“La casita”: Borrada del mapa
“La casita” era pequeña y humilde. De madera y con más de 80 años de antigüedad, que funcionaba como un anexo a la escuela primaria Whittier, en Pilsen. De un solo piso y con algunas ventanas, estaba al fondo del patio de juegos.
Cuando lo visité las paredes estaban empapeladas con dibujos, había cajas apiladas llenas de libros donados, mesas en las que los niños hacían su tarea. En otro cuartito pequeño, menores jugaban y las mujeres que los cuidaban les preparaban meriendas. Otras mujeres vigilaban a los que estaban en el patio de juegos.
Servía como guardería y lugar de tutoría, era centro de reuniones, espacio comunitario y salón para clases de inglés.
Esa casita pasó a mejor vida el pasado fin de semana. Es como si nunca hubiera estado allí. En su lugar la excavadora de la Ciudad dejó nada, si acaso polvo. “La casita”, que fuera una vez símbolo de resistencia y poder comunitario, fue demolida el sábado temprano.
El Comité de Padres de Whittier y CPS batallaron durante años por este anexo. El grupo de padres, apoyado por activistas, realizó un plantón de 43 días en septiembre de 2010. Pedían que la Junta de Educación salvara y renovara este espacio en lugar de demolerlo.
El plantón finalizó después de que CPS acordó que se buscaría un espacio para ubicar la biblioteca dentro de la escuela y que CPS alquilaría La Casita al Comité por $1 al año, una vez que el edificio fuera renovado y cumpliera con los códigos de seguridad.
En esa época estaba de jefe de CPS Ron Huberman. Se fue Huberman. Vino y se fue Terry Mazany; vino y se fue Jean-Claude Brizard y nunca se hizo nada. Los problemas de La Casita permanecían a pesar del esfuerzo que hizo el Comité para buscar arquitectos que pro bono les ayudaron a proponer un diseño y a planear las renovaciones, y a pesar de la ayuda del senador estatal Antonio Muñoz y el representante estatal Eddie Acevedo, que ayudaron a conseguir fondos.
El diálogo se rompió.
Y llegó Rahm Emanuel y Barbara Byrd-Bennett.
En una fría movida, empleados de la Ciudad sacaron las cosas de La Casita el viernes por la noche, para que la demolición se hiciera el sábado temprano. Curiosa movida.
CPS estaba tan preocupado por el peligro que suponía la casita que nisiquiera tuvieron tiempo de obtener un permiso de la Ciudad, sino que a través de una orden administrativa del Departamento de Edificios apuraron todo. Era una emergencia, dijeron.
Un reporte de ingeniería encontró que el espacio estaba en claro estado de deterioro y que no era seguro para ser ocupado. Todo requería acción inmediata.
Ahora: un nuevo amanecer. CPS afirma que planea empezar inmediatamente la construcción de un nuevo patio de juegos, espacio con césped y cancha de basquetbol, todo financiado con fondos de TIFs.
Miembros activos del Comité han afirmado que no lo van a aceptar y que están considerando las opciones legales. Pero esas deben ser pocas, como poco ha sido el apoyo que han dado las autoridades escolares y de la Ciudad cuando la comunidad, los padres de familia o los vecinos quieren determinar con autonomía las prioridades o los proyectos que ellos mismos quieren ver en sus escuelas y barrios.
Fabiola Pomareda es periodista y editora general del periódico La Raza. Síguela en Twitter: @FabiolaPomareda