Los más ricos del mundo se preparan ya para el Apocalipsis
Al comienzo del gobierno de Donald Trump muchos estadounidenses acaudalados invierten en fortalezas personales para protegerse del juicio final que temen ocurra en los próximos tiempos
Tiene diez habitaciones, 3 cocinas, y por supuesto, una bóveda para guardar armamento. La llaman “la fortaleza” y es el producto estrella de Rising S, una firma estadounidense especializada en construir búnkeres privados.
Según le dice a la prensa local Gary Lynch, gerente de la empresa basada en Murchison, Texas, su negocio está en bonanza desde la elección de Donald Trump como presidente en noviembre pasado.
Sus clientes son, por lo general, gente de fortuna.
Efecto Trump
No todos piden algo tan grande como “la fortaleza”, pero muchos están interesados en un búnker subterráneo, cómodo y obviamente seguro.
Según le explica Lynch al Star Telegram, un diario local texano, las órdenes para los refugios más lujosos se han incrementado en 700% desde la victoria electoral del magnate.
Aparentemente muchos temen que la polémica en torno al mandatario lleve a desórdenes, y se están preparando para dicha eventualidad.
Aunque, asegura Lynch a los medios, un fenómeno similar ocurrió cuando Barack Obama ganó las elecciones en 2008. En ese entonces muchos acaudalados conservadores temían el desorden social.
Ahora, en cambio, parecen ser más personas de ideas izquierdistas quienes temen un traumatismo social con el cambio de gobierno y han escogido atrincherarse en sus propias casas con fortalezas hechas a la medida.
La ansiedad que muchos estadounidenses han sentido ante la llegada al poder de Donald Trump se ha manifestado de muchas maneras.
Como fue ampliamente reportado, la noche de la victoria de Trump el sitio web de las autoridades migratorias canadienses sufrió dificultades técnicas ante la avalancha de visitas por estadounidenses interesados en saber cómo era el procedimiento para mudarse al país.
También se ha mencionado cómo algunos magnates tecnológicos han buscado otros destinos como Nueva Zelanda como posibles “refugios” ante un gobierno con el que tienen profundas diferencias.
Antecedentes
Pero también hay estadounidenses que han escogido armar sus fortalezas dentro de territorio estadounidense.
Hay una larga tradición en el país de personas construyendo refugios y búnkeres personales para sobrevivir a lo que sus dueños temen que pueden volverse condiciones extremas.
Durante la Guerra Fría, en la que era persistente la creencia en el riesgo de un ataque nuclear soviético a Estados Unidos, el mismo gobierno de Washington promovió la construcción de refugios familiares, que supuestamente debían proteger del impacto de los proyectiles y de la radiación nuclear.
En la década de 1950 y 1960 millones de estadounidenses crecieron con la experiencia rutinaria de simulacros de alarma nuclear, en donde se les instruía por radio y televisión a dirigirse a sus refugios familiares.
En décadas posteriores, a medida que iba cayendo el miedo a una guerra nuclear, subsistió el interés en los búnkeres, pero esta vez de parte de grupos que se oponían de manera radical a la presencia del gobierno federal estadounidense, al que calificaban como opresor.
Particularmente en el Oeste del país, en estados poco poblados como Idaho, se empezaron a oír en las décadas de 1970 y 1980 historias de personas atrincheradas en búnkeres capaces de resistir por varios días o incluso semanas sin necesidad de recibir aprovisionamiento externo.
A fin de cuentas, el “día del juicio final” que muchos de ellos anticipaban nunca llegó.
Condominios antinucleares
De acuerdo con un reportaje publicado por The New Yorker, los condominios antinucleares también se están popularizando.
Lary Hall construyó un lujoso refugio antibombas con una inversión de $20 millones. Le llamó Survival Condo Project. Es un complejo de 15 pisos ubicado en un almacén subterráneo en Kansas, explicó a la publicación.
Además, sus muros pueden resistir un ataque nuclear y está protegido por francotiradores y guardias armados. Tiene reservas de comida para 75 personas, gimnasio, piscina, biblioteca y cuenta con un aeropuerto a 48 kilómetros de distancia.
De los 12 apartamentos del complejo, Hall ya vendió 11 por un precio de entre $1.5 millones y $3 millones, y decidió quedarse con el que sobraba.
La misma publicación señala que Antonio García Martínez, exgerente de productos de Facebook, compró unos 20,000 metros cuadrados en una isla del Pacífico para instalar paneles solares, armas y generadores de electricidad.
Juicio final
Pero en los últimos meses ha vuelto a surgir en la conciencia de algunos estadounidenses opositores a Trump esta idea de caos inminente.
Y con ello, el nuevo interés de algunos estadounidenses por la solución drástica de construir un búnker y protegerse de lo que ellos sospechan serán días tormentosos.
Tener uno de estos búnkeres no es barato. Su costo puede llegar a los millones de dólares. En la página web de la empresa Rising S, el modelo “económico” aparece valorado en $39,000.
Pero para algunos de sus compradores, ese es un precio pequeño por pagar para garantizar su seguridad en estos tiempos complejos.