Los Coptos de Egipto, los perseguidos de ISIS
Esta religión minoritaria ha sido objetivo de represión estatal y violencia extremista por décadas
El Domingo de Ramos, fecha por excelencia de la reflexión de los cristianos Coptos en la Semana Santa, se convirtió ayer en una tragedia: al menos 43 personas fueron asesinadas en dos atentados reivindicados por el Estado Islámico en dos ciudades de Egipto.
Los bombardeos se perpetuaron en dos iglesias cristianas Coptos. El primero en Tanta y el segundo tuvo lugar en una iglesia de Alejandría luego de que un extremista islámico detonara la carga explosiva que llevaba en su cuerpo. El papa copto, Teodoro II, hacía pocos minutos había dejado el lugar.
El ataque no es sorpresivo. Por años, incluso podría decirse que por siglos, los coptos cristianos en Egipto han sido perseguidos tanto por el Estado como por grupos extremistas musulmanes. Sus seguidores ocupan hoy día poco más del 10 % de la población nacional.
Los coptos cristianos basan su teología sobre las enseñanzas del apóstol Marcos, que introdujo el cristianismo a Egipto, según la Iglesia San Takla en Alejandría, la capital del cristianismo copto.
Este ataque recuerda los hechos del pasado 11 de diciembre cuando 28 personas fueron asesinadas por un kamikaze del Estado Islámico en una iglesia en el Cairo. Para los yihadistas los Coptos son vistos como apóstatas. En ese entonces ISIS aseguró en una carta pública: “Que sepan todos los infieles y apóstatas de Egipto y de todas partes, que nuestra guerra contra los idólatras continúa”.
De los trescientos monasterios coptos que existían hace cerca de ochenta años hoy solo permanecen 20 aproximadamente, así como solo siete conventos operados por cerca de 1.000 monjes junto a 600 monjas, de acuerdo con el Consejo Mundial de Iglesias. Hoy día la congregación es tan solo una décima parte de lo que alguna vez fue.
De hecho la reciente agitación política en Egipto ha traído más violencia en contra de la comunidad copta. La persecución y la discriminación se ha incrementado desde la caída del régimen de Hosni Mubarak en 2011. Decenas de coptos han muerto en una aterradora ola de la violencia sectaria.
Si bien hoy su enemigo principal es el Estado Islamico (ISIS), la iglesia copta ha tenido un sin número de disputas con el Estado desde la caída de la monarquía en ese país, en 1952. Los tres mandatarios que gobernaron desde entonces y hasta 2001 (Gamal Abdel Nasser, Anwar Sadat y Hosni Mubarak) promovieron la restricción del culto hasta el punto de reforzar las llamadas “diez normas”, un grupo de estatutos legales que representan numerosas trabas para llevar a cabo sus ritos religiosos.
Esto ha llevado a los coptos a ser victimas sistemáticas de extorsiones, secuestros y asesinatos a causa de su creencia, sin que haya algún tipo de protección por parte del estado ni mucho menos procesos judiciales en contra los victimarios.
Luego de la primavera árabe y la caída de Mubarak, los problemas persistieron: Mohamed Mursi, que tomó el poder en nombre de los Hermanos Musulmanes, mantuvo una relación hostil en contra de los coptos. Los choques contra el Ejército produjeron en una ocasión la muerte de 23 coptos. Sus casas e iglesias fueron incendiadas por extremistas sin que existiera algún tipo de investigación.
Sin embargo la llegada de Abdel Fattah al Sisi, el nuevo presidente de Egipto, ha cambiado un poco el panorama. Al Sisi ha sido el primer mandatario de Egipto en asistir a la iglesia copta durante la celebración de la Navidad. De igual forma lo hizo luego de los ataques de diciembre.
Tras los sangrientos atentados de ayer Al Sisi se pronunció vehementemente en contra del Estado Islámico y ha movilizado tropas para proteger las principales instalaciones religiosas coptas en el país. No obstante, las “diez normas” siguen en pie y la debilidad institucional posterior a la caída de Mubarak sigue siendo una falla general.
En medio de la tragedia los coptos siguen estando desprotegidos y la libertad religiosa en Egipto sigue siendo un sueño.