Se requieren centros sociales comunitarios en Pilsen, La Villita y Brighton Park

Se debe considerar abrir centros hispanos en las comunidades de Pilsen, La Villita y Brighton Park para ayudar a cada comunidad a progresar y seguir adelante.

Los jóvenes de nuestros barrios enfrentan la compleja realidad de tener que adaptarse a la cultura anglosajona y mantener sus raíces hispanas en esta sociedad. Diríamos que esto es fácil pero es una batalla de toda una vida.

Los jóvenes que no encuentran sus raíces ni su cultura reflejadas en esta sociedad muchas veces terminan desprendidos de todo este legado hispano que si se pierde los deja a la deriva.

Algo similar ocurre con los adultos de nuestras comunidades que tienen que navegar entre dos mundos, uno el que dejaron atrás y el otro el que enfrentan a diario en un idioma que no siempre dominan y en una cultura estadounidense que no siempre entienden.

Aunque somos una comunidad mexicana grande en Chicago, necesitamos centros en donde conozcamos más sobre nosotros mismos.

Como me dijo una madre de familia en Brighton Park, vivimos al lado de muchas personas que no conocemos y que ni saludamos y ni nos saludan.

Sí, le dije, somos muchos hispanos pero no tenemos un sentido de comunidad y eso solo se aprende cuando nos involucramos y participamos juntos en eventos y causas sociales.

Un centro social, como el modelo que dejó la ya clausurada Casa Aztlán en Pilsen, serviría a muchos propósitos en cada una de las comunidades mencionadas. Ahí se podrían ofrecer clases de inglés para adultos, clases de ciudadanía, computación, clases de muralismo mexicano, clases de historia mexicana, danza azteca y bailes folclóricos, exhibiciones de arte y un espacio para ofrecer servicios sociales a todos los residentes.

Otro ejemplo de estos centros es la antigua Hull House que creó Jane Adams en la Polk y Halsted. Este centro sirvió para crear clases de todo tipo para los residentes locales, la mayoría inmigrantes italianos, mexicanos y de otras etnias. También sirvió para concientizar a los inmigrantes para que pelearan por sus derechos.

Somos una comunidad de trabajadores que casi no tiene tiempo ni las oportunidades para crecer y conocer más a fondo sobre nuestros retos y cultura. Un centro cultural haría posible que más personas trabajaran por un cambio en cada comunidad. Como dice Dolores Huerta: Sí se puede.

En otras palabras, los hispanos somos muchos, pero de nada vale si no estamos organizados y tratando de resolver algunos de los problemas críticos que nos detienen de poder avanzar al futuro con justicia social.

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Chicago

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