El joven que comenzó a vender tortillas mexicanas sin grano y ahora es uno de los empresarios estrella de la revista Forbes
De un problema encontraron una oportunidad
La familia Garza es de las que en un problema encuentra una oportunidad.
Así ocurrió cuando la mayor de los cinco hijos del matrimonio descubrió que, a causa de una serie de enfermedades autoinmunes, le hacía mal comer tortillas de trigo o de maíz.
Una restricción difícil de cumplir en el seno de una familia de origen mexicano, donde las tortillas son un ingrediente fundamental en cada comida.
Así empezaron a probar recetas alternativas, reemplazando la harina de trigo y maíz con otras materias primas, como las almendras.
Y así fue que a Miguel, el menor de la casa, se le ocurrió su negocio: llevar al mercado las tortillas sin grano usando las recetas con las que habían experimentando en la cocina de casa y comercializarlas para aquellos que tienen restricciones alimentarias.
Le fue bien. Tanto, que en dos años y medio los Garza levantaron un emporio millonario.
Ahora, Miguel, de 29 años, fue elegido como uno de los “30 de menos de 30” de 2017 de la revista económica Forbes, que reconoce a los empresarios jóvenes más destacados en distintas industrias, desde energía y publicidad a arte o finanzas.
Un asunto urgente
“La compañía surgió del genio de mi hermana Vero, que es creativa y fuerte como pocas personas que conozco. Cuando le diagnosticaron una serie de condiciones autoinmunes, por sugerencia de mi hermano mayor, probó eliminar los granos de la dieta a ver si eso la ayudaba a aliviar algunos síntomas, que lo necesitaba urgentemente. Y sí ayudó”, señala Garza en diálogo con BBC Mundo.
Cuando Verónica, de 35 años, abrazó una dieta libre de granos, el resto de la familia decidió por solidaridad acompañarla y erradicar las tortillas clásicas del menú de la casa.
“Somos de la frontera y comemos tortillas: es parte esencial de nuestra cultura, un soporte para distintas comidas que es culturalmente significativo. Así como alguien puede extrañar el pan, nosotros empezamos a extrañar las tortillas”, apunta el empresario, que es nacido en Laredo, Texas.
En la búsqueda de alternativas, Verónica decidió intentar hacer tortillas con harina de almendras y las fue perfeccionando hasta que la familia quedó conforme con la receta.
“De repente empezamos a recibir pedidos de los amigos, que venían a comer tortillas de almendra. Cocinarlas era un hobby, ella seguía con su empleo de profesora en la universidad”.
En 2014, Miguel, que es abogado y por entonces trabajaba en un start-up de salud, decidió dejarse guiar por una intuición que tenía desde hace rato e intentar hacer de las tortillas un negocio. Le llevó un tiempo convencer a su hermana y a su madre, que eran quienes en realidad tenían que elaborar el producto para vender.
“Comencé a golpear puertas en negocios de Austin (la ciudad texana donde viven), conseguimos un cliente y así empezamos”, relata.
El negocio se llamó, apropiadamente, “Siete Family“: el número de integrantes del núcleo familiar.
Ahora todos ellos trabajan en la empresa, que tiene dos oficinas en el estado de Texas y da empleo a otras diez personas.
En expansión
De las tortillas de almendra pasaron a experimentar con otros ingredientes: yuca o mandioca, coco y chía, todos orientados a quienes llevan una dieta libre de gluten o sin granos.
“Creo que una de las cosas que tratamos de evitar es presentar nuestras tortillas como un reemplazo de las de trigo o maíz. Son una alternativa. No queremos ser una tortilla tradicional, aunque quizá sí cumplen una función ‘nostálgica’ para aquellos que antes comían tortillas y por alguna razón ya no pueden”, señala el empresario.
No es difícil adivinar el potencial de mercado para el negocio que se inventó el menor de los Garza: además de quienes padecen de celiaquía, entre sus clientes podría contarse el número cada vez mayor de personas que abrazan dietas alternativas, desde el veganismo hasta la muy de moda (y polémica) dieta paleo, que excluye granos y legumbres.
Pero, además, se benefician de la expansiva demanda de productos mexicanos y de otras cocinas del mundo que se registra desde hace algunos años en Estados Unidos.
“La cultura latina está en la cresta de la ola en Estados Unidos. Ganamos influencia y ahora, afluencia: los latinos tienen cada vez más acceso a comprar en supermercados (más caros y selectos) como WholeFoods, que las generaciones anteriores no tenían”, dice el emprendedor, que ahora tiene el cargo de director ejecutivo en la empresa que cofundó con su hermana.
Aprovechando esa ola, la familia colocó sus productos en más de 400 puntos de venta, incluidas las muy codiciadas estanterías del supermercado orgánico WholeFoods.
Y aunque Garza no quiere revelar los datos financieros de su negocio, los cálculos de la revista Forbes indican que Siete Family pertenece al selecto 2% de empresas en manos de latinos en EE.UU. que logra generar ganancias anuales por encima del US$1 millón.
“Fuimos bendecidos con el buen timing que tuvimos. No sólo por el impulso que está tomando la cultura latina sino también porque el paladar estadounidense está cambiando“.
Las estadísticas lo confirman: en 2012, la demanda de tortillas superó a la del pan en Estados Unidos, mientras que la salsa ya se vende más que el kétchup.
“Luego, la generación de los millenials, de la que soy parte, ha desarrollado una mayor conciencia sobre lo que come;revisa las etiquetas y quiere ingredientes ‘limpios’ en los productos que compra, lo cual tiene un efecto muy fuerte en la industria alimenticia”, agrega el empresario.
Mejores oportunidades
Sin embargo, el furor por algunos ingredientes no garantiza que las empresas latinas vayan a ser exitosas, apunta Garza, que considera que aún quedan por superar barreras y problemas que afectan más a las minorías que a los blancos en Estados Unidos.
“Hay muchos latinos que están empezando negocios aquí, cada vez más, y en la próxima década veremos más y más casos de éxito. Pero en general puedo decir que los latinos tienen menos acceso a asesores estratégicos de capital, mentores y crédito“, reclama.
“Nosotros fuimos bendecidos al conseguir buenos mentores y hacer amigos en la industria de los alimentos, pero sí es cierto que los emprendedores latinos suelen tenerla más difícil (que los blancos no hispanos)”.
Aunque él es la tercera generación de su familia nacida en territorio estadounidense, Garza de algún modo representa al empresariado latino entre los “30 de menos de 30” destacados por Forbes.
La revista económica elige 600 emprendedores en total, divididos en 20 categorías por industria con 30 seleccionados en cada una.
Luego, hace una selección de los 20 más sobresalientes entre esos 600. Garza es el único latino en esa lista.
“Me siento muy honrado de estar allí con todos esos empresarios exitosos y me lo tomo muy en serio. No creo que sea una medida del éxito, pero es una buena señal de que uno puede salir y crear algo desde cero y lograr convertirlo en un negocio”.
“Pero sobre todo espero que esta mención sirva para que los emprendedores de las minorías tengan cada vez más visibilidad: nosotros somos no sólo una empresa latina, sino una empresa de mujeres, con mi mamá y mi hermana que son las dueñas. Aunque en la lista de Forbes esté yo”.