Letras: ¡Epa! ¡Olé! ¡Uf!

Las interjecciones son esa clase de palabras que pueden formar por sí misma enunciados

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Estamos en un restaurante celebrando el nombramiento de una compañera de trabajo. ¡Salud!, dice uno de los comensales levantando su copa. ¡Adelante! la alienta otro compañero pidiéndole que hable. Y cuando la homenajeada hace señales de que prefiere no hablar por el momento y seguir disfrutando de la cena, otra exclama ¡Lástima!
Lo que han dicho las tres voces son interjecciones, esa clase de palabras que pueden formar por sí misma enunciados, en su mayoría exclamativos. No se emplean para describir contenidos sino para llevar a cabo acciones, como brindar (¡Salud!), animar (¡Adelante!) o expresar contrariedad (¡Lástima!).
Esta clase de palabras tan independientes que no modifican ni determinan a las demás clases forman enunciados de por sí, como Adiós, vaya, eh. Muchas tienen una sola sílaba y presentan características fonéticas que no aceptan otras palabras, como por ejemplo ¡uf! con esa f final tan particular.
La gramática divide las interjecciones en propias e impropias. Las propias son aquellas que solo se utilizan como interjecciones, como epa, olé, eh. Y las impropias son las formadas a partir de sustantivos como ¡hombre!, verbos ¡venga!, adverbios ¡adelante! o adjetivos ¡bravo! y que funcionan ocasionalmente como interjecciones.
La Nueva gramática básica de la lengua española, en la que hemos colaborado varios colegas de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), agrega que desde el punto de vista semántico _o sea, del sentido_ las interjecciones se diferencian en apelativas o expresivas.
Las apelativas son las orientadas hacia el oyente, como las dos primeras del ejemplo de nuestra celebración: ¡Salud! que uno de los participantes dirigía a todos sus compañeros, y ¡Adelante!, dirigido a la homenajeada. También hay otras en ese grupo que tienen función social, como hola, adiós, gracias.
Y las expresivas se orientan hacia el mismo hablante ya que este expresa sus sensaciones, sentimientos y estados de ánimo: ¡Lástima!, ay, caramba, ¡maldición!

Finalmente, una aclaración de la Nueva gramática que puede suscitar controversia ya que no todos están de acuerdo por considerar que el siguiente ejemplo en particular calza como anillo al dedo dentro de las expresivas. Dice que no se consideran interjecciones los adjetivos que expresan valoración como ¡chévere! ¿Usted qué opina?Jorge Ignacio Covarrubias es secretario general de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).

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