Antes de ser una megaestrella, Bruno Mars dormía en coches y azoteas
Por primera vez, el cantante habla abiertamente sobre los años más difíciles de su vida
A pesar de ser una estrella internacional de la música, que ha sido invitada a amenizar un espectáculo tan importante como el intermedio de la Super Bowl en dos ocasiones, la vida privada de Bruno Mars sigue siendo un misterio.
No se sabe mucho sobre su pasado e incluso su relación sentimental de cuatro años con la modelo Jessica Caban ha logrado permanecer en un discretísimo segundo plano.
Sin embargo, ahora el cantante ha decidido sincerarse acerca de uno de los momentos más duros, y al mismo tiempo más felices, de su infancia en Hawái: los dos años que vivió en una más que austera construcción de cemento en medio de Paradise Park, un zoológico de pájaros, tras el divorcio de sus padres.
Aunque en un principio la familia se alojaba en una modesta vivienda sin baño -“teníamos que cruzar todo el parque hasta otra construcción donde sí había uno”, recuerda- mientras el padre del intérprete trabajaba como empleado en el parque, cuando el establecimiento cerró no les quedó más remedio que buscar otro lugar para instalarse.
“Quiero dejar claro, antes no estaba ahí. Cuando vivíamos aquí teníamos un techo y no había plantas creciendo en el interior. No sé qué pasaría con el tejado… la única cama que había estaba justo ahí, en medio de la habitación, y dormíamos todos juntos“, explica el intérprete en uno de los adelantos promocionales del programa ’60 minutes’ -que se emitirá este domingo- mientras recorre de nuevo su antiguo hogar, ahora completamente en ruinas, una visita que según sus propias palabras le trajo a la memoria “los mejores recuerdos del mundo”.
A lo largo de aquellos complicados años, el artista, su hermano y su padre durmieron en la parte trasera de un vehículo y en las azoteas de los edificios.
Lejos de considerar que esa etapa le traumatizó emocionalmente, Bruno siempre ha sostenido que le proporcionó la fortaleza y las herramientas para lidiar con los obstáculos de la industria musical, incluida el duro golpe que supuso ser expulsado de Motown tras firmar un contrato con la discográfica a los 18 años que finalmente no llegó a buen puerto.
“Mi padre era el rey a la hora de encontrar esos escondrijos para que nos quedáramos, aunque fuese sitios en los que evidentemente no deberíamos estar”, rememora.
“Lo teníamos todo, nos teníamos los unos a los otros. Nunca sentimos que nuestra situación fuera el fin del mundo. Más bien nos decíamos: ‘Bueno, no tenemos electricidad, pero no pasa nada, es solo algo temporal. Ya se nos ocurrirá qué hacer’. Puede que esa sea la razón por la que ahora tengo esta mentalidad en lo que respecta a la música. Sé que siempre me las voy a arreglar, solo necesito algo de tiempo”.