“Esa tamalera tiene nombre”: es Laura Murillo, detenida en un operativo de ICE en el sur de Chicago
Jaime Pérez, vecino del Barrio de las Empacadoras, lucha por su pareja, Laura Murillo, una mujer “muy trabajadora y muy madre para sus hijas”
Jaime Pérez, pareja de Laura Murillo (en el recuadro), detenida por ICE en el sur de Chicago. Murillo es conocida en su vecindario por su negocio de venta de tamales. (Cortesía Jaime Pérez) Crédito: Cortesía
Jaime Pérez recuerda cuando conoció a Laura Murillo. Fue hace 11 años, cuando él y un compañero de trabajo tomaron un camino equivocado y se toparon con el puesto de tamales de Murillo en la esquina de Kedzie y la 31.
Desde entonces, Murillo ha sido una constante en su vida y en su vecindario de Chicago. Ella siempre es la primera en organizar una fiesta para celebrar el cumpleaños de un amigo, dijo Pérez, o en compartir su plato de comida con un vecino.
“Aparte de que es muy guapa, muy trabajadora y muy madre para sus hijas, tiene un corazonsote bien grande”, dijo.
Hoy, Pérez se sienta en su porche en el Barrio de las Empacadoras (Back of the Yards), celular en mano, intentando volver a conectarse con su prometida después de que Murillo fue detenida la semana pasada por agentes de la Policía Inmigración y Control de Aduanas (ICE) afuera de un Home Depot en la calle 47 con Western, donde ella vendía tamales como lo ha hecho durante años.
Pero Pérez quiere que todos sepan que Murillo es mucho más que su oficio. “Esa tamalera tiene nombre”, dijo.
Murillo, de 54 años, es originaria de Tampico, una ciudad en el sureste del estado mexicano de Tamaulipas, y ha vivido en Estados Unidos por más de 20 años. Es madre soltera de tres hijas, con dos hijas adolescentes a su cargo y una de ellas con necesidades especiales.
“Entiende que se llevaron a su mami”, dijo Pérez. “Entiende que no hizo nada malo”.
Murillo y su familia viven en el sureste de la ciudad, y ella abrió hace unos meses un restaurante, Laura’s Tamales, en el que, de acuerdo a Pérez, trabajan unas 10 personas.
Sonriendo mientras compartía fotos de Murillo, Pérez dijo que ella probablemente lo regañaría por elegir imágenes que consideraría malas. Ella siempre cuida a la gente, agregó.

El caso de Murillo es emblemático de un aumento en las operaciones de ICE en Chicago y sus suburbios como parte de la ‘Operación Midway Blitz’, los esfuerzos intensificados de aplicación de leyes migratorias de la administración Trump. En las últimas semanas, se ha visto a agentes en vehículos sin identificación, deteniendo a personas afuera de sus trabajos y en estacionamientos.
Pérez contó que recibió una llamada a las 7:32 de la mañana del 25 de septiembre. Murillo lo llamó por WhatsApp mientras más de 20 agentes la detenían en su puesto de tamales.
“Ella les dijo: ‘Me estás lastimando, me estás lastimando…’”, recordó Pérez. “El que la estaba agarrando nada más me dijo: ‘¿Quieres las llaves?’ Yo le dije: ‘No, la quiero a ella. Déjala en paz’…”. El agente entonces le arrebató el teléfono a Murillo y terminó la llamada, dijo Pérez.
Después de su arresto el jueves 25 de septiembre, Murillo fue llevada al Centro de Procesamiento de Broadview, en los suburbios del oeste, una instalación frente a la que se han realizado repetidas protestas que denuncian las detenciones sin cumplir el debido proceso y el contexto de presunto hacinamiento, falta de atención médica y poca comida que enfrentan los allí detenidos.
Pérez dijo que no supo nada de ella en todo el jueves. No fue hasta la noche del viernes 26 de septiembre que Murillo pudo llamarlo. Semanas antes él le había compartido información sobre ‘Conozca sus derechos’ y en esa llamada él le preguntó si ella había firmado algún documento tras su arresto.
“Me dijo: ‘No, ¿cómo crees? Me acuerdo de lo que me dijiste’…”, contó Pérez.
Pérez dijo que Murillo ni siquiera tenía un número de registro de extranjero, un identificador único asignado a los no ciudadanos por el Departamento de Seguridad Nacional y necesario para localizarla, hasta días después de su detención. Durante el pasado fin de semana, Murillo fue trasladada a una instalación en El Paso, Texas, dijo Pérez, y pudo hablar con ella nuevamente el lunes 29 de septiembre por la tarde. A pesar del hacinamiento en el centro de detención, Pérez dijo que Murillo mantiene el ánimo en alto.
“Ella ve a toda la comunidad que está saliendo por ella”, dijo. “Me siento tranquilo porque ya escuché su voz”,
Con el apoyo de líderes comunitarios locales como Berto Aguayo, Pérez y la hija mayor de Murillo, Génesis Ozuna, están en el proceso de armar el caso legal de Murillo. Pérez dijo que tiene la esperanza de que ella pueda apelar ante un juez de inmigración antes de cualquier posibilidad de deportación.
“En los comerciales dicen que vienen por los criminales, lo peor de lo peor”, dijo Pérez. “Yo les digo: esta mujer tiene 20 años viviendo aquí y cero contacto con una estación de policía. 20 años trabajando con su espalda, pagando taxes, tiene su negocio, una hija en la universidad, otra hija en la high school con necesidades especiales: ¿a quién le está haciendo daño?”.
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