Cómo desarrollar la inteligencia sexual de tus hijos
Es importante abordar el tema según cada etapa de la vida para aumentar el conocimiento de individuos y parejas
Estudios sobre sexualidad han mostrado que la exploración genital intrauterina puede darse de la misma forma que un bebé por nacer descubre sus manitas y aprende a chuparse el dedo.
Con base en éste y otros argumentos, los sexólogos Alice Pérez Fernández y Jaime Veray Alicea exhortan a las familias y a las instituciones a asumir el diálogo y la educación sexual como la cosa más natural del mundo.
En entrevista con Por Dentro durante el Primer Congreso de Sexología de Puerto Rico, celebrado en febrero con representantes de 17 países, los doctores en psicología explicaron por qué es importante abordar el tema según cada etapa de la vida para desarrollar el cociente sexual de individuos y parejas como estrategia de salud pública.
“El proceso de educación es uno de prevención y también para desarrollar la inteligencia sexual: que esa persona tenga el conocimiento, se haga responsable y eventualmente tome buenas decisiones. Conocernos, explorar, tener una educación sexual por cada etapa del desarrollo es importante porque va a fortalecer la inteligencia sexual”, plantea el doctor Jaime Veray.
“La gente se equivoca y piensa que una educación sexual es que le vamos a enseñar a los niños, a las niñas y a los adolescentes a tener sexo”, aclara por su parte la doctora Pérez Fernández, también perita forense.
“La realidad es que la sexualidad es mucho más amplia que un coito, incluye el conocimiento de su cuerpo, el respeto al cuerpo de otras personas, el tener buenas relaciones interpersonales, el desarrollar una ética de tus relaciones”, agrega.
Veray Alicea cita el trabajo de los psicólogos estadounidenses Howard Gardner y Daniel Goleman para sostener los planteamientos.
“Los grandes propulsores de las inteligencias múltiples (Gardner) y de la inteligencia emocional (Goleman) te dicen que la inteligencia sexual es un componente de eso. Por ejemplo, si tu inteligencia es táctil, en la sexualidad vas a ser táctil. Si eres olfativo en las inteligencias múltiples, pues vas a ser olfativo en la sexualidad. Si no eres maduro emocionalmente, ¿cómo vas a pretender tener una relación saludable?”, cuestiona.
Educación sexual desde el nacimiento
Ambos sexólogos advierten que tergiversar, esconder o intentar reprimir los conceptos y las manifestaciones de la sexualidad es un peligro, por eso urgen a todos los adultos a tomar acción basándose en la ciencia.
“La educación sexual no es algo que se da solamente en el hogar, la sociedad impacta en la educación, los padres, la comunidad. Es algo que se debe iniciar desde el mismo nacimiento”, recalca Pérez Fernández.
La doctora llama la atención sobre cuán natural es la exploración sexual y revela que la misma empieza antes del nacimiento.
“Pensamos que los niños son asexuales y no lo son. Hay evidencia de que en los sonogramas lo niños se tocan (los genitales) y es importante esa exploración en todas las facetas de nuestra vida”, apunta.
En efecto, según plantean varios investigadores y autores, imágenes de la vida dentro del útero han permitido documentar la autoestimulación genital por parte de fetos de ambos sexos.
En el libro “Adolescent Sexual Behavior In The Digital Age”, editado por Fabian Saleh, Albert Grudzinskas Jr. y Abigail Judge, se describe el caso de un feto femenino documentado mediante sonografía que la observó por más de 20 minutos.
Mientras, en el artículo “It Starts in the Womb: Helping Parents Understand Infant Sexuality”, publicado por el Electronic Journal of Human Sexuality, la educadora sexual Remi Newman afirma citando a varios autores que “con ultrasonido se ha visto respuesta eréctil en fetos varones tan temprano como a las 16 semanas”, mientras que en recién nacidas se ha observado lubricación vaginal y agrandamiento del clítoris.
Con eso como base, los profesionales de la salud entrevistados insisten en la necesidad de que los adultos se preparen y estén dispuestos a educar apropiadamente sobre estos temas a las nuevas generaciones según las etapas del desarrollo.
Niñez temprana (3-6)
En esta etapa aconsejan enseñar a los menores a conocer su cuerpo, incluidos los genitales, y a aceptarse tal como son porque eso es esencial para el desarrollo de su autoestima.
“Eso va a impactar el futuro, porque cuando yo (en el futuro) tenga una relación íntima con mi pareja, tengo que tener una buena autoestima, conocer mi cuerpo y aceptarme para poder aceptar al otro”, indica Pérez Fernández.
Los psicólogos insisten en que es normal encontrar a los menores tocando sus genitales, incluso unos a otros. Exhortaron a asumir este tipo de situación con tranquilidad y aprovechar para reforzar la educación sexual en cuanto al cuidado y respeto de nuestro cuerpo y el de los demás.
“Van a explorarse y lo normal es que se exploren, que descubran su cuerpo. A veces nos impactamos de encontrar un niño que se está tocando el pene o encontramos niños y niñas de kinder o prekinder en el baño, que se habían tocado.
“La realidad es que eso es un ejercicio de exploración que los adultos deberían guiar, no hacer un ‘show’ porque la realidad es que decirle a los niños y a los adolescentes que el sexo es malo, primero es una mentira y segundo que el miedo no es educación.
“Sí (se les debe explicar) que hay unos límites, que el cuerpo se protege, que tú no tocas el cuerpo de otro ni permites que otro toque tu cuerpo. Todo eso es parte de ese proceso de educación. Para eso es la educación, para uno corregir y seguir adelante”, distingue la doctora.
Recalca que en el hogar padres y cuidadores deben enseñar a los niños a conocer y proteger su cuerpo, a diferenciar lo que es un toque bueno de lo que es un toque malo o inadecuado y que tienen derecho a esa protección.
Igualmente, los especialistas advierten el cuidado que se debe tener con la asignación de roles impuestos por la sociedad que no necesariamente coinciden con la identidad sexual de las y los niños.
Por ejemplo, recomiendan que cuando un varón juegue con una muñeca o una fémina con carros, es decir, con juguetes culturalmente asociados al género opuesto, se les observe sin interferir.
– Aurora Rivera Arguinzoni