Las gafas rosadas de Obama en México
En su visita de menos de 24 horas a México, el presidente Barack Obama se puso gafas rosadas que le impidieron hacer un balance real del gobierno de su homólogo Enrique Peña Nieto, llegando al extremo de describir a un país que la mayoría de los mexicanos no logró identificar.
Es cierto. México es el segundo socio comercial de Estados Unidos. El intercambio comercial entre ambos países alcanza 473 mil millones de dólares anuales. Seis millones de trabajadores estadounidenses deben en parte su empleo a esta fructífera relación mercantil.
Pero de eso a que México sea una potencia emergente hay un buen trecho. Obama prefirió obviar que más de 60 millones de mexicanos viven en la pobreza; de éstos unos 20 millones viven en pobreza extrema.
La mayoría de los mexicanos no sabían de qué país hablaba Obama cuando dijo que millones de mexicanos han salido de la pobreza. La clase media mexicana ha estado estancada por años. Si los mexicanos no vienen a Estados Unidos como antes, se debe a la recesión en este país, al incremento en la seguridad fronteriza y a los peligros que representa el crimen organizado para los migrantes.
La realidad se encargó de recordar a Obama y a Peña Nieto que la propaganda no cambia a un país. La economía mexicana creció en sólo 1% en los primeros cuatro meses de 2013; en lugar de más de 3% como había proyectado la administración de Peña Nieto. Además, las remesas de los mexicanos sufrieron un descenso del 14.6 por ciento en marzo y han venido a la baja por seis años. Esto va a tener consecuencias desastrosas para millones de mexicanos que dependen de esos dólares y no del empleo que pueda generar la economía mexicana.
Y para desmentir a Peña Nieto de que la violencia ha disminuido, México vivió un fin de semana de horror: más de 40 ejecutados, incluidos dos hijos de una pareja de periodistas y siete que fueron encontrados en un auto.
Obama me recordó al turista que no sale de su hotel en Cancún.