Editorial: El remedio es peor que la enfermedad

El Senado votará la semana entrante la nueva ley de salud que reemplazará a Obamacare

Se suponía que la propuesta de la ley de salud del Senado iba a ser menos mala, menos mezquina, que la versión aprobada por la Cámara de Representantes. En realidad, es engañosa. Quiere dar la apariencia de ser más generosa, aunque la estocada final es peor.

Visto de una manera global hay un parecido entre las dos medidas.

Ambas dicen que cumplen una promesa electoral de eliminar la reforma de cobertura médica con una propuesta mejor. El compromiso del presidente Donald Trump era una ley que le costara menos al individuo, que tuviese una mejor cobertura médica y que abarcara a la mayor cantidad de gente.

En cambio las dos propuestas son un recorte monumental de impuestos a los más adinerados, una pérdida en la cobertura médica para millones de personas y planes con menor alcance y más caros para la gente con menores recursos.

Esa no fue la promesa que se hizo sobre salud.

El proyecto de ley de la Cámara Baja pasó con el respaldo de la línea más dura de la banca republicana. En el Senado es al revés. Se necesita el ala más moderada para obtener los 51 votos necesarios para aprobarlo.

Por eso, el proyecto dado a conocer por el Senado extiende por dos años los subsidios a las empresas de seguros para reducir el costo al individuo y garantiza que los Estados no puedan eliminar la cobertura por enfermedades preexistentes.

El problema es que el proyecto de la Cámara Alta tiene el fin de eliminar un programa básico que lleva 52 años dando atención médica a los más pobres. En los primeros siete años reduce considerablemente los fondos federales, luego los elimina.

La dos medidas tienen el efecto general de elevar las primas, excepto para los jóvenes sanos, porque rompen un equilibrio generacional necesario para el mercado del seguro, al eliminar la obligatoriedad de asegurarse.

La propuesta del Senado también perjudica a un sector de clase media que no es tan pobre para Medicaid y que ahora será demasiado rico para recibir el subsidio, aunque no pueda pagar por la cobertura.

La promesa era bajar el costo de las primas. Eso se logra dando menor protección y con deducibles más altos.

O sea, se espera que la persona compre cobertura médica solo para lo que crea que le va a pasar o enfermar, y si eso ocurre, tendrá que pagar más de su bolsillo. Si se enferma de algo que no anticipó, mala suerte. Así la prima es más baja.

Creemos que el Estado tiene la responsabilidad de garantizar una atención médica accesible y adecuada para la población. La Ley de Acceso al Cuidado de Salud del expresidente Obama es un importante paso hacia ese fin.

Los proyectos de ley para reemplazar el Obamacare van más allá de cambiar una ley para destruir una pieza de la red de protección social.

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