¿Es hora de reformar las licencias y certificados de trabajo?
El 25% de los empleados en el país tiene una certificación para ejercer su ocupación
El 25% de los empleados de EEUU tienen uno título que acredita que pueden hacer el trabajo que hacen, licencias o certificados. Muchos de ellos tienen ambos. En 1950 solo el 5% de los trabajadores los tenía. ¿Es positivo este incremento? Hay muchos economistas que tienen bastantes dudas sobre ello.
Las licencias son credenciales que concede una agencia gubernamental (federal, local o municipal) para permitir el trabajo en un determinado sector con validez legal mientras que los certificados los emite una entidad privada. El objetivo es asegurar que los trabajadores tienen las cualificaciones necesarias para la ocupación que tienen. Las licencias suelen estar enmarcadas en las oficinas de las personas que trabajan en el campo de la sanidad o las leyes (médicos y abogados) y normalmente están asociadas a una especialización muy determinada en un trabajo de altos ingresos. Obtener estas licencias también suele ser un gasto alto en educación.
El problema es que aunque este tipo de certificaciones son importantes para el bienestar y el mejor servicios a los consumidores, clientes y pacientes, cada vez más sectores las están demandando lo que está creando barreras a la integración de muchos trabajadores, sobre todo inmigrantes o personas que busquen oportunidades en otro estado dentro del país. Algunas de las licencias válidas en una parte del país no lo son en otra y los requisitos para obtenerlas varían. En un informe sobre ello de The Hamilton Project, se explica que en Nueva York toma unos 233 de entrenamiento y estudio obtener una licencia de cosmetología mientras que en Iowa son 409.
El hecho es que no solo se reducen las posibilidades de trabajar de muchas personas sino que además protegen de la competencia a algunos negocios o sectores (lo cual crea ineficiencias) e incrementa el costo para los consumidores.
En el caso de las personas que quieran entrar en un determinado sector, como por ejemplo el cuidado personal, preparación de comidas, servicios de seguridad, arte , entretenimiento, reparaciones u otros oficios, lo mejor que puede pasarles es que tengan el bolsillo preparado para el pago de comisiones, educación y los salarios que no van a cobrar mientras completan su entrenamiento. Hay estados que piden credenciales a floristas y maquilladores, profesiones en las que el riesgo de un mal trabajo no compensa el costo de la certificación o licencia ni para el profesional ni para el consumidor
Cuando los inmigrantes tienen licencias para trabajar en determinada profesión normalmente tienen que hacer frente a elevados costos para poder conseguir un duplicado que les permita ejercer en EEUU la profesión que aprendieron en el extranjero. Y en algunos casos tampoco es suficiente porque como explicaba un informe del Consejo de Asesores Económicos en 2016, en algunos casos hay barreras regulatorias que impiden incluso a personas con residencia permanente ejercer su labor.
Los economistas que asesoraban a Obama y los de The Hamilton Project son algunos de los que creen que el aumento de las credenciales no son del todo positivas. El economista Morris Kleiner elaboró un proyecto de reforma teniendo en cuenta que los costos que las certificaciones acarrean cuando no hay evidentes mejoras en servicio, calidad, seguridad y salud. Kleiner cree que las agencias estatales tienen que hacer un examen de costos y beneficios para determinar si es necesario que se emitan licencias ocupacionales en determinados campos. Además, el gobierno federal debe promocionar cuáles son las mejores prácticas en cada profesión u oficio.
Una estandarización permitiría una mejora en la migración entre estados y algunas licencias tendrían que reducirse a credenciales. Inmigrantes, migrantes nacionales y personas de bajos recursos tendrían más oportunidades laborales.