Tres ciudades resilientes de las Américas
Una mirada al proceso de recuperación en tres lugares
La resiliencia es la capacidad de adaptación que tiene una persona o grupo de personas para hacer los ajustes que le permitan recuperarse frente a la adversidad experimentada para continuar proyectando el futuro. Este concepto es claramente aplicable no solo a las personas, también a las naciones y a las ciudades en su conjunto, pues estas están formadas por grupos de personas.
Recientemente, realicé un viaje a la famosa ciudad de Nueva Orleans, en el Estado de Louisiana, Estados Unidos. En 2005, Nueva Orleans quedó devastada por el paso del huracán Katrina, un fenómeno que en Estados Unidos dejó 1.833 muertos, 107.379 casas inundadas y dejando una perdida material de alrededor 146.000 millones de dólares, un hecho sin precedentes que volvimos a recordar en 2017 cuando Puerto Rico recibió el impacto del huracán más feroz de su historia, huracán María, el mismo que dejo en ruinas a la isla de Dominica.
En 2005, Nueva Orleans estuvo inundada en un 80%. El Quinto huracán más mortal y el número uno en costo económico para la historia de los Estados Unidos, se encontró con la vulnerabilidad del l Distrito Noveno -Ninth Ward- de Nueva Orleans, una comunidad mayormente afroamericana cuyo nivel de devastación no lo experimento ninguna otra área, llegando a tener la parte baja deshabitada por mucho tiempo. Sin duda, tanto el huracán Katrina como el huracán María, son pruebas de que los patrones climáticos están alterándose y sobretodo, una evidencia más de que el cambio climático es una realidad.
El espíritu de adaptación de los orleanianos nos indica cuan resilientes son como ciudadanos, como comunidad y economía vestida de una cultura francesa, española, caribeña y americana que ofrece al mundo lo mejor que tiene: su gente y su alegría.
Esta alegría y cultura envolvente la pude apreciar al caminar por los barrios y las calles vibrantes de esta ciudad, lugares icónicos tales como Bourbon Street, Royal Street, el Frenchmen, el French Square, entre otros.
Es por esta razón que al finalizar el año 2018, entiendo necesario destacar tres ciudades de las Américas que con este mismo espíritu resiliente han sabido levantarse después de experimentar siniestros que quedarán para siempre en los libros de la historia:
Ciudad de México, México:
Por mucho tiempo considerada como una de las ciudades más pobladas del mundo, la ciudad de México sufrió un terrible terremoto en septiembre de 2017 (magnitud de 7,1), donde murieron 369 personas, 228 de ellas en la capital. Tras el colapso de más de 35 edificios, hoy México sigue recuperándose con la implementación de su plan de resiliencia sísmica. Este plan prevé un mejor código de edificios contemplando infraestructura inteligente y de mejor calidad para superar eventos de esta naturaleza en el futuro. Además, el plan tiene previsto reformar la cobertura y el acceso a los seguros, así como la gestión de riesgos y el fortalecimiento de la estructura del Sistema del agua. En febrero de 2018, mientras estuve en México, pude apreciar como la ciudad se recuperaba en colaboración con los equipos del gobierno, la sociedad civil y el sector privado.
Ponce, Puerto Rico (USA):
¡En toda crisis hay una oportunidad! Ponce, la segunda ciudad más grande de Puerto Rico, es un ejemplo de recuperación tras el paso del huracán María por la isla del Encanto. Con uno de los puertos más importantes de Puerto Rico y con aeropuerto propio, la ciudad ha sabido aprovechar la llegada de fondos post-María para hacer inversiones en su puerto y de esta manera reactivar no solo la capacidad portuaria pero también poder atraer más turismo a través de los diversos cruceros con turistas que han llegado después del huracán, reflejando un estímulo en la economía local pues estos visitan los comercios y los diversos museos que tiene la Ciudad Señorial, como también se conoce a Ponce. Como si fuera poco, el nivel de planificación de la ciudad permitió que en 2018 las Justas –juegos olímpicos interuniversitarios– volvieran a Ponce luego de haberse mudado a Mayagüez. La organización de las instalaciones, la seguridad y la logística desarrollada, logró que Ponce saliera por la puerta grande ante menudo desafío organizativo. Pude ser testigo de esta recuperación durante mi visita en mayo de 2018, cuando fui conferencista del evento “Experiencia Puerto Rico “, un encuentro que reunió la municipalidad de toda América Latina.
La recuperación de Ponce, ha sido una mezcla del espíritu de unidad boricua, de la comunidad trabajadora ponceña y de una Alcaldesa que su comunidad conoce como “Mayita” o “La Leona”, en alusión al símbolo de la ciudad que es un león. María “Mayita” Meléndez ha sido una trabajadora incansable que se ha convertido en una voz importante no solo en su isla, también en Washington, especialmente entre la comunidad académica, las agencias federales y el congreso de los Estados Unidos, gracias a la abogacía que realiza por mejores condiciones para su gente y para Puerto Rico en su conjunto.
Roseau, Dominica:
Una isla de apenas 73,000 personas. Aunque después de un año del huracán María, la ciudad Roseau sigue con edificios con techos sin reconstruir, marcados por el azul de los techos plásticos temporales, sus edificaciones están construyéndose con materiales y métodos más fuertes para evitar un impacto semejante en el futuro. El turismo es la fuente de vida para la economía. Recientemente, firmaron un acuerdo con Airbnb para ampliar las oportunidades turísticas. Una bendición ha tenido la isla con la calidad y acceso del agua que en términos relativo no se vio afectada. Recuerdo muy bien el discurso que a pocos días de la tragedia, el primer ministro de la isla, Roosevelt Skerrit, dio en la cumbre UNGA de las Naciones Unidas cuando dijo las palabras: “negar el cambio climático es negar la verdad que acabamos de vivir”.
Como explicamos al inicio, la resiliencia es un concepto muy amplio que recae enteramente en las personas y de ellas depende el cambio necesario frente a lo imprevisto.