Como en la canción del Tri

De pronto el lector se acordará de aquella canción del grupo de rock El Tri, Millones de niños, donde el vocalista Alex Lora pregunta a voz en cuello: “¿Y los niños, qué culpa tienen, banda?”.

Pienso en esa canción cuando leo las noticias que llegan, casi cada día, sobre la debacle continua de las Escuelas Públicas de Chicago. Cuando se confirmó la renuncia de la Jefa Ejecutiva de CPS, Barbara Byrd Bennett, ya ni me sorprendí. Dudo que a alguien haya sorprendido tras su remoción luego de que se supo que el gobierno federal investiga al distrito escolar.

Los problemas de CPS vienen de mucho antes: desde los repetidos y fallidos intentos de reforma del exalcalde Daley e incluyen un complejo entramado financiero que, si suena a especulación fraudulenta, es precisamente porque es probable que lo sea.

A principios de la década pasada CPS tuvo la idea de endeudarse a bajo costo emitiendo bonos ligados a contratos de derivados. Pésima idea (basta ver lo que pasó con un esquema similar, el que provocó la crisis de 2008). Los bancos que prestaron el dinero sabían que el esquema era volátil pero aún así firmaron y, cuando las tasas de interés se dispararon, CPS pagó el precio. La legislatura estatal dio por bueno el mecanismo, a sabiendas de la inestabilidad del asunto y a sabiendas de la ausencia de controles financieros.

¿Resultado? Un déficit de 1,100 millones de dólares, 50 escuelas cerradas (sin contar las 86 cerradas la década anterior), una huelga en 2013, otra que podría estallar en los próximos meses y pagos pendientes a las pensiones de 13 mil maestros jubilados.

¿Soluciones? Pocas y difíciles. El gobernador Rauner simpatiza con la idea de declarar CPS en quiebra para poder rearmar sus finanzas. Idea que no le gusta al alcalde Emanuel por su alta explosividad política. Otra opción es un aumento de impuestos, algo igualmente riesgoso. Y se habla ya del regreso de las escuelas chárter para rescatar algunos planteles. Esto, pese a la debacle que significó el caso UNO.

En medio de todo esto, y sin recurso alguno, los 12 mil niños cuyas escuelas fueron cerradas, y que tuvieron que repartirse en otros planteles de la ciudad. El tercer distrito de escuelas públicas de la nación sigue teniendo registros abismales y los más afectados son los niños latinos y afroamericanos cuyas posibilidades futuras están siendo arrancadas de tajo por especulaciones financieras, pésima planificación, corrupción e ineficiencia.

Como decía Lora: ¿Y los niños, qué culpa tienen, banda?

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