, escuchar la música, bailar los pasos lleva a una memoria motora, estás coordinando diferentes áreas del cerebro. Número dos, indirectamente nos lleva a relajarnos, a liberar estrés, a sentirnos felices, lo cual nos lleva a liberar endorfinas, hormonas que enriquecen el cerebro y liberan estrés. Te mueves y estás fortaleciendo el sistema cardiovascular, que es sumamente importante para el cerebro. Es como hacer ejercicio de una forma relajada. Todo está mezclado en ese momento con la música y el baile”, asegura.

Karaoke y Musicoterapia
La música puede generar un puente de conexión eficiente con quienes padecen Alzheimer.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

Gracias a la constancia en la participación, Enrique, quien se dedica a coordinar el grupo de karaoke desde su fundación, pudo observar mejoras notables en los asistentes con el paso del tiempo. “Empezamos a ver avances en la coordinación, la motivación y la socialización, increíble reactivación a nivel cognitivo”, cuenta.

Martha, por su parte, está convencida del poder terapéutico de la música. “Desde las primeras etapas de una afección, la musicoterapia debería formar parte del tratamiento. La música de por sí acompaña y estimula. Si el trabajo musical es en grupo, aun mejor, pues evita que la persona afectada se aísle, y favorece que todos compartan sus experiencias. Yo he visto cómo gente que no hablaba, terminó compartiendo sus consejos de alimentación, rutinas de ejercicio y pequeñas estrategias que a cada uno le funcionan para atravesar la enfermedad”, explica.

Por qué la musicoterapia es tan efectiva

“¿Qué canción quieres cantar, Cualita?”, pregunta Enrique durante la sesión de karaoke, con una simpatía sin igual. Los asistentes se sientan en redondo y, mientras aguardan su turno para cantar, se suman coreando las canciones que saben o bailando mientras sus compañeros cantan.

Karaoke y Alzheimer
La musicoterapia aploca una serie de técnicas que ayudan a lograr un mayor bienestar de quienes padecen Alzheimer.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

La sala, que de comienzo parece invadida por cierta reserva, en seguida se descontractura. Se van sucediendo distintos grandes éxitos del cancionero Latino de los años ‘50 y ‘60, grandes boleros son algunos de los favoritos, como “Sabor a Mí” o “Si Nos Dejan”.

Antes de cada interpretación, Enrique presenta a los participantes como si se tratara de un programa de radio dedicado a las grandes estrellas de la canción popular Latina. Utiliza un micrófono con efecto de eco-espacial y hace que la intervención de cada uno se sienta única y especial.

Van siguiendo las letras en una pantalla gigante, y le piden a Enrique la canción que quieren cantar, quien busca en YouTube las versiones favoritas de cada quien. Así, uno a uno van subiendo al micrófono, acompañándose y alentándose mutuamente en un espacio que se ha convertido en un verdadero refugio emocional. Martha, quien también se anima a cantar de vez en cuando, asegura que “es contagioso ver cómo, en cuanto empieza la música, se encienden los ánimos y el ambiente se llena de alegría”.

Alzheimer y musicoterapia
LAMDA es uno de los centros más queridos por la gente de tercera edad en la zona de Chicago.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

En los últimos años, numerosos estudios han confirmado que la música desempeña un papel fundamental en la mejora de la calidad de vida de las personas que viven con Alzheimer o deterioro cognitivo. La música tiene un efecto positivo significativo en el estado de ánimo y el comportamiento de los pacientes, ayudando a reducir síntomas frecuentes como la ansiedad, la depresión y la agitación. 

Pero quizá el efecto más asombroso de la música sea su capacidad para evocar recuerdos y emociones. Canciones asociadas a momentos significativos de la vida pueden desbloquear memorias que parecían olvidadas y provocar reacciones emocionales profundas, lo cual posibilita reconectar con personas que de otro modo parecerían inalcanzables.

Este fenómeno, conocido como “memoria musical”, pone en evidencia que la música está conectada con áreas del cerebro que logran resistir los estragos del Alzheimer durante más tiempo que otras funciones cognitivas.

Alzheimer y Musicoterapia
La música activa tanto los centros emocionales como motores.
Crédito: Gonzalo Guzmán | Impremedia

El Alzheimer ataca primero regiones del cerebro como el hipocampo y la corteza prefrontal, responsables de la memoria y el razonamiento, pero las áreas asociadas a la memoria musical, como la corteza auditiva y la corteza motora, tienden a permanecer accesibles por más tiempo, lo cual genera que la capacidad de percibir, reaccionar e incluso recordar melodías suela permanecer intacta.

Martha rescata también la inevitable evocación de memorias que la música provoca casi de modo automático: “Habia una señora con un deterioro cognitivo pronunciado a la que le ponemos las canciones de Pedro Infante. De pronto se recordaba de su juventud, que su novio la venía a ver, pero su papá se ponía bien enojado porque no era del gusto de el. Hay personas con varios tipos de demencia y deficiencias cognitivas, y se ven cambios rápidamente al exponerlos a músicas que les resultan conocidas de momentos especiales de sus vidas. Ellos mismos lo dicen, que agradecen haber venido acá. A muchos los familiares los traen, y todos comentan siempre los cambios sustanciales que ven luego de un tiempo de participar en las actividades”, narra.

Ello asimismo ha quedado demostrado en el exitoso programa Music & Memory, documentado en la premiada película Alive Inside: A Story of Music and Memory, de 2014. Allí se explica cómo escuchar listas de reproducción personalizadas con música significativa y familiar puede despertar la expresión emocional y la comunicación en personas con demencia, incluso en etapas avanzadas. 

En el documental, la Dra. Connie Tomaino, fundadora del Institute for Music and Neurologic Function, cuenta cómo la música permite reabrir vías en el cerebro. A lo largo de años de investigación, ha demostrado que tiene la capacidad única de activar múltiples regiones cerebrales de manera simultánea, estimulando áreas relacionadas con la memoria, las emociones, las funciones motoras y el lenguaje al mismo tiempo.

Qué sucede en el cuerpo cuando ataca el Alzheimer

En las últimas cuatro décadas, la ciencia ha identificado dos patologías clave que se desarrollan en el cerebro de quienes padecen Alzheimer. “Desde mediados de los años ‘80, sabemos que el cerebro afectado por esta enfermedad presenta placas seniles formadas por un péptido, un fragmento proteico proveniente de la ‘proteína precursora de amiloide’”, explica el Dr. Irving Vega.

Esta proteína se encuentra en la membrana de las neuronas y, al fragmentarse, “el péptido se secreta fuera de las neuronas y tiende a acumularse en el espacio entre las células, alterando el entorno celular”, señala el especialista.

Según la hipótesis más aceptada, esas alteraciones provocadas por los péptidos amiloides desencadenan una serie de cambios en la proteína Tau, que se encuentra dentro de las neuronas. Estos cambios estimulan su acumulación hasta un punto en que terminan provocando la muerte celular.

Fue el médico alemán Alois Alzheimer quien observó por primera vez estas patologías. Sin embargo, no fue hasta 1983-1984 que se identificaron las proteínas específicas involucradas, explica el Dr. Vega.

Si bien avances han permitido mejorar notablemente la precisión diagnóstica de Alzheimer en vida, no hay aun certeza al 100%. “Hoy, la certeza ronda el 90% cuando se combinan imágenes cerebrales, se descartan otras condiciones y se evalúan los síntomas al detalle”, explica el especialista.

Aún así, detectarlo sigue siendo un desafío, ya que existen otras demencias con síntomas similares. “Una de las más comunes en la comunidad latina es la demencia cerebrovascular”, añade.

Los médicos habitualmente van analizando caso por caso. “No sabemos bien por qué, pero la presentación de síntomas no necesariamente ocurre aún cuando hay patología en el cerebro”, comenta el científico. 

Cómo tomar acciones de prevención contra el Alzheimer

Aunque todavía no existe una cura para el Alzheimer, numerosos estudios coinciden en que ciertos hábitos cotidianos sostenidos a lo largo del tiempo pueden ayudar a preservar la memoria, fortalecer las funciones cognitivas y reducir el riesgo de desarrollarlo más tarde en la vida.

Enfatiza el Dr. Irving Vega que cualquier día es bueno para empezar a mejorar la salud: “El cerebro es sumamente resiliente. Siempre podemos incorporar nuevas actividades y hábitos que lo fortalezcan y ayuden a contrarrestar daños previos. La clave está en comenzar cuanto antes”.

Entre las recomendaciones más respaldadas por la ciencia se encuentran:

Mantenerse mentalmente activo: participar en actividades que estimulen el cerebro como leer, aprender un idioma, tocar un instrumento, hacer manualidades, o resolver pasatiempos favorece la creación de nuevas conexiones neuronales y contribuye a mantener la agilidad mental.

Realizar actividad física de forma regular: mejora la circulación sanguínea, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, asociadas al deterioro cognitivo, y favorece la oxigenación del cerebro.

Alimentación saludable: la dieta mediterránea, rica en antioxidantes, omega-3 y compuestos antiinflamatorios, es una de las más recomendadas para cuidar la salud cerebral. “Todo lo que es bueno para el corazón y el sistema digestivo también lo es para el cerebro. Nuestro cuerpo funciona como un sistema interconectado: una mala alimentación puede generar problemas metabólicos y cardiovasculares que afectan la oxigenación y el aporte de nutrientes al cerebro, impactando su funcionamiento con el tiempo”, asegura el Dr. Vega.

Fomentar la vida social: tal como lo estimulan desde LAMDA, mantener vínculos activos con amigos, y la comunidad ayuda a prevenir el aislamiento y la depresión, ambos factores de riesgo en el desarrollo de demencias.

Dormir bien: “El sueño es uno de los tratamientos más importantes, junto a la música”, subraya el Dr. Vega. “Vivimos en una cultura que no valora el descanso. Nos jactamos de dormir poco, pero el cerebro necesita entre cinco y ocho horas de sueño profundo para regenerarse. En los países industrializados, ver el sueño como una pérdida de tiempo está afectando seriamente nuestra salud cognitiva”.

Aprender a gestionar el estrés: incorporar herramientas como meditación, yoga, respiración consciente o limitar el uso de pantallas puede ayudar notoriamente.

Como diría Enrique, con esa calidez contagiosa difícil de encontrar, se trata de transitar la vida con “paciencia, amor… y música”.

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