Que ha hecho a Naples la ciudad más feliz y saludable de Estados Unidos
De acuerdo a la empresa Gallup, este rincón del sur de la Florida tiene el mayor índice de bienestar y calidad de vida del país. Muchos atribuyen este logro a un proyecto que intenta aumentar la esperanza de vida de los ciudadanos
“Naples es Miami, pero sin tanta gente y con mejores playas”.
Scott Cressman, un jubilado del sector financiero de Pensilvania, se toma un café en la 5ta. Avenida del centro histórico de Naples, una ciudad ubicada en el sur del estado de Florida.
Resulta ser que este rincón del llamado “estado del sol”, que da la cara al Golfo de México, poblado de casas enormes y con un centro histórico pintoresco, es una de las ciudades más felices y saludables de EEUU.
Eso de acuerdo a la encuesta sobre bienestar y calidad de vida en 189 localidades de Estados Unidos que hicieron las empresas Gallup y Sharecare, publicada a principios de marzo después de medir variables de salud y estabilidad a lo largo de una década.
En la lista, Naples se ubicó primera.
“Y cómo no lo va a ser: aquí hay mar, playa, dinero y la tranquilidad que tiene una ciudad para jubilados“, explica Cressman.
Pero las cifras también lo confirman:
- Tiene unas de las tasas más bajas de obesidad (menos del 10% de sus habitantes, en un país en el que hay estados donde el 40% de la población sufre de sobrepeso).
- Bajos índices de males crónicos como la diabetes (la sufre un 8% de la población, menos de la mitad del promedio nacional que es de 19%)
- Y su expectativa de vida es la más alta de todo el país: 83,4 años.
Sin embargo, esto no era así hace algunos años. Y de acuerdo a los encuestadores, el ascenso de Naples hacia el codiciado título de la mejor ciudad tiene un nombre detrás: el proyecto Blue Zones (Zonas Azules).
“Además de su ubicación privilegiada, desde hace tres años las autoridades vienen implementando este programa que ha ayudado a mejorar las condiciones dentro de la localidad”, le explicó a BBC Mundo Dan Witter, analista senior de Gallup.
Más de 100 años
Un pantallazo en un televisor alerta sobre la inminencia de la primera tormenta tropical de 2018: Alberto.
A pesar de las advertencias, un grupo de amigos se reúne en el Parque de la Esperanza y el Coraje, cerca del centro, para iniciar su caminata de todos los viernes.
“Cuando me invitaron a unirme al grupo pensé que me haría bien hacer un poco de ejercicio, pero aquí me dijeron que lo que me ayudaría de verdad es tener un grupo de personas con quienes socializar”, dice Margaret Maree, una diseñadora gráfica que se mudó hace un año a Naples, mientras estira brazos y piernas para entrar en calor.
Ella hace parte del grupo Moai de Caminantes de Naples, que incluye dos de los componentes que fomenta el proyecto de Blue Zones de esta parte del país: caminar y socializar.
Pero, ¿cómo y dónde surgió el proyecto que parece haber sellado la prosperidad de Naples?
Todo comenzó hace 13 años, cuando después de pasar varios meses viajando por el mundo, el periodista estadounidense Dan Buettner publicó un artículo en la revista National Geographic llamado “Los secretos de una vida prolongada”.
En dicho artículo, Buettner señalaba cinco lugares alrededor del planeta donde, por distintas razones, se registraba una inusual y prolongada expectativa de vida. Lugares donde la gente vivía más de 100 años.
Los bautizó “Zonas Azules”, simplemente porque unos de los demógrafos que había entrevistado había marcado las ciudades en el mapa con un resaltador azul.
Esos paraísos de la longevidad eran las islas de Okinawa en Japón, Cerdeña en Italia, Icaria en Grecia, la localidad de Nicoya en Costa Rica y un monasterio en Loma Linda, California.
“Lo que vio Buettner fueron comportamientos saludables y sociables que le permitían a la gente tener no solo una vida más prolongada, sino también más tranquila, sin enfermedades crónicas y por ende más feliz”, explica Deb Logan, directora del proyecto Blue Zones en el sur de Florida.
Buettner estableció nueve líneas de trabajo que podrían ayudar a mejorar la calidad de vida de las comunidades. Y fue a partir de allí, dice Logan, que se fundó la iniciativa de las Zonas Azules.
Esos nueve puntos son:
- Encontrar un propósito de vida
- Comer más vegetales
- Meditar
- Tomar vino (moderadamente)
- Reforzar los vínculos familiares
- Comer sin llenarse (la regla del 80% de saciedad)
- Caminar
- Socializar
- Vincularse con alguna creencia o fe religiosa.
Hace tres años, el proyecto de Buettner aterrizó en el sur de Florida, traído por centros médicos de la zona.
“Ellos se dieron cuenta de que podrían recortar gastos de atención médica si lograban que las personas mejoraran sus hábitos de salud, porque se gasta mucho menos cuando se hace una buena prevención”, explica la especialista.
La idea ha sido implantar estas prácticas en distintos sectores de Naples como colegios, sitios de trabajo, restaurantes, supermercados y hasta iglesias locales.
Pequeños cambios
A pesar de la amenaza de tormenta, el cielo amanece radiante.
En la escuela primaria Pelican Marsh estudiantes y maestros se preparan para una fiesta: el colegio va a ser certificado como un centro educativo que cumple con los estándares saludables de las Zonas Azules.
Los niños visten camisetas turquesas -uno de ellos, la de la selección uruguaya- mientras entonan canciones infantiles que celebran la comida saludable y la buena hidratación.
“Hemos cambiado ciertos hábitos que antes nos parecían normales, pero que vistos de cerca son muy perjudiciales, como por ejemplo, las tortas de cumpleaños”, me dice Susan Barcellino, la directora de la escuela, quien también se vistió de azul para la ocasión.
Y recuerda que, para cada cumpleaños, la escuela repartía un pastel, donuts y magdalenas entre los niños, a modo de celebración.
“Era una cantidad de azúcar impresionante que se repetía con cada cumpleaños y que era alentada por nosotros mismos. Así que decidimos cambiar y ahora les pedimos a los padres que, en vez de comprar una torta, hagan una donación o algo similar”, anotó Barcellino.
Pero la idea, explican los del Blue Zones Project, no se limita a los colegios.
Juan Padilla es un ecuatoriano que emigró hace 15 años y, después de trabajar varios años en la farmacia Walgreens, pasó a ser coordinador del supermercado Wynn’s, ubicado cerca de la playa.
Y aunque reconoce que le ha tocado cambiar a regañadientes su dieta andina alta en carbohidratos, la gente lo señala como uno de los principales impulsores de una serie de novedades en la venta de víveres, con la intención de convertir a Naples en un lugar más saludable.
“Hemos hecho cambios que parecen pequeños pero ayudan: uno de ellos ha sido poner los cereales que contienen azúcar en la parte más alta de los estantes y de esa forma evitar que los niños los pongan en el carrito del mercado sin ningún control”, explica Padilla.
Pero tal vez una de las ideas que más éxito ha tenido ha sido la de ubicar más botellas de agua en los estantes, en reemplazo de las gaseosas.
“Redujimos el espacio en las neveras de gaseosas como Pepsi, Coca-Cola, etcétera. Y lo que sobraba lo llenamos con agua y bebidas saludables”.
De acuerdo a Padilla, eso significó una caída en las ventas de gaseosas dentro del local de un 25%, pero en un aumento simultáneo en el despacho de agua y bebidas no azucaradas de un 30%.
“No estamos dejando de vender nada, pero con este tipo de decisiones estamos diciendo que preferimos una vida saludable”, destaca el encargado del supermercado.
¿Hace falta?
Sin embargo, no todos en Naples piensan que las Zonas Azules son beneficiosas para la ciudad.
Es viernes pasado el mediodía y Alberto hace su aparición: un bloque de nubes grises se estaciona sobre las playas blancas de Naples y, pocos minutos después, escupe un aguacero que solo terminará un día más tarde.
En las ventanas de la oficina del abogado Steve Bracci no dejan de repiquetear las gotas de agua pesadas. Sobre su escritorio tiene varios documentos que le sirven para sustentar su rechazo al proyecto de Zonas Azules.
“Es pura experimentación social donde se están gastando los recursos de las escuelas, que son públicas, en asuntos que no se necesitan”, argumenta.
Para Bracci, que Naples sea considerada la ciudad más feliz o saludable no se debe a sus Zonas Azules, sino a que la localidad tenía, ya antes de la llegada del proyecto, una calidad de vida casi insuperable.
Y entrega dos datos: el ingreso anual per cápita es de $80,000 dólares, el doble del promedio nacional, y es la segunda ciudad -tras Los Álamos, Nuevo México- con el mayor porcentaje de millonarios.
“Lo único que ha hecho Zonas Azules es que pasemos del tercer lugar al primero en bienestar y, honestamente, no le veo el mérito a eso”.
“No sé cuál es la intención verdadera del proyecto. Uno de sus principales argumentos es la proyección de aumentar la expectativa de vida, pero eso solo es una proyección, nada concreto”, agrega Bracci.
Fe y sobrevivida
Alberto da una vuelta por Florida y deja su estela de lluvias intermitentes, mar gris y pocos turistas a la vista.
El domingo en la mañana comienza a escampar y la gente se alista para ir cumplir con el compromiso, sagrado para muchos, de ir a la iglesia.
Janice Cressman se pone una camiseta que dice “Team Jesus” (equipo de Jesús). Mientras nos acercamos a la Congregación Unida de Mayflower, otras personas se le unen, vestidas con las mismas camisetas estampadas.
Índice de bienestar y calidad de vida en EEUU (Fuente: Sharecare-Gallup) |
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PUESTO | CIUDAD | ÍNDICE |
1 | Naples, Florida | 67,6 |
2 | Barnstable Town, Massachusetts | 66,4 |
3 | Boulder, Colorado | 65,3 |
4 | Santa Cruz-Watsonville, California | 65,1 |
5 | Charlottesville, Virginia | 65 |
Y los últimos cinco puestos:
185 | Binghamton, Nueva York | 58,9 |
186 | Hickory-Lenoir-Morganton, Carolina del Norte | 58,6 |
187 | Gulfport-Biloxi-Pascagoula, Misisipi | 58,6 |
188 | Canton-Massillon, Ohio | 58,3 |
189 | Fort Smith, Arkansas | 58,2 |
La Iglesia Unida de Cristo, como se la conoce, también está certificada como un templo “Zona Azul”.
Aquí se ejercita la que tal vez es una de las premisas más polémicas del proyecto: la de fomentar la fe, basándose en los supuestos beneficios que trae el creer en un ser superior y cultivar la espiritualidad.
De hecho, Buettner afirma en su libro fundacional que pertenecer a una religión puede aumentar la expectativa de vida de una persona de cuatro a 10 años.
“¿Usted cree que eso es verdad?”, le pregunto a Janice.
“No lo sé. Lo que yo siento es que aquí en la iglesia hago parte de algo que no te puedo explicar. Distinto”, responde.
Alan Coe, el reverendo que lidera la comunidad, se vistió para el sermón de hoy -que trató sobre equidad, Martin Luther King y rock- con una corbata que tiene la bandera de Estados Unidos.
“Estoy de acuerdo en que no hay manera de medir la relación entre religión y expectativa de vida, pero en mi experiencia creo que tiene que ver con cómo la fe prepara a la gente para soportar los momentos más duros, los momentos de duelo”, ensaya el pastor como respuesta.
“Creo que la fe hace que esos momentos sean más cortos, que te afecten menos la salud”, añade.
Al finalizar la mañana aparece, después de tres días, el azul del cielo de todas las postales de Naples. Los feligreses se retiran, pero antes le dan la mano a Coe, quien les desea una buena semana.
“Esta iglesia tiene el certificado de Zonas Azules, ¿usted cree que eso ha generado un cambio en la comunidad?”, pregunto.
“Me parece que sí. Hay cosas muy interesantes en este plan que fomenta el bienestar”, dice sin dudar.
“Sin embargo, yo tengo un problema con eso… Lo que no entiendo es por qué no están en otras zonas del país donde verdaderamente se necesitan programas como éste”, cuestiona.
“Deberían ir allí donde sí harían una diferencia. Aquí la mayoría de las personas ya tiene todo, sus carros, sus casas. Mucho dinero.”
Pero por ahora el Blue Zones Project se encuentra en unos seis estados de EEUU y en varias ciudades en las costas este y oeste.
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