Hermano de atacante en aeropuerto de Fort Lauderdale culpa al gobierno
El familiar habló desde Puerto Rico
SAN JUAN — Bryan Santiago, hermano de Esteban, el exmilitar que cometió el ataque en el aeropuerto de Florida de Fort Lauderdale que se saldó con cinco muertos y seis heridos, dijo que las autoridades estadounidenses no proporcionaron el tratamiento sicológico que solicitó su familiar tras ser destinado en Irak.
El hermano del exmilitar, que reside en Peñuelas, un municipio del sur de Puerto Rico, dijo en declaraciones a medios locales divulgadas que su familiar era una persona tranquila antes de unirse a la Guardia Nacional de Puerto Rico para viajar a Irak, desde donde regresó con “un cambio de temperamento marcado”.
Recordó que los desequilibrios emocionales eran tan fuertes que le aconsejó a su hermano que buscara ayuda psicológica o en alguna iglesia.
El hermano del detenido señaló que el implicado en los asesinatos de Fort Lauderdale llegó estar en un hospital psiquiátrico tras exponer al FBI sus problemas, pero que fue dado de alta solamente cuatro días después.
“En cuatro días ninguna persona cambia”, apuntó Bryan, tras recordar que su hermano perdió a dos amigos cercanos en Irak, a lo que se unió poco después el fallecimiento de su padre.
Aseguró que su hermano le llegó a decir que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) quería que se infiltrara, supuestamente, en el Estado Islámico (EI), algo a lo que nunca estuvo dispuesto.
“La culpa es de ellos. El Gobierno federal sabía cuál era su situación”, dijo, después de preguntarse cómo es posible que las autoridades estadounidenses Le dejaran portar armas poco después de salir de un centro psiquiátrico.
El hermano del implicado en el incidente resaltó que todo pudo evitarse y que debió permanecer en el centro psiquiátrico el tiempo que hubiera sido necesario.
Recordó que su hermano no viajaba a Puerto Rico desde el año 2014.
El FBI ha confirmado que en noviembre pasado entró en una oficina de esta agencia federal en Anchorage (Alaska), en donde residía, y manifestó que el Gobierno de EEUU controlaba su mente y lo obligaba a ver vídeos del grupo EI, y que oía voces.
Las autoridades estadounidenses creen que en la matanza que desató en el aeropuerto de Fort Lauderdale actuó solo y armado únicamente con una pistola semiautomática de 9 milímetros.
Durante el tiroteo, el atacante agotó las municiones que traía consigo, tras lo cual se echó en el suelo a esperar ser detenido por las autoridades.