Tiemblan migrantes en EEUU por posible liberación de secuestrador en Puebla

Pobladores de la región mixteca de Puebla reaccionan ante rumores de liberación del jefe de una banda de secuestradores que pedía rescate en dólares a familiares residentes en EEUU

MÉXICO.- En la región de la mixteca poblana, donde la justicia pende de la impunidad y la Ley del Talión, la del ojo por ojo y diente por diente, la sospecha de liberación de Julio Solís, un hombre acusado de ser el cabecilla de una banda de secuestradores de familiares de migrantes, huele a sangre.

Y huele a algo más: al terror de los pobladores, campesinos y ganaderos  de una decena de municipios y sus respectivas familias de migrantes en Los Ángeles, Nueva York y Tijuana que eran blanco de secuestros que los delincuentes  cobraban en dólares.

“Si lo liberan va a haber muertes porque él y el resto de su banda que aún está prófuga, querrán vengarse y las familias de  las víctimas también”, advierte Roberto Bravo, de la Consejo Binacional de Organizaciones Comunitarias, quien se trasladó desde Los Ángeles para hacer frente a este problema que acosa a su municipio.

Roberto Bravo, del Consejo Binacional de Organizaciones Comunitarias de Los Ángeles acude al juzgado con vecinos de la zona mixteca de Puebla, para dar seguimiento al caso de banda de secuestradores. Foto: Cortesía
Roberto Bravo (i), del Consejo Binacional de Organizaciones Comunitarias de Los Ángeles, acude al juzgado con vecinos de la zona mixteca de Puebla, para dar seguimiento al caso de banda de secuestradores. Foto: Cortesía

Hace tres años, en Coatzingo y sus alrededores, una célula de bandidos integrada por gente de los mismos pueblos perpetuó 12 secuestros de personas que escogieron con un solo criterio: que tuvieran familiares en Estados Unidos para cobrar más por la liberación.

Además robaban las cosechas al pie de los terrenos, cuando los agricultores estaban a punto de salir a vender el producto de meses de esfuerzo desde la siembra y muchos de ellos con deudas por pagar.

Un grupo de migrantes denunció desde EEUU, escribieron cartas al gobernador, al secretario de Seguridad Pública  y en unas cuantas semanas esas autoridades los capturaron. Más largo fue el proceso de sentencias que no se dictaron sino hasta el verano pasado: a Odilón y Miguel Alonso, 95 años por secuestro y portación de armas de fuego; a Domingo Guzmán y Delfino Maceda, 51 años, también por plagio.

“Desde hace tres años que los bandidos han estado guardados -el tiempo del proceso del juicio- hemos estado en paz, trabajado, llevando a vender nuestros productos”, dice Antonio Aguilar, una campesino de la región, en entrevista telefónica. “Confiamos en que las autoridades no dejen salir al jefe”.

El jefe es Julio Solís, quien aún se encuentra en espera de sentencia con una ardua defensa y un grupo de familiares estridentes que afirman en plazas y calles del pueblo que su hombre pronto será liberado.

Leticia Domínguez, secretaria en el juzgado de Izúcar de Matamoros, donde se lleva el caso, aseguró hoy a los pobladores de Coatzingo, quienes acudieron hoy a aclarar los rumores, que los rumores de la liberación del jefe de la banda no tienen fundamento. Este diario intentó sin éxito  hablar con el juez Enrique Zepeda.

Francisco N., otra de las víctimas cuyo nombre real se reserva por razones de seguridad, sostiene que este es el momento de marcar la diferencia entre un estado de derecho y un estado fallido.

“Si los liberan volverán a hacer lo que siempre han hecho: secuestrar”, recuerda. “Yo tuve que irme del pueblo hacer 25 años porque me secuestraron y después, cuando volví, me volvieron a secuestrar las mismas personas y sus hijos”.

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